El servicio militar en Cuba es obligatorio para todos los jóvenes mayores de 17 años. Sin embargo, si alguno de ellos se declara "abiertamente homosexual" puede quedar exonerado de la responsabilidad de prepararse para "defender la Patria". Entre los hombres gays hay tres grupos fundamentales: los que no fueron llamados, los que lo evadieron y los que lo disfrutaron.
Según el oficial de guardia consultado del Comité Militar del Municipio de Plaza de la Revolución: "La ley no está publicada, pero existe. La persona interesada debe entregar por escrito una carta que diga 'Yo soy homosexual', firmada por su puño y letra. Pero tiene que estar seguro de lo que hará porque eso se queda para toda la vida ahí archivado".
"Como si la homosexualidad fuera una carrera de la que uno se podría arrepentir a mitad de camino", se ríe Nonardo, quien postea fotos suyas en Facebook vestido de mujer.
Cuenta que a él ni lo llamaron: "Yo siempre fui una niña y, cuando llevaron la citación, mi padre se encargó de decirlo y no insistieron más".
"A mí tampoco me llamaron", recuerda una de las transexuales que se reúne en el Parque Central. "¿Tú crees que con estas tetas alguien crea aún que soy un hombre?"
Pero ellos no son los únicos. Muchos entrevistados creen que, como "el barrio entero lo sabe", cuando llegan a hacer cualquier tipo de verificación, el Comité de Defensa de la Revolución (CDR), "los señala con el dedo".
Aunque un gran número de gays confiesa que cuando les llegó el momento del "llamado" ya ellos habían logrado trazarse una estrategia de evasión.
"Si me la creyeron o no, ni me lo pregunté", dice Rolo, quien hace muy poco decidió "salir del closet" y no hubiese sabido cómo enfrentarse a "tantos machos juntos" sin que alguien no se diera cuenta de su preferencia sexual.
Y agrega: "En mi tiempo no existía nada de eso, si entrabas o eras el hazmerreír o eras la cantimplora o cualquier otra cosa desagradable. Preferí declararme hipertenso y tener a los 18 años más achaques que mi abuela".
Alberto solo tuvo que pasar un año de servicio militar porque había accedido a una carrera universitaria, pero su amaneramiento y su destreza con las computadoras le sirvieron para redactarle la tesis a un alto mando de la unidad militar que le tocó.
David presentó papeles de siquiatría y a mitad de la entrevista, uno de los militares que estaba en la comisión de ingreso lo llamó aparte y le preguntó si era homosexual. "Nunca entendí, pero parecía que me estaba prometiendo el cielo. Pero yo lo negué todo".
Ernesto, como otros, vio en el servicio militar una oportunidad única: "Yo no dije nada porque quería coger la Orden 18", dice refiriéndose a la ley que brinda la posibilidad a los jóvenes de hacer pruebas e ingresar a la universidad, "pero la verdad es que no me arrepiento de nada. Fue la etapa de mi vida que más gocé".
Algunos de los entrevistados no reconocen siquiera que están siendo discriminados, aunque cuando se les identifique sean destinados a trabajos de cocina o de oficinistas. Nadie se atreve a dar nombres de jefes que coaccionaron, que discriminaron o que excluyeron.
Las revisiones médicas realizadas por la comisión militar pueden resultar invasivas, pero hay tres preguntas en la evaluación psicológica, reveladoras del carácter homofóbico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
"¿Eres homosexual? ¿Has tenido relaciones con otros hombres? ¿Tienes fantasías o te has masturbado pensando en otros hombres?", asegura Rafael que le preguntaron cuando pasó por la entrevista para entrar al servicio militar, "y claro que mentí porque yo estaba aún en el closet, pero recuerdo muy bien cómo, pasado un tiempo de estar en la unidad que me tocó, tuve relaciones en el almacén, sobre unos sacos de arroz con uno de los jefes de la unidad. Nadie me obligó, pero por mucho que lo ocultara es como si tuvieran un detector de maricones allá adentro".
Cuenta, además, cómo uno de sus amigos, cansado de disimular él y de la hipocresía de sus guardas, irrumpió en una reunión, declaró su homosexualidad y a partir de ese momento solo tenía que ir de vez en cuando a firmar un documento que certificaba que estaba "gozando de muy buena salud".
La mayoría de los entrevistados considera que es una bendición que te excluyan de la "defensa de la Patria" porque "se pasa mucho trabajo allá adentro".
"Total, si nadie nos va a atacar y con la cantidad de militares que hay ya es suficiente…", afirma uno de los muchachos que hace su vida nocturna en el Parque de la Fraternidad.
En Cuba, donde la lucha por los derechos de los homosexuales es institucionalizada por una figura como Mariela Castro Espín, hija del presidente del país, ha sido imposible hasta ahora la legalización del matrimonio homosexual. Y es también asunto pendiente la legalización de homosexuales, no solamente en el servicio militar, sino en las propias fuerzas armadas. En los años 60, el servicio militar obligatorio sirvió de coartada oficialista para la apertura de los campos de concentración (UMAP) de jóvenes homosexuales y otros "indeseables". Según la versión utilizada entonces, para que todos esos jóvenes con "problemas" cumplieran con su deber con la Patria tenían que ser apartados del resto y tratados particularmente.
Desde entonces no ha sabido encontrarse una solución que conjugue homosexualidad y servicio militar obligatorio y que evite prácticas homofóbicas. El CENESEX, que dirige Mariela Castro, pero también las FAR, tienen sobre este tema muchas tareas pendientes. Aunque, como en el caso del matrimonio homosexual, no sepamos para cuándo.