La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) acaba de hacer públicas las estimaciones de crecimiento económico de la región para 2019 en su Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2019. No hay buenas noticias para Cuba. Desde luego, nada que ver con la cifra oficial lanzada hace unos días por el ministro de Economía Alejandro Gil, cuando habló de que el PIB podría crecer este año hasta un 1,5%, tras revisar de forma inexplicable el dato de 2018.
La CEPAL ha dado un vuelco a todos los datos castristas de los últimos días, y sitúa el crecimiento de la economía para este año en un 0,5%, la tercera parte de lo anunciado por el ministro. Una cifra que supone un práctico estancamiento con respecto al año anterior y que, dada su magnitud, podría estar indicando que en algún momento, a lo largo del ejercicio de este año, la economía se ha aproximado al escenario de recesión. Serio correctivo a la "propaganda" ofrecida por los dirigentes castristas, que obligará a La Habana a dar explicaciones y, como siempre, lanzar ataques y responsabilidades a EEUU por el desempeño deficiente de la economía.
En cualquier caso, parece que el crecimiento económico se debilita en toda América Latina durante el año en curso, "debido a un contexto internacional de mayores incertidumbres y complejidades, y a un débil comportamiento de la inversión, las exportaciones y el consumo". No obstante, como se observa en el Cuadro 1 hay grandes diferencias entre los distintos países.
Según CEPAL, el resultado, que no afecta a todos por igual, se debe "a los efectos de un debilitamiento sincronizado de la economía global, lo que ha implicado un escenario internacional desfavorable para la región, con mayores incertidumbres y complejidades crecientes: menor dinamismo de la actividad económica mundial y del comercio global; mayor volatilidad y fragilidad financiera; cuestionamientos al sistema multilateral y un aumento en las tensiones geopolíticas", mientras que a nivel interno, "el bajo crecimiento se debe al poco dinamismo exhibido por la inversión, las exportaciones y a una caída del gasto público y del consumo privado".
Antigua y Barbuda |
5,9 |
Dominicana |
9,9 |
Panamá |
5,5 |
Guayana |
4,6 |
Bolivia |
4 |
Honduras |
3,5 |
Granada |
3,3 |
Perú |
3,2 |
Colombia |
3,1 |
Saint Kitts y Nevis |
3,1 |
Guatemala |
2,9 |
Chile |
2,8 |
Costa Rica |
2,5 |
San Vicente Granad |
2,5 |
El Salvador |
2,3 |
Bahamas |
2,2 |
Belice |
2,1 |
Suriname |
2,1 |
Santa Lucia |
2 |
Jamaica |
1,9 |
Paraguay |
1,6 |
Trinidad y Tobago |
1,6 |
México |
1 |
Haiti |
0,9 |
Brasil |
0,8 |
Cuba |
0,5 |
Uruguay |
0,3 |
Ecuador |
0,2 |
Barbados |
0,1 |
Argentina |
-1,8 |
Nicaragua |
5 |
Venezuela |
-23
|
Desde esta perspectiva, en 2019, a diferencia de lo ocurrido en años anteriores, la desaceleración del crecimiento será generalizada, y afectará a 21 de los 33 países de América Latina y el Caribe. En promedio, se espera que América del Sur crezca 0,2%, América Central 2,9% y el Caribe 2,1%. En el Cuadro 1 se presenta una clasificación de los países de América Latina en función de la previsión de crecimiento para 2019.
Cabe observar una notable dispersión entre el éxito indudable de un 9,9% previsto para Dominica hasta el dramático resultado, de un -23% en Venezuela, hundida sin remedio en una grave crisis que no parece acabar. En este sentido, la previsión para la economía cubana, con un 0,5%, se sitúa en la parte baja de la clasificación, ocupando el puesto vigésimo séptimo de un conjunto de 33 países. El resultado no se puede considerar en absoluto favorable si se compara con el 5,5% de crecimiento del PIB en la vecina República Dominicana, otro éxito de gestión económica, e incluso el 4,9% de Panamá o el 3,5% de Honduras.
Estas previsiones de CEPAL para Cuba confirman para 2019 un ejercicio en desequilibrio, con un deterioro en el saldo del sector externo y un déficit del presupuesto cercano al 6% del PIB que volverá a incrementar el endeudamiento de la economía. Las autoridades no se hacen con el control de la misma. El déficit externo seguirá condicionado por la baja competitividad de la economía y la debilidad del turismo e ingresos profesionales.
El déficit estatal será consecuencia de ingresos insuficientes (un menor crecimiento económico y de la actividad) para cubrir gastos corrientes que seguirán aumentando sin control, a pesar de la reducción de las necesarias inversiones. Las debilidades estructurales de la economía, la vulnerabilidad externa y el modelo institucional y de derechos de propiedad imperante se encargan del resto.
CEPAL pasa revista en su estudio al impacto sobre la economía de los efectos de los fenómenos meteorológicos, así como a las consecuencias de la política de EEUU hacia Cuba, en particular la entrada en vigor del Título III de la Ley Helms-Burton y el efecto sobre las inversiones extranjeras, pero igualmente alerta a las autoridades sobre algunos problemas que dependen directamente de su gestión.
Entre ellos, se encuentra la existencia de un régimen monetario en el que conviven dos monedas con múltiples tipos de cambio entre ellas, lo que reduce las herramientas del Banco Central para gestionar la liquidez de la economía que crece en exceso, un 8,1%, hasta alcanzar un nivel equivalente al 53,8% del PIB.
O por otra parte, la necesaria simplificación de los trámites relativos a la aprobación y ejecución de proyectos financiados con inversión extranjera directa y la ausencia de información oficial relativa a los flujos de inversión extranjera directa ni sobre los saldos de las reservas internacionales que Cuba sigue sin ofrecer a diferencia del resto de países.
Alerta igualmente sobre la magnitud que alcanzan el déficit interno y externo, así como del agotamiento de los motores de cola, fundamentalmente el turismo. Las previsiones para 2019 no dejan bien paradas a las autoridades, y en ese sentido, las recientes subidas salariales y de pensiones con precios topados pueden acabar creando problemas mucho más graves ante el débil crecimiento en que se encuentra instalada la economía, un 0,5%.
CEPAL reclama a todos los países, entre ellos a Cuba, "un papel más activo de la inversión pública y privada; reorientar las inversiones hacia los sectores de mayor dinamismo de la economía; y adoptar políticas de estímulo que tengan impactos en términos de innovación, aprendizaje y empleos de calidad". ¿Acaso escucharán estas demandas en La Habana?