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Política

Rosa Miriam Elizalde intenta 'dar clases' a los periodistas de EEUU y arrojar sospechas sobre la Universidad de Miami

Se refiere a los 'ataques acústicos' como una 'epidemia de sordera colectiva' que ha sido 'contagiosa en los predios del Departamento de Estado'.

Madrid

Aunque el Gobierno de Raúl Castro no ha desmentido la existencia de los ataques de naturaleza desconocida que han afectado a 21 diplomáticos estadounidenses, cinco canadienses y sus familiares, los medios oficiales cubanos parecen estar siguiendo una estrategia de ponerlos en duda.

Tras el artículo de Juana Carrasco en Juventud Rebelde el fin de semana, que calificó de "irresponsable" e "imprudente" la decisión de Washington de retirar a más de la mitad de su personal en Cuba, Cubadebate reproduce un post de la periodista oficialista Rosa Miriam Elizalde, quien cuestiona la profesionalidad de sus "colegas" estadounidenses e intenta arrojar dudas sobre los expertos que han examinado a los diplomáticos afectados.

Elizalde, vicepresidenta de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), la organización que utiliza el régimen para controlar a los profesionales del sector, califica de "surrealista" una conferencia de prensa del viernes pasado, en la cual altos funcionarios del Departamento de Estado informaron a los medios estadounidenses sobre las medidas adoptadas por Washington hasta que La Habana sea capaz de garantizar la seguridad de los diplomáticos y sus familias en la Isla.

"Los burócratas pretenden que argumentan unas premisas indemostrables y los colegas periodistas pretenden que preguntan" sobre "el rarísimo y selectivo ataque sónico, en La Habana, contra personal diplomático de EEUU y Canadá", dice Elizalde, pieza prominente de una maquinaria de prensa que nunca hace preguntas incómodas a los altos funcionarios del régimen cubano ni cuestiona las acciones de este.

La vicepresidenta de la UPEC "da clases" en su texto a los periodistas estadounidenses y les dice en qué debieron haberse fijado.

Menciona un reporte de la agencia Reuters, a la cual especialistas dijeron que es muy improbable que los síntomas descritos por los funcionarios estadounidenses se puedan presentar al mismo tiempo.

Los ataques han provocado a las víctimas pérdida permanente de la audición, migrañas, fatiga, deficiencias cognitivas y problemas para dormir. Algunas versiones también han mencionado "lesiones cerebrales leves", pero no se ha dicho cuántos y cuáles síntomas presentó cada afectado.

"La sordera sí que es contagiosa en los predios del Departamento de Estado", se burla Elizalde. Los periodistas que asistieron a la conferencia de prensa, y que llevan meses cubriendo el episodio de los ataques acústicos e interrogando a funcionarios, debieron —dice— hacer preguntas que para ella "se caen de la mata", como: quiénes son los médicos que examinaron a estos diplomáticos; por qué los partes médicos no se han hecho públicos, aunque sea con los nombres de los pacientes tachados; cuáles son exactamente los síntomas que tienen estos individuos; y si otros médicos, aparte de los de la Universidad de Miami, han evaluado a los afectados.

También, cree Elizalde, debieron preguntar si los médicos del Walter Reed National Military Medical Center —el hospital en Washington para militares y funcionarios del Gobierno— han hecho un examen profesional de estos casos; qué dice el National Institutes of Health, la principal agencia estadounidense para la investigación médica; y quiénes son los especialistas creíbles del Gobierno que han aportado una evaluación especializada —sin retórica política— del supuesto ataque sónico.

"Sin respuestas a estas preguntas, solo hay palabras difíciles de digerir y una epidemia de sordera colectiva", afirma Elizalde, quien al parecer no tiene "recomendaciones" para los periodistas de Canadá, país que también tiene funcionarios afectados.

La periodista oficialista cuestiona asimismo a los expertos de la Universidad de Miami que examinaron a los diplomáticos. "Recordemos que del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos, de esta Universidad, también salió en octubre de 2015 el fake news de que militares cubanos estaban entrenando a fuerzas del Gobierno sirio", escribe.

"Y todo este escándalo se produce cuando Estados Unidos ha decidido el retorno a la línea dura, de lo cual no ha quedado dudas después de escuchar el pantagruélico discurso [sic] de guerra en la ONU. Donald Trump metió a Cuba en la lista de sus peores enemigos", añade.

La Habana ha negado toda responsabilidad en el episodio de los ataques acústicos, aunque los convenios internacionales le obligan a proteger al personal diplomático destinado en Cuba y sus familias.

La reducción del personal es una medida dura que tiene entre sus consecuencias la suspensión de la tramitación de visados en La Habana y afecta a miles de cubanos con familiares en EEUU. Washington ha dicho que su intención es evitar más víctimas, ya que el último caso conocido se produjo en agosto y la inteligencia cubana no parece poder detenerlos.

El Gobierno estadounidense no ha cerrado completamente su embajada en Cuba ni roto relaciones con La Habana. Tampoco ha tomado medidas contra la representación diplomática del régimen en EEUU —excepto las dos expulsiones de mayo pasado en protesta por los ataques—.

Elizalde, Juventud Rebelde, la televisión estatal y el resto de los medios de prensa de la Isla, todos oficiales, parecen estar realizando su habitual labor de exculpar a La Habana, sobre todo cuando su incapacidad afecta directamente a los cubanos.

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