El municipio Centro Habana, compuesto por los barrios de Cayo Hueso, Pueblo Nuevo, San Lázaro, Colón, Dragones, Guadalupe, La Punta (parcialmente), Los Sitios, Monserrate, San Leopoldo y Tacón, constituye la extensión inmediata de la ciudad, a partir del Paseo del Prado y de la Calzada de Monte. Su territorio se encuentra enclavado entre La Punta, Malecón y Calle 23, Calzada de Infanta, Avenida Manglar, Calzada de Monte y Paseo del Prado. Poseía varios puentes, entre ellos los de Galiano, Escobar, Manrique, San Lázaro y Ánimas, en las calles de los mismos nombres, los cuales desde hace años no existen.
El municipio se convirtió, de forma rápida, principalmente después de la instauración de la República, en la zona comercial preferida de los habaneros. Sus calles y calzadas, entre las cuales se encuentran Galiano, Reina, Zanja, San Rafael, Neptuno, San Miguel, Carlos III (parcialmente), San Lázaro, Belascoaín, Virtudes, Lealtad, Malecón, Infanta y otras, se llenaron de comercios de todo tipo, instalándose en algunas de ellas las principales tiendas por departamentos, como El Encanto, La Ópera, Fin de Siglo, La Época, Los Precios Fijos, los Ten Cents, Sears, los Almacenes Ultra, el Bazar Inglés, Flogar, La Casa Pérez, Almacenes Inclán, La Casa Cofiño, La Filosofía, La Sortija, Paris Viena, Cancha, Miralda, Albión, Belinda, California, Los Reyes Magos y otras muchas.
La frase "ir a La Habana" significaba entonces ir a estos comercios. También existían las joyerías Riviera, La Casa Quintana, Le Trianón y Cuervo y Sobrinos, los cines y teatros Campoamor, Alhambra (desde 1890), América, Cinecito, Rex Cinema Duplex, Neptuno, Águila de Oro, Favorito, Finlay, Majestic, Palace, Patria, Reina, Cuba, Rialto, Astral, Strand, Verdún, Cuatro Caminos, Infanta, Florencia, Warner y otros y, entre muchos, los restaurantes y cafeterías América, Asturias, California, Miami (Caracas), El Colmao, El Colonial, Fornos, La Muralla China, Las Avenidas, Madrid, Strand, Los Parados y Manzanares.
La mayoría de sus edificaciones importantes corresponden a los siglos XIX y XX. Entre las primeras se encuentran el Palacio de Aldama, la iglesia de Nuestra Señora de Monserrate, la de San Judas y San Nicolás, la casa de Antonio Bachiller y Morales, las casas situadas al comienzo de Carlos III, el Torreón de San Lázaro, la denominada Casa de las Viudas y los ya inexistentes Cementerio de Espada, Asilo de Mendigos San José, Mercado de Tacón o Plaza del Vapor y la Casa de Beneficencia.
Entre las edificaciones del siglo XX se encuentran la Escuela de Artes y Oficios, el edificio de la antigua Compañía Cubana de Teléfonos, la Fábrica de Tabacos Partagás, el Centro Gallego (donde estuviera el teatro Tacón), el teatro Campoamor (donde estuviera el Albizu), los edificios América, del antiguo periódico El País y de El Cetro de Oro, la casa de José Crusellas, el convento e iglesia del Sagrado Corazón, el colegio La Inmaculada, la iglesia de Nuestra Señora de la Caridad, el Gran Templo Nacional Masónico, el edificio de la Compañía Cubana de Electricidad, el de la Sociedad Económica de Amigos del País, el Mercado y el Hospital Municipal de Emergencias "General Freyre de Andrade", el convento e iglesia de Nuestra Señora del Carmen, la Escuela Normal de Maestros con su parque, el Hospital "Hermanos Ameijeiras", el edificio de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), el Solimar y el de la emisora Radio Progreso, los parques Maceo, de los Mártires Universitarios, Trillo, Finlay, Peñalver, Garcine (demolido), Marcelo Salado, donde estuvo la Plaza del Vapor, y Fe del Valle, donde estuvo la tienda El Encanto.
Todas estas obras se deben a magníficos arquitectos e ingenieros, tanto en el período colonial (en menor escala) como en el republicano. En el primero se destacan Manuel José Carrerá y Marcos Lucio. En el segundo, entre otros, Paul Belau, Hilario del Castillo, Charles B. Brun, Leonardo y Luis Morales Pedroso, Cristóbal Díaz, Rafael de Cárdenas, Luis Gogorza, Emilio Vasconcelos, Jorge Luis Echarte, Félix Cabarrocas, Evelio Govantes, José F, Mata, Francisco Centurión, Fernando de Zárraga, Miguel Ángel Moenck, Antonio Quintana, Nicolás Arroyo, Gabriela Menéndez y Víctor Morales de Cárdenas. También existen obras de arte de importantes escultores como Domenico Boni, Luis M. Regüez, Giuseppe Moretti, Ramón Mateu Montesinos, Guido Da Michel, Teodoro Blanco Ramos y Juan José Sicre.
En el municipio se encuentra el conocido Barrio Chino, exótico y populoso durante la República, bastante lejanos hoy sus días de prosperidad, utilizado actualmente, principalmente en un sector reducido de la calle Zanja, con fines turísticos en el giro gastronómico; así como también Cayo Hueso, donde nació el "feeling" en un ambiente de guitarras y ron, hoy visitado por extranjeros, debido a la existencia del denominado Callejón de Hamel, plagado de pinturas murales.
La Esquina del Pecado ya es solo un recuerdo, al igual que la Plaza del Vapor, con sus billetes de la Lotería Nacional, las hermosas aceras de granito blanco y verde de la calle San Rafael, las grandes tiendas por departamentos de vidrieras adornadas durante todo el año y con aire acondicionado, las elegantes joyerías y el ir y venir constante de los transeúntes por aceras y portales limpios.
Centro Habana es una de las zonas de la ciudad que ha recibido mayor cantidad de emigrantes de otras provincias, multiplicando su población en la misma superficie habitacional que existía antes de 1959. Así, inmuebles donde residían anteriormente una sola familia compuesta de dos a cuatro miembros, han sido ocupados por familias mucho más numerosas, adicionándoles espacios verticales no previstos en el diseño original, las conocidas "barbacoas" (entrepisos aprovechando los altos puntales), afectando la estructura de la edificación y produciendo hacinamiento poblacional sin las condiciones higiénicas y sanitarias requeridas.
Esta mala práctica, se ha extendido a algunos edificios de apartamentos y a locales de establecimientos desactivados, convirtiéndolos en verdaderas "ciudadelas". Este hacinamiento también ha propiciado el surgimiento de las denominadas "camas calientes", las cuales son ocupadas por unos miembros de la familia de día y por otros de noche. Antes, a este tipo de alojamiento precario, se le llamaba "solar", después se utilizó el término de "ciudadela" y ahora, oficialmente, se le llama "complejo habitacional", como si cambiar el nombre resolviera la situación crítica de quienes se ven obligados a habitarlo, lo cual demuestra el fracaso de quienes una vez, hace muchos años, cuando el problema no era tal, prometieron "resolver el problema de la vivienda en Cuba".
A esta carencia de viviendas en el municipio, se suma el hecho de que constantemente se pierden edificaciones por derrumbes (a un promedio de tres diarios), debido, además de a las causas ya señaladas, a la falta de mantenimiento y reparación durante años, sin que se haya construido lo necesario, no ya para el incremento del fondo habitacional, sino para reponer lo que se pierde. Esto aumenta el número de familias alojadas en albergues "temporales" con condiciones precarias, cuyo alojamiento se prolonga generalmente por cinco, 10, 15, 20 y más años.
Una nueva desgracia se está haciendo realidad: las autoridades, incapaces por falta de recursos económicos y tecnológicos de reparar o renovar el sistema eléctrico soterrado, construido en la primera mitad del siglo XX, han comenzado a sustituirlo, según ellas provisionalmente, en algunas calles por líneas aéreas, con las desventajas que las mismas representan ante diferentes fenómenos atmosféricos, dando un paso atrás a un desarrollo ya alcanzado. De continuar por este camino involucionista, no sería de extrañar que la colapsada red del acueducto fuera sustituida por la Zanja Real de la época colonial.
Con el trabajo por cuenta propia, los nuevos pequeños empresarios, a pesar de las múltiples trabas burocráticas existentes, y del alto costo de los materiales y de la mano de obra, han realizado el rescate y mejoramiento de sus locales, aunque no siempre todos con buena calidad constructiva ni buen gusto estético, repitiendo, en muchos casos, la tendencia "kitsch" tan generalizada desde hace años en el sector estatal.
El municipio clama por un plan serio de reconstrucciones y construcciones estatal que se aplique a las edificaciones altas, aunque una parte de su costo deba ser sufragado gradualmente por quienes las habitan, y porque se permita la construcción particular, siempre y cuando se respeten las regulaciones urbanísticas, ofertando materiales a precios asequibles. Solo mediante el trabajo del sector estatal y del particular podrá rescatarse y transformarse Centro Habana.