A finales de los años 50 en poblados de la antigua provincia de Las Villas —actual Villa Clara, Santi Spíritus, Cienfuegos y sur de Matanzas—, no había llegado la electricidad. Los habitantes solo contaban con pequeñas plantas que les daba unas horas de fluido eléctrico de muy baja calidad.
Antes de 1959 la generación eléctrica era de 475,6 megawatios, y llegaba solo al 60% de los hogares, la mayoría en las grandes ciudades. Según datos oficiales, esta cifra "se ha multiplicado por más de diez en los últimos años". Aunque aún quedan zonas no electrificadas.
El periodista Elio Delgado, en su artículo Electrificación de Cuba, realidad ignorada, asegura que "Hoy llega a más del 96 por ciento y en muchos lugares, donde por lo intrincado no ha sido posible llevar el Sistema Eléctrico Nacional, se han buscado otras alternativas, como paneles solares, mini y micro-hidroeléctricas, para mejorar la calidad de vida de los pobladores".
¿Cuánto será en números reales ese 4% faltante; y de cuántos hogares se trata? ¿Inflará el Gobierno la estadística para asombrar a la opinión pública mundial?
Otro artículo asegura que la empresa Ecosol Energía "electrificó 544 viviendas, 1.882 salas de televisión comunitaria y 467 consultorios médicos, 5.543 sistemas en escuelas y 150 círculos sociales situados en regiones rurales montañosas".
Esto, a nivel nacional. Mientras, el 4% continúa inamovible. Amén que las estadísticas muestran que la prioridad gubernamental no se enfoca principalmente en los hogares.
El tema de la electrificación en Cuba es, parafraseando a Delgado, una "realidad ignorada" sobre todo por el capitalino y la casta gobernante. Pues la desatención eléctrica que sufren las zonas rurales de la provincia cubana es harto conocida para quienes nos movemos por sus trillos.
En la Península de Guanahacabibes, en el extremo occidental, residen al menos cinco familias. Una de estas, conocida como "los Chichas", vive en un bohío sin electricidad. A uno tres kilómetros, el Hotel María La Gorda es todo un resort despilfarrador de energía.
Al este, en Holguín, el municipio de Sagua de Tánamo presenta el menor índice de electrificación. César Sarmiento, especialista de inversiones de la empresa eléctrica en la región, argumenta que "los elementos que influyen en el atraso del plan de electrificación son la falta de insumos, aditamentos y accesorios".
Al sur de Sancti Spíritus, al menos 27 familias viven en las márgenes del río Guanayara, en el Circuito Sur, en casas y ranchos entre el litoral y la carretera. Muchos allí tomaron la tierra por el Decreto ley 300, que además de requerir hacer producir sus parcelas, insta a los campesinos a que se muden a estas estancias.
Ninguno de estos hogares tiene acceso a electricidad a través del sistema electroenergético nacional, y lo más sarcástico es que el cableado se encuentra sobre la carretera, a escasos dos kilómetros del más distante, encontrándose el más cercano justo bajo los postes, entre la carretera y la playa. Esta casa específicamente posee un sistema eólico importado por un turista.
"Hemos enviado cuatro cartas al Consejo de Estado, y hasta ahora no hemos obtenido respuesta", comenta un ranchero. "Nos dedicamos a la ganadería y ciertamente algunos no vivimos aquí porque el problema de la electricidad sigue sin resolverse. Ganas no faltan de tirar cables desde los transformadores".
Un internauta cuenta como un caserío entre Yaguajay y Mayajigua —provincia de Sancti Spíritus—, "hasta mediados de la década de los 80, no tenía tendido eléctrico y dependían de un viejo generador, propiedad de uno de los residentes para poder tener alumbrado por unas horas. […] Habían hecho incontables peticiones al Poder Popular, el PCC local y la Empresa Eléctrica para que les tiraran un cable, a pesar de que solo estaban a menos de 1 km de la carretera (Circuito Norte). Después de demoras y esperas, decidieron reunir dinero entre todos y pagarle a unos linieros para que, usando los recursos y equipos de la empresa a título personal, les tiraran la línea hasta el caserío. Gracias a la gestión personal de sus habitantes al fin lograron tener electricidad."
Historias como esta se repiten en la provincia. Mabujina, poblado del sur de Villa Clara, tuvo una experiencia parecida, con otro final, y un intermedio violento. Allí los lugareños vendieron sus cosechas. Talaron los palos para hacer postes, y compraron el cableado y transformadores para llevar la electricidad a sus hogares. El Gobierno envió soldados y tumbaron los postes, cortaron los cables y decomisaron los equipos.
La provincia cubana, desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí, presenta zonas pobladas sin electrificar. Repito, ¿qué cantidad de cubanos sin energía eléctrica encierra ese 4% que declara el Gobierno? ¿Hasta cuándo la falta de insumos, aditamentos y accesorios, junto a la burocracia que nos rodea, influirán en la postergación de soluciones?