El engendro de las dos monedas (CUC y CUP) y sus diferentes aplicaciones (1x24, 1x10, 1x2 y 1x1), según convenga al Gobierno, además de sembrar el caos en los controles económicos, posee un componente inmoral para quienes lo sufren.
Obviando el injusto y conocido "cobrar el salario en CUP y tener que comprar en CUC", así como los exagerados precios de los productos, existen otras manifestaciones no menos arbitrarias, como el 12.5% (10 por gravamen y 2.5 por trámites) que se le quita a cada dólar al cambiarlo por CUC.
Un ciudadano cubano residente en el exterior debe pagar su pasaporte a un precio cuatro o cinco veces superior al que lo paga un residente en la Isla, que es de 100 CUC, y debe prorrogarlo cada dos años al precio de 20 CUC, o sea, un pasaporte, que tiene vigencia solo por seis años, en realidad le cuesta 140 CUC.
Al residente en el exterior, sumados el precio inicial y las prórrogas, le cuesta mucho más. Además, quien reside en el exterior, cuando visita el país, desde el mismo aeropuerto debe pagarlo todo en CUC, tal vez como una sutil forma de castigo por residir fuera de él, y como un reconocimiento indirecto a que fuera se vive mejor y se logran mejores resultados económicos que viviendo aquí.
Visitar un museo tiene un precio en CUP para los cubanos y el mismo, en CUC, para los extranjeros y cubanos residentes en el exterior. El Museo de la Revolución, por ejemplo, cuesta 8 CUP a los cubanos y 8 CUC (192 CUP) a los extranjeros y cubanos residentes en el exterior; asistir a la ceremonia del cañonazo de las 9.00 PM en la fortaleza de La Cabaña, cuesta igual que la entrada al museo anterior; la entrada al Acuario Nacional cuesta 10 CUP y 10 CUC (240 CUP), en uno y otro caso, mientras el acceso al Zoológico de La Habana, 2 CUP y 2 CUC (48 CUP), también en uno u otro caso.
Estos precios discriminatorios también se aplican en muchos otros centros culturales, musicales, de variedades, deportivos, etcétera. La atención médica a los extranjeros se presta en clínicas y hospitales que les cobran en CUC. El extremo se produce cuando, al entrar a un desabastecido y mal atendido establecimiento gastronómico estatal, al extranjero o cubano residente en el exterior se le pretende cobrar 2 CUC (48 CUP) por un vaso de refresco a granel de cola, que se vende al cubano residente en 2 CUP.
Hasta en el Cementerio de Colón, cuyo acceso a los visitantes siempre fue gratuito, se cobran 5 CUC a cada extranjero, aunque no forme parte de un grupo conducido por un guía turístico. Para asegurarlo, la entrada de éstos solo se permite por la puerta principal de la Calle Zapata, no estando permitida por ninguna de las otras tres puertas restantes.
El extranjero, además de esta discriminación monetaria, deberá enfrentar el acoso turístico, tanto institucional como particular que, en forma de músicos ambulantes, floristas, personajes disfrazados, vendedores ilegales de cigarros (tabacos), medicinas y ron, gestores de habitaciones, restaurantes y paladares y hasta de prostitución femenina y masculina, le cae encima como enjambre de moscas.
No rechazo el que se cobre la entrada a determinados sitios de interés, con el objetivo de ayudar económicamente a su mantenimiento, ya demostrado el fracaso de la política de gratuidades, erróneamente aplicada durante años, pero debe ser mediante precios únicos para unos y otros, como se hace en todos los países del mundo, y no mediante esta forma de apartheid monetario.
El mal, como una epidemia, se ha extendido hasta los taxistas, sean estatales o particulares, quienes cobran a todos, por un viaje hasta o desde el aeropuerto (17 km), 25 CUC de día y 30 CUC de madrugada, 15 o 20 CUC desde el Nuevo Vedado hasta La Habana Vieja o viceversa, e igual si cruzan el puente de la Calle 23 o alguno de los túneles hacia el Municipio Playa o viajan hacia las playas del Este (25 km). Un viaje individual en taxi a Varadero (140 km) cuesta 100 CUC y, si es colectivo, 20 CUC por persona. En esta última variante: a Trinidad (335 km) 30 CUC, a Viñales (189 km) 20 CUC y a Cienfuegos (254) 25 CUC.
Este caos monetario, establecido y propiciado por las autoridades, parece ser una más de las muchas originalidades del "socialismo próspero y eficiente", ahora además, "soberano, independiente y democrático", según las últimas precisiones oficiales, donde se discrimina entre nacionales residentes, nacionales ausentes y extranjeros.
Esta realidad deja bastante en entredicho la proverbial hospitalidad de los cubanos, tan utilizada en la propaganda turística estatal.