A finales de mayo fue detenido en Mayarí, Holguín, Bismar Rodríguez Pérez, el mayor productor porcino privado del territorio y uno de los más importantes de la provincia, junto con los directivos de la empresa HolPor, Unidad Empresarial de Base (UEB) Porcino Mayarí.
La redada incluyó también a directivos provinciales. Todos los implicados fueron recluidos en el centro de instrucción penal Pedernales.
La detención tuvo lugar tres semanas después de un operativo conjunto de la Seguridad del Estado y la Policía contra el cuentapropista, también socio de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Camilo Cienfuegos. Se le incautaron cientos de puercos en las diferentes cochiqueras que poseía y fueron llevados al matadero aún sin completar le ceba. Le fue requisado también un tractor dedicado al traslado de piensos y cerdos, y su taller de carpintería, donde se le decomisaron madera y muebles.
"Nadie nunca pensó que esto podría suceder. Bismar es muy importante para nuestra empresa, los planes se cumplían en gran medida gracias a él, que es el mayor suministrador. Tenemos más criadores en diferentes modalidades de convenios, pero Bismar es el más importante y tiene recursos para moverse, cosa que a veces no tiene la propia empresa", comentó un trabajador de Porcino Mayarí que pidió mantenerse en el anonimato.
"Más de 100 familias perderán sus ingresos si Bismar no vuelve a su negocio, lo cual es difícil porque parece que lo van a hacer tierra. En este país te dejan levantarte y, cuando ya estás arriba, te destruyen. Todo es ilegal, hasta lo que parece legal. Los que trabajamos con él ahora no sabemos qué hacer, ni de qué vamos a vivir", lamentó uno de sus trabajadores.
"Bismar ha echado su vida en este negocio", comentó otro de sus empleados. "Por ejemplo, como el suministro de los lechones es ineficiente en la empresa, él buscó una solución. Suministraba pie de cría de raza y el pienso a decenas de personas que solo tienen un corral para una o dos reproductoras, con el compromiso de que le vendieran todas las crías. Así llenaba sus corrales. También hizo negocios (sociedades) con otras personas que querían ser criadores, pero no tenían recursos. Todo funcionaba muy bien. Incluso nos pagaba bien, con él se ganaba más que en cualquier otro trabajo. Ahora se nos jodió la pincha", concluyó muy preocupado.
Nadie sabe con seguridad cuáles son los presuntos delitos de Bismar, pues nada se informa públicamente. Por las detenciones se podrían suponer irregularidades en los contratos con la empresa porcina. Es presumible que, por su importancia, Bismar fuera "priorizado", en detrimento de otros productores menores, que generalmente expresaban sus quejas. Aunque la verdadera causa es la ineficiencia endémica de las empresas cubanas, que nunca pueden cumplir al 100% lo pactado.
"El suministro de pienso siempre ha sido tardío e insuficiente con los convenios. Yo mismo tengo dos toneladas de comida atrasada que el Porcino me debe, de cerdos que ya entregué al cárnico hace más de un año. Y como yo hay unos cuántos productores", dijo José Antonio Herrera, un criador con contrato con la empresa.
Bismar es muy conocido en Mayarí como hombre de negocios exitoso. Es un referente local.
Con 43 años ha logrado mucho en el difícil escenario cubano. Mientras estudiaba una ingeniería en la universidad, los fines de semana trabajaba como ayudante de carpintería para cubrir sus gastos. Aprendió el oficio y montó su propio taller. Al graduarse, decidió no ejercer como ingeniero y amplió su taller, contratando empleados. Invirtió sus ganancias en la cría de cerdos y creció en su patio hasta donde pudo.
Luego hizo convenios con la empresa porcina, se asoció a una cooperativa, pidió tierras en usufructo, solicitó créditos bancarios, construyó naves de crianza y almacenes, compró un tractor y lo adaptó al negocio, se hizo de una moto para trasladarse y creó sociedades con otros criadores menores.
Pero aunque parezca meritorio, para que las cosas funcionen en Cuba con frecuencia se debe cometer algún tipo de ilegalidad porque existen demasiadas trabas burocráticas. No solo para los emprendedores privados, sino también estatales.
La posibilidad de que el sector privado en Cuba pueda trabajar y crecer sin caer en algún tipo de ilegalidad es casi nula, y esta es una especie de espada de Damocles que pende sobre las cabezas de los emprendedores y los hace vulnerables. Cuando el Gobierno quiere, los destruye fácilmente.
No existe un marco jurídico que proteja la propiedad ni el crecimiento económico del sector privado. Como norma, el Gobierno cubano combate más la riqueza que la pobreza.