Un periodista de la publicación independiente Havana Times, que logró colarse en los preparativos de uno de los actos de repudio con que el régimen reprime los domingos a las Damas de Blanco, reveló detalles del modus operandi de estos mítines organizados por el Partido Comunista.
Describe cómo desde temprano los convocados son reunidos en una sala-teatro del PCC del municipio 10 de Octubre, donde reciben orientaciones para cumplir el "papel" de "subordinarse a los compañeros que tienen la misión de organizar y dirigir el enfrentamiento".
Como en un guión, les explica que tienen que "hacer acto de reafirmación revolucionaria, cantar el Himno Nacional y el del 26 de julio, empuñar banderas, agitar los carteles de propaganda" y los alerta de "estar concentrados en el objetivo" porque si fallara podría "traer graves consecuencias que repercutirán en el prestigio del país, en la imagen del pueblo revolucionario".
El periodista cuenta cómo la encargada de coordinar el mitin habla de "no tocar a las Damas de Blanco" a quienes llama "auras", porque "para eso están las Marianas, encargadas de golpearlas si es necesario, y conducirlas hasta las patrullas, de conjunto con los compañeros del MININT".
Ya en el lugar —la sede del movimiento opositor femenino—, los convocados tendrán que "estar tranquilos y disciplinados donde les indiquen estar". Así lo dice la funcionaria que admite "que nada es improvisado, todo está pensado hasta en los mínimos detalles".
Según la descripción del reportero, ni a bordo del ómnibus para el traslado los participantes saben el destino exacto. Ni siquiera al llegar van directo al lugar (la vivienda de esquina Cumbre y E, en Lawton).
Reunidos en un galpón a tres cuadras de distancia se sientan en sillas alrededor de un círculo según las organizaciones a la que pertenecen (UJC, CDR, FMC, PCC y a centros de trabajo o estudiantiles) acompañados por patrullas y motos, militares, policías, funcionarios de la Aduana y otros tantos vestidos de civil, detalla.
El periodista cuenta un mínimo de tres personas por cada organización o centro laboral, "una cifra mínima para cumplir, para evitar el señalamiento, la humillación y las sanciones", como pueden ser "descuento salarial, negativas a viajar al extranjero, bajar de categoría en la evaluación del desempeño laboral".
Fiesta 'revolucionaria' bajo vigilancia y control
El acto de repudio que describe el artículo de Havana Times incluye música, bailes, toda una fiesta popular en la que una de las participantes que arregla el peinado a una niña de seis años dice que todo "es para despistar… que vean vinimos a divertirnos, no a realizar ningún enfrentamiento contra las Damas de Blanco".
Más tarde, llaman a los futuros "enfrentadores" por organizaciones, luego por centros de trabajo, y cada cual espera para situarse en la cola donde un grupo de personas entregan una merienda fuerte (pan bien nutrido con jamón y queso, yogur y dulce) y otra normal (pan con jamonada y refresco en polvo).
El reportero explica cómo una bailadora de unos sesenta años llama a las Damas de Blanco "escorias" que se "hacen acompañar de unos gorilas enormes para que las defiendan" y otros alertan de que "llevan abanicos con láminas de cuchillas de afeitar en las puntas".
Está prohibido merodear, pero algunos salen y regresan con rositas de maíz, potes de helado o compras que vienen envueltas en bolsas de shopping: aceite, jabones, detergente. Los menos se las han arreglado y han traído camuflados de sus casas pomos de ron, "para soportar la larga jornada que los espera", según dice una mujer que trabaja en Gastronomía.
El periodista intenta sacar el teléfono para hacer fotos pero se lo prohíben de inmediato. Sigue describiendo el ambiente de vigilancia y control a todo alrededor del sitio. También cómo pasan las horas y los "enfrentadores" hablan de otro día perdido, de que "las gusanas empiezan a entender la fuerza invicta de la Revolución", que "son auras asustadas a las que hay que asfixiar de una vez por todas", "ratas a las que no se puede perder de vista porque aprovechan a lanzar la mordida y vomitar su veneno contrarrevolucionario".
Finalmente, salen las Damas de Blanco y los activistas, y allá van los convocados con las banderas ahora desplegadas, numerosos carteles de propaganda "revolucionaria" y frases para increpar a la "gusanera", más momentos de calma y otra vez a la carga, ahora para romper los volantes arrojados desde el segundo piso de la sede.
El relato del medio independiente sigue con la descripción del momento en que las mujeres y activistas salen, son intervenidos contra su voluntad de forma violenta y los conducen hacia los distintos vehículos para su traslado a unidades policiales.
Después de ello, narra otros momentos de música a toda voz mediante bafles encima de camiones que forman parte de la movilización; más fiesta "revolucionaria" y por último la hora de hacer recogida de todos los participantes en el mismo ómnibus que los llevó al mitin, previo conteo de que estén todos.