Para los cubanos que regresan al país después de un viaje al exterior o los que llegan a la Isla desde EEUU, pasar por la Aduana puede ser un verdadero dolor de cabeza. Es difícil salir del aeropuerto con el equipaje completo.
Durante el primer semestre del año, la Aduana General de la República de Cuba detectó 4.878 casos de "infracciones de carácter comercial". De ellas, 5.587 por viajeros y 1.291 en equipaje no acompañado, según un informe presentado por esa entidad al parlamento cubano y que uno de los diputados compartió con DIARIO DE CUBA.
De acuerdo con las autoridades, incurren en las "infracciones de carácter comercial" todas aquellas personas que sobrepasen los irrisorios límites para las importaciones impuestos por la Aduana en el 2014, intentando restringir "la entrada de mercancía de alta demanda en el mercado informal".
Como resultado de la aplicación de estas leyes se decomisaron en los primeros seis meses de 2016, 548.636 unidades, equivalentes a más de 244.000 kilogramos.
La Aduana persigue fundamentalmente a los cubanos que viajan a países que no solicitan visa, como Rusia, y anteriormente Ecuador, y que son escogidos para adquirir mercancía para su venta en Cuba.
"No es fácil. Nos acusan de hacer algo ilegal, de violar la ley, pero no se dan cuenta que la ley no sirve, intentan negar la realidad, porque lo que se trae de afuera es lo que el cubano compra", denuncia Joel, que trae mercancía rusa.
"Yo siempre trato de variar la mercancía para cumplir con las cantidades de la ley, pero eso es imposible. Hay dos opciones, que te decomisen, y otra gente termine disfrutando lo que compraste, o que, con tanta corrupción que hay en la Aduana, te encuentres uno que pida dinero y te deje pasar", aclara Joel.
"O pagas o decomiso"
Antes de atravesar las puertas de salida, resulta casi obligatorio sufrir los abusos de los aduaneros, que más que hacer respetar las leyes cubanas, de por sí arbitrarias, intentan sacar tajada. "O pagas o decomiso", dicen los uniformados sin ningún tapujo.
Alina llegó a Cuba desde Miami a finales de julio. Por primera vez en una década la acompañaban sus dos hijos y el esposo para reunir a la familia de las dos orillas. Pero antes del encuentro tuvo que pasar su mal rato.
"Ellos lo tienen todo pensado. Te retienen el equipaje, aunque saben que todo está bien; se demoran revisando los documentos. Saben que uno está desesperado por llegar y ver a la familia. Cuando te tienen bien estresado, te chantajean: 'No te preocupes, que si me das algo te ayudo'. Puede ser lo mismo dinero que algo de lo que traes", explica Alina.
Aunque la mayoría prefiere pagar para evitar problemas, algunos no lo hacen. Ese es el caso de Chucha. Con décadas viviendo en EEUU, ya conoce bien las andadas de los aduaneros.
"Mira, yo me sé bien el libro ese de la Aduana para que esos abusadores no quieran hacerme un cuento. Pero claro, lo que no pierdo de dinero lo pierdo en tiempo, hasta que desisten. Ah, esto es con los cubanoamericanos, porque con los que vienen de turistas no se atreven", agrega.
Cerrar fronteras a la libertad de expresión
Pero el trabajo de la Aduana va mucho más allá de garantizar la seguridad aeroportuaria, evitar el tráfico de drogas o las "infracciones comerciales". Su "misión" tiene también un marcado carácter político.
Según dijo a DIARIO DE CUBA un diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular que pidió mantener el anonimato, al presentar el informe las autoridades aduaneras dijeron que durante el 2016 se ha producido "un incremento significativo de la literatura con contenido subversivo y de carácter contrarrevolucionario".
"Según nos explicaron, intensificar el trabajo en esa línea de enfrentamiento es una de las principales misiones de la Aduana en estos momentos", explicó el diputado.
Entre los materiales decomisados se encuentran folletos y revistas. Al parecer, "la misión" es mantener las fronteras cerradas a las ideas y la libertad de expresión.
Recientemente el rapero cubano Soandry del Río denunciaba en la red social Facebook cómo las autoridades intentaron revisar el contenido de su computadora personal al arribar a Cuba, a lo que él se negó.
"Y detrás de mi valor no hay más soporte que el autorrespeto y los deseos de libertad para Cuba, aunque muchos no merezcan ni un ápice de la misma", escribió el artista en su perfil de Facebook, recibiendo muchos comentarios de apoyo de personas que han pasado la misma situación.
Su caso no es el primero, ni será el último. Artistas y periodistas independientes, activistas, así como las personas conocidas por su oposición al sistema, han sufrido amenazas y registros en Aduana. Y, aunque lo han hecho, denunciar ese tipo de acciones no sirve de nada.