Aunque Donald Trump hubiese perdido las elecciones en Estados Unidos, 2017 sería un año duro para Cuba, advirtieron economistas, reporta la AP.
Inicialmente, el presidente electo no manifestó desacuerdo con la política de acercamiento a La Habana del mandatario saliente, Barack Obama, pero durante su campaña dio un giro y advirtió que podría desandar los cambios de la actual Administración y exigir un mejor acuerdo al Gobierno de Raúl Castro.
El general deberá manejar ese desafío económico y diplomático precisamente en sus últimos 12 meses de Gobierno, ya que prometió no aceptar una reelección en 2018.
Pero, suponiendo que Trump no hubiese ganado la Presidencia, "de todas maneras 2017 iba a ser un año muy difícil para Cuba", comentó a AP Omar Everleny Pérez, economista cubano y profesor visitante en la Universidad de Keio, en Tokio.
Ni el incremento del 12% en el turismo o las remesas podrían parar, según los expertos, la caída del crecimiento que se produjo en 2016 y se prolongará en 2017.
Pérez y otros economistas estimaron que 2016 cerrará con un incremento del Producto Interno Bruto (PIB) cercano a cero y que el próximo año podría haber recesión.
A la vez, reportes de expertos en la Isla indicaron una baja en las exportaciones y las importaciones de insumos para la industria liviana cubana en el segundo semestre de 2016 que impactará en el primero de 2017.
Además, pese al deshielo con Estados Unidos, no han fluido las inversiones extranjeras por la persistencia del embargo y la aplastante burocracia y las reservas de las autoridades cubanas a la hora de aprobar proyectos.
Por su parte Venezuela, principal socio del Gobierno cubano y soporte importante en sus finanzas con la compra de servicios y el envío de crudo, atraviesa una de las peores crisis de su historia.
Analistas estiman que Venezuela pasó de entregar de manera directa, a precios preferenciales, unos 115.000 barriles de petróleo diarios en 2008 a unos 90.000 en los años precedentes y finalmente 40.000 en los últimos meses.
Raúl Castro reconoció en julio el impacto de la crisis en Venezuela y dispuso medidas como la reducción del horario laboral durante el verano y el recorte en la entrega de combustible a los automóviles que el Estado asigna a funcionarios y empleados jerárquicos.
El cambio de signo político de Brasil también tendrían consecuencias en la exportación de servicios profesionales, la principal fuente de ingresos del Gobierno, por encima del turismo.
El níquel, otro de los rubros principales, también atraviesa un momento complicado debido a la baja en la cotización del metal.
Por su parte, las reformas emprendidas por Raúl Castro no produjeron ninguna noticia efectiva en 2016 y, a menos que el año entrante se avance en la legalización de la pequeña y mediana empresa, no se avizoran cambios.
A Raúl Castro "le queda solo un año (de Gobierno) y debe tener planificado lo que se debe hacer. Resolver la dualidad monetaria, las reformas de las empresas estatales, pero sobre todo va a estar manejando una crisis", comentó a AP Pavel Vidal, un economista cubano que trabaja en la Universidad Javeriana de Cali, Colombia.