La Ciudad Deportiva acaba de ser testigo de un acontecimiento que para muchos era imposible en Cuba. Los Rolling Stones, una de las bandas más longevas y populares de la historia del rock and roll ha dado un concierto gratuito para los cubanos.
Que un grupo de rock extranjero ofrezca un concierto de esta magnitud en La Habana es algo inédito y hasta hace poco increíble. También es la primera vez que un evento musical congrega en el mismo espacio a tal cantidad de personas diferentes.
Asistieron jóvenes, adultos y niños, hasta una bebé que sus padres llevaban en un cochecito. Había personas de varias provincias del país: Pinar del Río, Sancti Spíritus, Matanzas. Un cienfueguero decía: "Si alguien se acerca a los músicos que les diga que en Cienfuegos los amamos", mientras agitaba un cartel con palabras parecidas: "¡Rolling Stones. Cuba has loved you always and Cuba will love you always!"
También fueron extranjeros de varios países. Sobre el público ondeaban banderas de Cuba, México, Estados Unidos, Colombia, Canadá, Inglaterra, Ghana, Holanda.
Había raperos, rastafaris, reguetoneros, repas y todo tipo de rockeros, desde heavys hasta punks cargados de aros y cadenas, con sus mohawks teñidos de colores chillones.
"En mi vida había visto tanta diversidad en un concierto", asegura Fabio, un rockero "de la vieja guardia".
Eliette vino con sus dos hijas. "Lo primero que pensé cuando supe que los Rolling Stones iban a tocar en La Habana, fue en mi familia, porque era una buena ocasión para compartir con ella. Mis hijas se han criado escuchando la música que yo escucho y a las dos les gusta el rock. Estamos disfrutando juntas un momento que es histórico. Me hubiera gustado que vinieran bandas como Iron Maiden o Manowar, pero los Rollings lo bueno que tienen es que arrastran a todas las generaciones."
Su hija Leya, de 19 años interviene: "A mí me gusta el rock, todas las bandas que vengan del género las iré a ver. Como es el primer concierto que va a dar aquí una banda tan importante, quise venir a disfrutarlo. Desde chiquita siempre he escuchado con mi mamá a los Rollings, Manowar, AC/DC. Mi banda favorita es Iron Maiden, que no tiene nada que ver con esto, es heavy metal, pero no importa, aquí estoy. Ojalá esto sea una puerta para que vengan más bandas de rock, que a lo mejor no saben cuántos fans tienen en Cuba, pero aquí hay muchos seguidores del rock que están locos por escucharlas en vivo."
La hermana pequeña, Alia, tiene 11 años y, aunque su banda favorita es King Diamond, vino al concierto con su familia. "También me gustan Freddy Mercury y Michael Jackson más que los Rolling Stones, pero vine a pasarla bien y a escuchar rock."
Ivette, escritora de 42 años, también es amante del rock desde niña. "Cuando era chiquita hice una vez una guitarra eléctrica y me llevé la electricidad de la casa con los cables", cuenta divertida. "Dejé una pila de cosas por hacer para poder priorizar esto, que me interesa muchísimo. Este es un ambiente en el que me siento cómoda, me siento identificada con todas las personas que están aquí. Además, es un concierto de los Rolling Stones gratis. ¿Quién no iba a venir? Yo creo que entre extranjeros y cubanos, aquí hay un millón de personas."
Federico ha sufrido durante años el aislamiento entre Cuba y el mercado del rock. "Esto hacía falta. Hace años que tenemos necesidad de oír a los bestias del rock and roll y no se puede, porque lo tienen todo trancado, porque a la gente que manda aquí no les gusta este tipo de música. Ahora parece que están cambiando de idea. ¿Cuántas semanas de la cultura inglesa se han hecho en Cuba y nunca habían venido los Rolling? Deberían venir bandas del heavy metal y del rock alternativo que son geniales, o Iggy Pop y gente por el estilo. Por suerte vino Audioslave, Rick Wakeman. Pero hace falta que vengan más porque aquí la gente siempre escucha lo mismo: reguetón."
Para Alain, este concierto también significa el comienzo de un cambio real de la imagen del rockero dentro de la sociedad cubana. "Esto es para mí uno de los acontecimientos culturales más grandes de los últimos cincuenta años aquí en Cuba", opina. "Antes un concierto así en este país era inimaginable. Los rockeros siempre fuimos mal vistos. Yo tuve problemas con mis vecinos durante pila de años porque me rechazaban por la música que escucho. Nos reconciliamos porque su hija menor les salió rockera también y ahora anda por aquí, vino a este concierto."
Como la mayoría de los rockeros, Alain espera que este sea el primer paso para otros cambios por venir. "Donde está el rock está la libertad. Ojalá este concierto sea una apertura, porque no es fácil seguir en el mismo círculo vicioso."
Yasmani vino con un amigo del barrio al que no le gusta la música rock. "El socio mío es repa", se burla. "Yo pensé que iba a estar aquí 'quemado', pero se está divirtiendo más que yo."
Zoe tiene 63 años y vino sola al concierto. "Mi esposo no quiso venir conmigo, pero le dije que no me lo podía perder. Cuando yo estaba en la secundaria mis amigos y yo poníamos a los Beatles y los Rolling Stones en todas las fiestas. No lo podíamos hacer en público, pero teníamos las placas para escucharlas dentro de la casa", recuerda. "Esto es un sueño hecho realidad. Se lo dije a mi esposo: después de verlos me puedo morir tranquila". Zoe cantó y bailó todas las canciones del concierto con la energía de una veintiañera y terminó gritando '¡Rolling! ¡Rolling!'", emocionada. "Me daba pena estar entre tanta gente joven, pero me di cuenta que aquí todo el mundo está disfrutando y pasándola bien juntos, gente de todas las edades."
Zona 'VIP'
Como es habitual en los conciertos cubanos, había una zona para invitados, quienes ocupaban el espacio más cercano al escenario. Una valla metálica custodiada por policías lo separaba del área "del pueblo".
Desde allí vieron el concierto funcionarios y artistas como el ministro de Cultura; el presentador televisivo Amaury Pérez; el asesor de Raúl Castro, Abel Prieto; y el actor Jorge Perugorría.
"El espacio VIP es demasiado grande", comenta Andrea, una rockera a quien le hubiese gustado ver de cerca a los artistas. "No había necesidad de quitarle tanto espacio a la gente."
"Fíjate si es grande que lo tuvieron que rellenar con diez guaguas de estudiantes de la UCI", responde Alain. "Cuando yo llegué, a las dos de la tarde, las guaguas estaban allá afuera. Necesitaban bastante gente para alejar lo más posible al verdadero público del escenario".
Los rockeros bromean sobre la presencia de los estudiantes de la UCI. "Junto con las invitaciones les dieron un módulo para disfrazarse de frikis, pero se nota a la legua que no saben ni quién es Mick Jagger".
"Una vez los mandaron a un concierto de jazz al que yo fui y se quedaron dormidos en sus asientos".
Algunos trabajadores de instituciones culturales como la EGREM o VisMusic pudieron acceder a invitaciones, y no faltaron los que las compraron en pleno concierto, mientras un inglés casi lloraba porque le habían robado la suya del bolsillo y los policías no lo dejaban pasar la valla. "Vea el concierto desde donde está", le decían. "Y hábleme en español".
Y Los Rolling…
Sobre el escenario, los Rolling Stones demostraron que todavía tienen energía para atrapar durante dos horas al público. Mick Jagger empezó en español: "Hola Habana. Buenas noches mi gente de Cuba", a lo que el público respondió con gritos y aplausos. "Are you doing good?", preguntó a continuación, y la Ciudad Deportiva en pleno contestó: "¡Yes!".
También en español, Jagger contó cómo habían ido a una Paladar la noche anterior a comer arroz con frijoles. Calificó al público de "chévere" y dio las gracias a Cuba "por toda la música que ha regalado al mundo".
El público lo aplaudió, especialmente cuando hizo referencia a la época en que era "difícil" escuchar su música en la Isla y luego, tras tener al auditorio cantando con él durante minutos, cuando dijo: "Ustedes están 'escapaos'".
Tocaron temas como Brown sugar, Angie, Gimme shelter, Start me up, Paint it black y Sympathy for the devil. Junto al coro Entrevoces interpretaron You can´t always get what you want y cerraron el concierto como era de esperar: con el clásico (I can´t get no) Satisfaction, con el que terminaron de levantar la energía de un público que había estado cantando, bailando y aplaudiendo durante dos horas seguidas.
"Yo no soy fanático de los Rolling Stones", dijo Federico al finalizar el concierto. "Pero siento que aquí hubo muy buena energía hoy. Pensé que era probable que terminara con alguna bronca pero no, todo el mundo estaba disfrutando y pasándola bien con los demás".
La calificación de Andrea mientras caminaba por Santa Catalina a la salida fue más escueta: "Este concierto estuvo voláo".