La recogida de materias primas es una alternativa de subsistencia a la que recurren personas de muy bajos ingresos, sin amparo filial, desvalidos, alcohólicos y otros necesitados.
Mas todo no es recoger latas, vender y cobrar. Regulaciones, fraudes y malas prácticas de funcionarios que laboran en el sector hacen que esta actividad tenga un resultado incierto.
Esta labor se ha convertido en un rentable negocio, pero los que se llevan la mejor tajada no suelen ser quienes andan de basurero en basurero recolectando artículos para poder vender en las "Casas de Compra" de la estatal Empresa de Recuperación de Materias Primas o a compradores clandestinos.
Estatal vs. ilegal
Las Casas de Compra aceptan los cargamentos que les llevan los recolectores según lo que demande en cada momento la Empresa de Recuperación de Materias Primas.
"No siempre compramos de todo, tenemos un plan mensual y un presupuesto que no podemos violar. Hay Casas de Compra pequeñas como esta, donde no se puede adquirir toda la materia prima que nos llega por el espacio y las regulaciones", comenta un trabajador de un establecimiendo de la barriada de Mantilla que pide mantenerse en el anonimato.
Hay varios negocios de compra ilegal de materia prima en cada municipio y suelen pagar entre dos y tres pesos más por kilogramo que las casas estatales.
Algunos recolectores de materia prima dicen que prefieren acudir a esas casas clandestinas porque "los particulares no son tan exigentes a la hora de comprar" y porque se sienten "más cómodos en cuanto al pesaje de la mercancía".
"Yo siempre pago un poco mejor el kilogramo que en las Casas de Compra, más bien aluminio y latas. Luego fundo todo el material en un horno y lo vendo a otros que hacen sillones, llantas de autos y otros útiles para el mercado negro", dice un comerciante furtivo de materias primas que pide no ser identificado.
Otras latas y botellas acaban en manos de falsificadores que las rellenan para "colarlas" ilegalmente en las tiendas en divisas del Estado. Asimismo, vendedores de otros productos del eficiente mercado negro reutilizan esos recipientes.
Aníbal Alemán Jiménez, de 43 años de edad, quien mantiene a sus dos hijos pequeños y a su esposa recogiendo materias primas en las calles, dice que generalmente vende "a un comprador particular las botellas de cervezas y el aluminio".
Los particulares "pagan mejor", justifica. "En las Casas de Compra uno llega con unas cajas de cerveza y no te las compran, pero ves que llega un camión particular y descarga cajas y cajas, y sí le compran", se queja.
Los establecimientos del Estado pagan 2,50 pesos por cada botella de ron y 1,20 por las de cerveza, a ocho pesos el kilogramo de latas de cervezas y refrescos, a 13 pesos el kilogramo de aluminio, a 60 centavos el de hierro, a 10 pesos el de cobre, a 12 el de bronce, a 1,50 el de cartón y a cinco el kilogramo de plástico. Las baterías de automóvil las compran a 70 centavos por kilogramo.
Para dedicarse legalmente a la recogida de materias primas es necesario solicitar una licencia de la estatal Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT). El pago por ese permiso es de 30 pesos (moneda nacional) mensuales; cada tres meses los recolectores deben pagar además 280 pesos por concepto de Seguridad Social.
Normas y pesas
Las Casas de Compra estatales tienen sus regulaciones. Las botellas de cristal deben llegar limpias (lavadas con detergente), el aluminio no puede llevar otros elementos como tornillos de hierro u otro material, las latas tienen que estar aplastadas completamente. El hierro no puede estar corroído.
Las latas y productos ferrosos son las compras priorizadas por la Empresa de Recuperación de Materias Primas.
"Tenemos normas que cumplir; aquí no podemos aceptar materia prima contaminada porque luego recibimos las amonestaciones y sanciones", dice el administrador de otra Casa de Compra.
La materia prima es enviada al Centro de Recepción de la ciudad, donde se clasifica. "Cuando hay materias primas contaminadas, las viran. A veces hay latas con piedras y hierro para aumentar su peso", añade el trabajador estatal.
Es un modo de vida "inestable", advirte un recolector. En ocasiones "pasas noches acumulando materias primas y luego no las puedes vender… pero he tenido ventas de hasta 80 dólares en un mes, saliendo diariamente a buscar latas en basureros", agrega.
En algunas Casas de Compra existen pesas digitales; en otras aún hay pesas romanas y básculas manuales, lo que da pie a irregularidades.
"El peso lo manejan ellos, yo solo trato de amontonar latas escacharlas y echarlas en sacos. Sé que ellos acaban con nosotros en las pesas, pero qué vamos hacer, si te haces el malo no te compran y estás jodido", afirma un señor de 70 años que recoge latas para subsistir.
"Hay dependientes que te dicen que no están comprando un producto, pero que si se lo vendes por debajo del precio oficial te hacen el favor de comprártelo todo", apunta por su parte Alemán Jiménez. "Al final, te roban impunemente, y si no los dejas tienes que virar con toda la carga para tu casa", concluye.