En medio del pésimo resultado del equipo de pelota cubano en los Juegos Panamericanos, por primera vez sin medalla en tales eventos, la Federación Cubana de Béisbol (FCB) ha aprovechado la fuga de dos jugadores para responsabilizar de ella "en buena medida" al Gobierno de EEUU.
Por otra parte, la empresa española Meliá se enfrenta a la caída de ingresos por habitación en sus hoteles de Cuba, y no encuentra mejor salida que culpar de ello en "gran medida" al Gobierno de EEUU.
Después de lanzar su acusación contra Washington, la FCB no se pronuncia sobre otras causas que contribuirían "en menor medida" a la fuga de peloteros de la Isla hacia las Grandes Ligas.
Mientras que a Meliá le resulta imposible achacar a la Administración Trump las caídas de ingresos por habitación en su instalaciones en República Dominicana, aun mayor que en Cuba, y en México.
No hay prohibición de cruceros turísticos hacia estos dos últimos países, así que la empresa hotelera española haría bien en buscar causas para un problema regional, y no local, que se le presenta. Sin descontar, por supuesto, que la cancelación de cruceros hacia Cuba habrá afectado a sus cifras.
De igual modo, al explicarse la continua fuga del país de los jugadores, la FCB tendría que aceptar una responsabilidad de la administración deportiva y política de Cuba mucho mayor que la de EEUU. No lo hará, sin embargo. Ni públicamente ni dentro de lo institucional.
La federación deportiva cubana y la empresa hotelera española tienen algo en común: utilizan el embargo estadounidense como queja interesada. La primera porque no alcanzó a beneficiarse económicamente de un acuerdo con las Grandes Ligas muy apetecible para la nomenclatura del régimen cubano. La segunda porque le esperan demandas judiciales en las cortes estadounidenses por sus hoteles en Cuba.