A mediados de 1980, una canción resonaba en toda Cuba. Se trata de la "Marcha del Pueblo Combatiente", un himno de guerra interpretado por Osvaldo Rodríguez (Los Arabos, 1949), entonces un popular cantautor que dirigía Los 5U4, un grupo musical conformado por débiles visuales.
La "Marcha del Pueblo Combatiente" acompañó demostraciones masivas y acciones violentas organizadas por el Gobierno contra miles de personas que habían manifestado interés por abandonar el país durante el éxodo del Mariel. Estas acciones violentas se conocen como "actos de repudio", y consistían en acosar, atacar con palos, piedras, huevos y consignas a personas consideradas por los líderes de la revolución como enemigos políticos, "traidores" y "gusanos".
El Gobierno aprovechó el pico de popularidad de Rodríguez y la canción se integró a la banda sonora de la revolución por más de una década, hasta que el cantautor decidió no regresar a la Isla, después de representar a Cuba en un festival de la OTI celebrado en Valencia en 1994. Esta decisión fue considerada por las autoridades culturales cubanas como un acto de traición. De este modo, Rodríguez, quien había sido hasta entonces el cantor oficial, se integró a una lista negra de artistas censurados.
La "Marcha del Pueblo Combatiente" dejó de usarse en actos oficiales desde que el cantautor emigró, pero la canción permanece asentada en el imaginario colectivo, dentro y fuera de Cuba, aún con el paso de los años.
Después de un tiempo en España, Rodríguez decidió irse a EEUU y vive desde 1996 en Miami, donde logramos entrevistarlo por varias horas. El texto que aquí presentamos, en el cual habla Osvaldo Rodríguez, es un resumen de esa larga conversación.
La Revolución
Mi ideología se fue afianzando a partir de que llegué a entender mi procedencia humilde y el hecho de haber sido no vidente. Posiblemente mi porvenir hubiera sido el de vendedor de billetes en la calle Zanja, que era un lugar de distribución para los billeteros. Pero el hecho de que la Revolución como proyecto me brindara la posibilidad de ser artista, que era algo que yo soñaba cada vez que escuchaba una canción por la radio, soñaba con escuchar alguna canción mía, me fue llamando la atención a favor de la Revolución.
No fue fácil que nos hiciéramos artistas. Nosotros tuvimos resistencia de muchas personas que no entendían la idea de que un ciego o un grupo de ciegos pudieran salir en un programa de televisión, porque podíamos herir la sensibilidad del televidente.
Y eso estaba en el ánimo de personas que tenían la dirección de programas. Incluso yo fui un día a inscribirme para un programa de aficionados y me negaron esa posibilidad por mi condición de ciego, pero yo nunca se lo atribuí a la Revolución, sino a las personas que tenían que ver con eso, porque nosotros convivíamos con personas que sí creían en las personas no videntes.
Los 60, los Beatles y el rock
Había un disco de los Beatles andando en aquella época. Ese disco, supongo yo que, como muchos discos, era clandestino, porque no llegaba directamente la música de los Beatles a Cuba ni la de los Rolling Stone. Un día me hablaron de que había una emisora radial de los Estados Unidos, me hablaron específicamente de la WQM, que ponía la música americana. La WQM salía exactamente en el número 560. Cuba no tenía ninguna emisora [en esa frecuencia] entonces, en ese hueco se colaba la WQM, que donde se oía más brillante y más alto era en las provincias centrales. O sea, en Los Arabos sí se oía como un cañón; se oía con más potencia que Radio Progreso, por ejemplo.
Y así fue que conocí grupos como Chicago, Blood and Tears, los Box Topsy, muchos grupos… Y claro, como músico, a mí me llamó la atención esa música, que primero rechacé un poco; pero ya la vi de otra manera cuando la escuché en discos copiados, que eran placas que se hacían en 23 y N. Allí había un señor, que no me acuerdo ahora cómo se llama, pero allí mismo, en el segundo piso, me lo grababan con la música. O también, como pasó en nuestro caso, nos grabamos un disco de nosotros. Era clandestino. Así entró la música, de modo clandestino, entró la música de los Beatles.
Lo que se prohíbe llama la atención. Primero que todo, por ser prohibido, y eso era característica de aquella época: no se podía escuchar la música en inglés. Al principio la ignorancia hizo en Cuba pretender que se rechazara el inglés como idioma. Yo recuerdo que una canción mía, que se llamaba "Fuera de curso", la grabamos en inglés y nunca pudimos ponerla por la radio. Solamente se puso una vez por Radio Rebelde y la cancelaron porque decían que en inglés no.
En aquella época, vamos a decir, hacíamos música rock. Hacíamos una versión de "Satisfaction" de los Rolling Stone, hacíamos versiones de números de los Beatles —una que se llamaba "Las mellizas". La gente exagera un poco, pero a veces con razón. Yo sí recuerdo que hubo una actividad una vez en la playa, que estaban Los Barbas y unos cuantos grupos, que obligaron a la gente a pelarse allí mismo en la actividad. Ya te puedes imaginar, eso era un desastre porque en todos los grupos había peludos… Yo no, porque yo estaba pelado bajito, no tenía mucha melena cuando aquello, pero en todos los grupos había gente con el pelo al estilo de los Beatles. "Aquí no puede tocar nadie hasta que no se pele", dijo un funcionario. Eso fue así. Claro, estas cosas, al no salir ni por la radio ni por la tele, quedaban un poco en el anonimato, no se conocía de eso.
La Ley Seca, la Zafra de los Diez Millones y música para maleantes
Imagínate, el alcohol valía cualquier cantidad de dinero. La gente lo conseguía porque en Cuba siempre ha habido una manera misteriosa de resolver las cosas, las cajas de cigarros… En la bodega te daban las cajas de cigarro de la cuota, pero eso no alcanzaba para nada. Pero las otras cajas de cigarros aparecían a diez pesos, que en aquel tiempo era una fortuna. Y había matazón de gente, quiero decir de colas, pero había heridos también. Yo sí recuerdo que una vez hubo un muerto en una cola de helados allá en Buena Vista, en los carritos de helado japoneses que llegaron allá.
Recuerdo que una de las canciones —eso sí se conocía en el argot musical—, que cuando se quería hacer una recogida de elementos maleantes, o conocidos como maleantes, llevaban al grupo de Tata Güines, y los Tatagüinitos cantaban "El Perico está llorando". Era una especie de mozambique, pero un poquito más rápido que el mozambique. Pero aquello era como decir el momento exacto de la ofensiva. La policía le pedía al grupo que tocaran aquella canción para en ese momento recoger gente maleante que había. Yo creo que estaba relacionado con el tipo de público que le gustaba eso. Era el tipo de público barriotero. Yo no siento desprecio por nadie que viva en ningún barrio, pero esa era, vamos a decir, la música de la gente de la guapería…
De la canción romántica a la canción política
En 1973 me llamó Jorge Fuentes, un realizador de las Fuerzas Armadas (FAR). Había un documental que se llamaba Dentro de Vietnam y ellos necesitaban a alguien que le hiciera la música. Mi grupo y yo hicimos música incidental para el reportaje y una canción que se llamaba "Dentro de Vietnam". En 1978, por decisión propia, pensando en el XX aniversario de la revolución que iba a ser en 1979, yo hice la "Canción del XX aniversario".
La canción decía: "En el XX aniversario de la firme trayectoria emprendida por nuestra Revolución, nuestros héroes cual árboles gigantes de la historia, dan el fruto de nueva generación". Y entontes decía: "Qué viva mi bandera, viva nuestra nación, viva la Revolución". Y decía en otra parte: "Hoy los jóvenes cubanos, orgullosos de ser libres, construimos una nueva sociedad que rompió con un pasado de oprobios y mentiras, dando paso a la razón y la verdad. Un ejemplo de razón extraordinaria fue sin duda la reforma agraria, y un ejemplo de verdad más que fehaciente fue la llama que impregnó en este continente". Todas esas cosas que ya estaban dichas. O sea, yo no dije nada nuevo.
Vamos a ubicarnos en tiempo y en espacio. Ya yo era uno de los artistas más conocidos en Cuba, de los más aplaudidos. Yo estaba casi llegando al boom de mi carrera artística pero, por decisión propia, sin que nadie me lo dijera, yo compuse esa canción, a lo mejor un poco panfletaria. Yo compuse la canción porque yo consideraba que la Revolución merecía una canción en su XX aniversario. Esa fue una canción que independientemente de que haya sido una canción política, fue un hit.
El abrazo de Fidel Castro
Una vez hubo una actividad en la inauguración del Palacio de los Pioneros José Martí, el 15 de julio de 1979. Los organizadores de esa actividad me llamaron para que yo cantara la canción que ya era un hit, con los niños y todo aquello. Me dijeron incluso que se esperaba que el líder de la Revolución, Fidel Castro, iba a asistir. Y yo fui a la actividad. Dicen que Fidel Castro le preguntó a alguien: "¿Y quién es ese al que aplauden tanto, que aplauden más que lo que me aplauden a mí?".
En aquel tiempo yo era una persona muy conocida, entonces yo canté la "Canción del XX Aniversario", y cuando canté esa canción sí llegó Fidel. Al día siguiente, como era de esperarse, yo estaba en primera plana con el abrazo de Fidel. Ese fue el abrazo que definitivamente, si bien por un lado me abrió puertas, por otro lado, me cerró otras. Eso tiene que haber generado tanta cosa que cuando yo llegué aquí en el año 1996 era como si el Diablo Tuntún hubiera tocado a la puerta de la ciudad de Miami.
Atención especial
[Recibí] una atención especial, de alguna manera, sí. Yo tengo un episodio en la vida mía, que yo no quisiera hablar mucho más de eso, pero voy a tener que hablar en algún momento. Mi esposa tuvo un accidente a principios del año 1977 por el cual perdimos a nuestra hija. Mi esposa estaba cocinando, vivíamos en una casa prestada. Nosotros no teníamos refrigerador en aquella casa y teníamos que ir a la de unos vecinos y dejábamos la leche para la niña. Yo la tenía que ir a buscar a Marianao. Estuve como cuatro o cinco meses buscándola desde Marianao, y había que ponerla a hervir rápido porque, si no, se cortaba aquella leche con los calores que existen en Cuba y con la humedad. Parece ser que echando un poco de luz brillante se le derramaron dos goticas, y eso fue lo que produjo el incendio.
Aquello nos golpeó la vida a nosotros. Después, gracias a Jorge Aguilera, el baterista del grupo, vivimos en un garaje en la calle 21, entre F y G. Tratamos de conseguir un apartamento de modo clandestino, hasta nos robaron la mitad del dinero que habíamos pactado para obtener un apartamento para poder vivir independientes.
El Ministerio de Cultura nos ofreció un apartamento en lo último de Alamar y no lo aceptamos. Mi trabajo se desarrollaba todo entre El Vedado y sus zonas adyacentes. Y entonces se nos vino a dar una solicitud que habíamos hecho a la oficina de [Óscar] Fernández Mel, que era el secretario [presidente] del Poder Popular. Con eso te quiero decir que a nosotros no nos regalaron una casa; nosotros planteamos nuestra necesidad. Esa casa era de una persona que se había ido del país, pero realmente esa casa vino después de la mayor desgracia que hemos tenido nosotros en la vida, y después de haberla solicitado.
El éxodo del Mariel y la "Marcha del Pueblo Combatiente"
Esos tiempos fueron un poco convulsos. En aquel entonces yo era el artista más popular en Cuba. Olvídate de Silvio [Rodríguez], de Pablo [Milanés], todavía ellos no habían tomado el poder de la música, lo tomaron más tarde. Entonces un día cualquiera se apareció un funcionario del Ministerio del Interior. Para nadie es un secreto que en todas las esferas del país había un funcionario del Ministerio del Interior que atendía esas esferas.
Fue a verme para decirme: "Osvaldo, hay interés de que tú participes ahora en esto, porque aquí hay una letra de una canción para ponerle música. Hablamos también con José María Vitier, pero queremos tener para escoger". Después se decide con cuál de las dos músicas se va a acompañar la letra. Era la "Marcha del Pueblo Combatiente". A mí nunca me dijeron de quién era [la letra]. Eso parecía las cosas como esas que eran teledirigidas, como decíamos nosotros. De esa manera llegó el funcionario, yo no sé quien lo mandó. Yo sé que era el que nos atendía a nosotros en la esfera artística.
La letra era un poco más poética de lo que yo hubiera hecho si me la hubieran mandado a hacer por encargo. Esa letra costaba más trabajo que llegara al pueblo de no haber sido por tantas veces que la utilizaron y por el momento en que surgió. Se habló de que iba a utilizarse como respuesta a la "campaña de calumnias y amenazas del imperialismo yanqui", en el contexto del Mariel.
La letra es de Pepín Naranjo, pero yo voy a contar cómo yo me enteré de eso. Yo sí soy de los cubanos que digo la verdad. Yo no sabía nada, yo prácticamente, sin querer, fui un soldado cumpliendo órdenes. Quizás, yo no sé si aprovecharon o no. Lo cierto es que yo, en aquel momento, era revolucionario.
Yo hago una música, pero la verdad, para poder hacer la música de acuerdo a la letra que yo vi, yo entendía que había que hacer arreglos literarios pequeños para moldear la música que yo estaba haciendo. En ese caso José María Vitier sí cumplió al pie de la letra, y esa letra la musicalizó Vitier. Después vinieron a verme y me dijeron: "Osvaldo, se decidió que fuera la música de Vitier. ¿Hay algún problema con eso?". Y yo dije que no y la canté.
Creo que se grabó en Prado y Ánimas. En el estudio de Prado. Se hicieron dos versiones. Ya cuando yo fui a cantar la canción, por supuesto el arreglo estaba hecho, todo estaba hecho. Eso lo hizo Vitier en tiempo récord. A mí me gustó mucho más el arreglo de Vitier, pero después me cayeron arriba la gente del ICRT para que yo grabara una segunda versión de un arreglo hecho por el maestro [Miguel] Paterson. Eso era parte de las pugnas entre los organismos, que siempre han existido en Cuba, entre el ICRT y el ICAIC. Pero a mí me gustó más a la larga el que hizo José María, me parecía más vivo, un poco más rápido.
La canción es un himno de guerra, pero yo, inocentemente, no medí las consecuencias que podía tener eso. Yo sentí emoción. En el primer momento sentí emoción, de verdad que sí.
Los actos de repudio
Yo tengo un mal recuerdo. En aquellos tiempos yo era parte de una comisión de evaluación artística. Yo no participé ni quería participar de los actos de repudio. Yo estuve siempre en contra de los actos de repudio. Una vez, cuando terminamos una sesión de evaluación, salimos por la puerta del frente del Capri, por la calle 21, y escuché una bulla y era un acto de repudio que le estaban dando a una persona. Había una persona al lado mío, también militante del Partido y de posiciones mucho más radicales que yo. Cuando aquello yo era militante del Partido y coincidimos los dos en que no se debía hacer eso, que eso no era correcto.
Un tío mío que vivía en la Isla de la Juventud recibió un telegrama de su hermano mayor donde le decía: "Oye, yo voy a ir a Cuba a recoger personas, ¿te vas conmigo?". Parece que alguien interceptó el telegrama y a mi tío lo pelaron al rape, lo cargaron entre varias personas en la Isla de la Juventud. Se hicieron barbaridades.
Pero eso sucedió después que yo había cantado la canción, después que la "Marcha" sirvió de marco, después que la voz mía se oía en los altoparlantes. Yo no me voy a justificar, pero yo no pensé que las cosas llegaran a donde iban a llegar, que pasara todo lo que pasó, todos los actos, la cantidad de cosas que pasaron.
Yo conozco personas que estaban dentro de las oficinas de la Embajada de Perú cuando le ponían por las bocinas la canción. Les ponían los altoparlantes en la Embajada de Perú. Yo tengo un amigo que me ha dicho eso. Me dijo: "Osvaldo, yo escuché aquella marcha, la escuché cantada por ti, me molestó mucho en aquel tiempo, pero yo no siento odio".
Cuándo fue la salida
Cuando terminó el Festival de la OTI de Valencia en 1994, donde mi canción no llegó a ninguna parte. Solamente quedó entre las 12 canciones finalistas y pensé quedarme un tiempo más, buscando la manera de que mi arte funcionara fuera del país. [Traté] de buscar patrocinadores, estudios donde poder grabar canciones, yo tenía muchas canciones. Pero todos los esfuerzos aquellos fueron en vano. Yo pedí una extensión de mi estancia en España, logré que el ICRT me diera una extensión, pero cuando pedí la segunda no me la dieron. Pero lo que paso ahí fue el colofón de una serie de disconformidades que yo tenía ya. Yo te puedo decir que, todavía estando en Cuba antes de irme para la OTI, en septiembre, querían que yo participara, después que ya yo había sido una persona bastante olvidada en la actividad política, en una actividad que iba a haber por el día de los CDR, a la cual yo me negué.
Mi esposa fue conmigo en el año 94 a Valencia. Cuando en febrero tomo la decisión, le dije a mi esposa: "Lupe, yo me quedo", y entonces ella decidió virar para Cuba de acuerdo conmigo. Ella decidió virar para Cuba porque teníamos a nuestro hijo. Eso era una cosa que nos frenaba. Yo me quedé solo… por aquello de que el que solo la hace, solo la paga. Me quedé solo y pasé lo que tú ni te puedes imaginar hasta que en el año 96 pude venir para acá, para los Estados Unidos, y aquí me esperaba la segunda parte.
En Miami
Yo siempre tuve opiniones encontradas. Para empezar, yo llegué de pie, porque llegué para hacer unas presentaciones para la cadena de hoteles Holiday Inn, y al hotel donde fui a hospedarme llegaron cartas y llamadas de amenaza de bomba si yo me presentaba a trabajar. Por aquellos tiempos fue lo del cóctel ese que estalló donde iba a presentarse Rosita Fornés, que venía de Cuba a cantar al Centro Vasco.
Yo era diferente; yo era un quedado y, sin embargo, tuve el recibimiento propio de una persona como Rosita. Yo estaba en el mismo saco de Rosita, aún cuando todo el mundo sabía que yo me había quedado… Incluso, yo había hecho una carta publicada por El Nuevo Herald cuando me quedé en este país, donde ofrecía mis disculpas al exilio si algunas de las canciones que yo hubiera cantado podían haber afectado a las personas.
De alguna manera yo aquí he seguido haciendo canciones contestatarias. Yo tengo un CD aquí que se llama Miami donde tengo canciones en las que hablo del entorno que me rodea aquí en la actualidad. O sea, yo no he dejado de ser un cronista social, según mi punto de vista. Yo creo que he evolucionado. De la misma manera en que creía en la Revolución, había cosas de la Revolución en las que yo tenía que dejar de creer porque las fui viviendo poco a poco, pero todavía creo en algunas.
Yo regresé a Cuba en el año 2009. Yo fui porque mi madre estaba muy mal, estaba en los últimos momentos de un cáncer terminal, entonces, cuando yo llegue allí al aeropuerto yo no fui recibido por protocolo, pero como no llevaba gran equipaje, nada más que llevaba 38 de las 44 libras que se permiten de peso, no llevaba nada electrónico, ni llevaba nada de nada, fui el último en salir del avión y el primero en salir de la cola de la gente que estaba entrando. Allí había personas que iban a entrar al salón para tomar el avión para alguna parte, personas que estaban afuera en el vestíbulo, y allí hubo personas que me aplaudieron, personas que se acercaron a mí, personas comunes y algunas conocidas que se acercaron para saludarme.
La amistad está por encima, eso lo ha aprendido uno a lo largo de la vida. Ha habido personas que han sido más previsoras y lo han aprendido desde siempre; yo no soy de ese grupo, yo soy una persona común, que he vivido lo que me ha tocado vivir y luego, con el tiempo, he ido madurando un poco más. Es lo que puedo decir.