El director teatral Juan Carlos Cremata calificó la suspensión por parte del Consejo Nacional de las Artes Escénicas de las funciones de su última obra El rey se muere de "censura infame en nombre de un 'nacional socialismo'" y "fascismo omnímodo, puro, absoluto e integral" que "coarta, reprime, sanciona, amordaza, atropella y oculta" a los artistas por razones ideológicas.
"Del mismo [tipo] que quemaba libros y estigmatizaba razas, sexos, colores y hasta pensamientos o maneras de ser. Y es también apartheid", señaló Cremata siguiendo con la comparación de la censura en la Isla y el fascismo.
Cremata escribió un artículo en respuesta a otro crítico con su obra aparecido en Cubarte, firmado por Andy Arencibia Concepción, especialista del Departamento de Desarrollo Artístico del Consejo Nacional de Artes Escénicas.
El director aseguró que la retirada de su pieza de la sala Tito Junco, del Centro Cultural Bertolt Brecht, es una "medida inmoral, medieval e incomprensible" y denunció "el uso abusivo de un poder absolutista [del Consejo] que se ostenta, sustenta y expone en el ejercicio cruel" de la censura.
Cremata considera que lo sucedido corresponde con el "típico comportamiento en todo reinado, régimen dictatorial o simplemente 'caciquismo', nepotismo ilustrado, arbitrariedad manifiesta y descarada".
Ante esta situación se pregunta: "¿Dónde queda la posibilidad de qué los demás opinen? ¿Por qué, y quién, se arroba el derecho a decidir lo que otros deben pensar, proponer o sentir? ¿Qué derecho tiene alguien a dictaminar sobre el pensamiento de todos?"
El director cree que "corren otros tiempos" y que "una pandemia de libertad inunda nuestros sentidos".
El creador señala que la intención de la puesta en escena "era hablar de la resistencia al cambio" y niega que se intentara "hacer referencia a monarca, líder o dirigente alguno". Al contrario, añade, "intentamos conscientemente de evitarla, aunque sabíamos de sobra que la lectura enfermiza de estos tiempos iría, por obligado, en esa dirección".
Cremata incluso explica que el actor que hacía del rey Berenjena Primero, estudió los gestos del cómico francés Louis de Funes, "en lugar de ponerse a hurgar en personajes más cercanos a nuestra cotidianidad".
El director considera que "no es sensato, ni juicioso y está a contrapelo con el siglo en que vivimos, el conjuro inútil de hacer callar a los demás, decretar o dictaminar el pertinaz y empecinado silencio".
Añade, además, que la función de los miembros del Consejo Nacional de las Artes Escénicas "se ha fundado en mutilar, suspender, acallar, frenar, paralizar, estancar, limitar, impedir, retrasar, privar, detener y hasta hacer morir".
A pesar de todo, agrega Cremata, "nuestra nación es la cultura y nuestra nacionalidad también" y que "lo demás es politiquería barata, hueca". Concluye su carta pidiendo a los miembros el Consejo que se dejen "de hipocresías que ni ustedes mismos las sienten".