Un titular de Granma del pasado domingo avisa que las autoridades cubanas buscan nuevas estrategias en la agricultura. La nota incluye "objetivos" que "nos permitirán mejorar la alimentación, etc", sin enunciar una sola medida que lleve a un cambio profundo en las concepciones estatalistas que han destruido la economía cubana.
Así se menciona que se "buscan surtidos de calidad y variedad, de cara a los mercados y sectores claves de la economía cubana (...) Se entregará más de un millón de litros de leche a la población en un municipio matancero (...) Se cumplirá la entrega a tiempo de viandas, hortalizas y granos".
La avalancha de propósitos triunfalistas agrega que "Ciego de Ávila, destina 4.000 hectáreas de sus mejores tierras a la siembra y cultivo de frutas y cítricos y que se pondrá en marcha un proyecto que persigue llegar al 2020 con 17.000 hectáreas de tierra plantadas. Tales propósitos forman parte de un programa, que busca rescatar suelos rojos del centro y sur de ese territorio oriental, donde ya existen más de 9.500 hectáreas de mango, papaya, guayaba, piña, naranja, limón, toronja y aguacate, entre otros frutos”".
La Habana, la capital del país, no se queda atrás en augurios: "los planes están diseñados para producir 177.000 toneladas de cultivos varios, y hay contratos con el Ministerio de la Industria Alimentaria en cuanto a la entrega de leche y carne vacuna".
La nota avisa también de que "hay planes de introducir 30 nuevos tractores en los polos productivos de la oriental provincia de Granma con la finalidad de impulsar la obtención de alimentos".
Nadie olvide que en 1989 había 76.800 tractores en Cuba, según investigadores del patio y, sin embargo, la economía nunca pudo levantar y en apenas dos años caía en su peor crisis con la caída de la URSS y el inicio del llamado Periodo Especial.
Simple: ni 76.000, ni 100.000 ni 200.000 tractores pueden resolver el problema de relaciones de producción estatal-asalariadas que caracterizan el capitalismo monopolista de Estado implantado a la fuerza en nombre del socialismo por conveniencia de Fidel Castro y sus allegados, con el cual estimaron que podrían mantener el poder indefinidamente en Cuba.
Karl Marx, en cuyo nombre se ha hecho tanto desastre en Cuba, escribió en el prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política: "Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto con las relaciones de producción dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De forma de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas".
En toda la nota de Granma no hay un solo indicio de que se crearán mecanismos que aumenten el interés directo de los trabajadores, nada se dice de entrega de tierras o de fábricas a productores privados o asociados, de aumento de salarios, de vinculación directa de los ingresos de los trabajadores a las ganancias, de libertad para vender… En fin, de cambios en las relaciones de producción.
Por tanto hay que imaginarse que todos los planes se organizan a partir de los mismos métodos que hasta ahora han llevado a tantos fracasos. El año próximo y el otro volveremos a oír lo de siempre: los fertilizantes, las posturas o los tractores no llegaron a tiempo, hubo problemas con los regadíos o con las presas, Acopio no pudo recoger a tiempo y se echaron a perder cosechas enteras, tampoco pudo pagar a los campesinos… Y el bloqueo imperialista nos sigue afectando.
Una vez más. Toda la filosofía estatal-asalariada, de control estatal, ministerial, en fin centralizadora de la propiedad, las decisiones y el control de los mercados, han demostrado su fracaso en todas partes, pero especialmente en Cuba.
Soluciones posibles
El castrismo no quiere reconocer su fracaso y sigue destruyendo medios de producción, generando improductividad y corrupción, porque teme perder poder económico y político si permite la iniciativa de los productores privados y cooperativistas.
Ellos lo saben perfectamente pero prefieren seguir jugando a la mentira, pretendiendo engañar a la gente. Solo que en Cuba, donde el Estado hace como que paga, al igual que en la antigua URSS y demás "países socialistas", la gente aprendió a hacer como que trabaja y a apropiarse de todo lo que pueden del Estado para poder sobrevivir.
La prensa que brinda estas informaciones, los periodistas que elaboran las noticias también lo saben, son parte de la doble moral que se ha adueñado del oficialismo.
El pueblo cubano está viviendo momentos muy difíciles. La salida se conoce: las empresas estatales deberán entregarse a sus trabajadores por medio de una hipoteca, con plenas libertades para manejar todos los aspectos relacionados con la producción y las finanzas, hacer contratos de compra-venta con empresas nacionales o extranjeras y mercar libremente. En caso de que los trabajadores no quieran o no puedan hacerse cargo de la empresa, ponerla a subasta del capital privado nacional, de cubanos residentes en Cuba o en el extranjero, para que las hagan producir en de la forma en que acuerden con sus trabajadores en contratos colectivos de trabajo.
Otra opción es dar prioridad de compra a antiguos dueños que estén dispuestos a asumirlas y con los cuales se llegue a arreglos en el caso de haber deudas pendientes, las cuales pudieran saldarse con exenciones de impuestos de importación de maquinarias u otros. Esta opción podría tenerse en cuenta para quienes están exigiendo la devolución de propiedades incautadas por el Estado castrista.
Es muy difícil que el castrismo y sus herederos acepten estas propuestas, pero si fueran capaces de poner, por un momento, los intereses del pueblo cubano por encima de los de ellos, bien podrían tomar estas y otras medidas de carácter político, como suspender las detenciones arbitrarias de opositores y periodistas, amnistiar a los presos de conciencia y decretar la libertad de expresión y asociación.
Esos aspectos son insuficientes para una plena democratización de la nación cubana, pero podrían abrir un espacio para el desarrollo económico y la apertura a una reconciliación nacional que posibilitaría una apertura democrática posterior e incluso un aflojamiento de las medidas del embargo de EEUU, camino a una solución pacífica de las desavenencias entre Cuba y EEUU, que tanto están afectando al pueblo cubano de ambas orillas.
La oposición y la disidencia interna y externa saben que no se puede esperar nada del castrismo, por lo que al mismo tiempo que se hacen este tipo de sugerencias, debe tratar de estructurarse e integrarse institucionalmente para estar en mejores condiciones de presionar nacional e internacionalmente en esa dirección.