En los últimos días han trascendido dos documentos que revelan las discusiones internas que se producen en el periodismo oficialista cubano: el discurso de Karina Marrón, subdirectora del diario Granma, en el VI Pleno de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), y la carta de protesta de los periodistas que conforman el comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en el periódico villaclareño Vanguardia.
En su discurso, Marrón anuncia que "se está armando una tormenta perfecta" en el país, menciona el peligro de un estallido social como el del Maleconazo, habla del papel de la prensa ante una amenaza de esa clase, y también de la fuga de jóvenes periodistas de las redacciones del oficialismo. Este último punto centra la protesta de los trabajadores de Vanguardia, en contra de la censura política y a favor de una mayor libertad profesional.
Tanto el discurso como la carta colectiva se ocupan del lugar en que encontrará a cada uno de los periodistas de la Isla la tormenta que se avecina. De las palabras de Karina Marrón se desprenden miedo a la reacción popular contra los recortes de petróleo y energía, y miedo a no contar esta vez con un líder tan fuerte como lo fue Fidel Castro durante el Maleconazo.
No es descabellado suponer que esos mismos miedos existen en las instancias represivas del régimen, que estarán armándose para la tormenta. Y, entretanto, para los cubanos de a pie se inicia un verano en condiciones todavía más miserables. La perspectiva de un nuevo "Periodo Especial en Tiempo de Paz" consigue abrirse paso incluso dentro de la mayor apertura de EEUU y del mundo con que haya contado Cuba en más de medio siglo.
Recurriendo a la represión policial y la censura periodística, el régimen estaría combatiendo únicamente las consecuencias de la crisis. Las causas para parir tormentas van a seguir en pie mientras, en lugar de reformas a profundidad, siga apelándose a mayores restricciones y recortes.