A pesar de su aparente demanda, la fábrica venezolana de helados Coppelia, impulsada por Hugo Chávez en 2012, enfrenta los mismos problemas de eficiencia que la casa matriz habanera.
"Tres semanas después de ser inaugurada, la planta se paralizó por falta de insumos y de repuestos para maquinaria, estropeada por un apagón", recordó el diario venezolano El Mundo.
El entonces presidente Hugo Chávez, "visiblemente molesto, deploró que el proyecto estatal no estuviese operativo y pidió 'mano de hierro' contra los responsables".
Dieciocho meses después de su apertura, la "empresa socialista" continúa sin cumplir sus metas originales.
"Su distribución es irregular y de alcance limitado (Caracas, Lara y Falcón). La materia prima es importada (...), solo ofrece cuatro sabores" y "aún no aparecen los frutales anunciados originalmente", indicó el periódico.
Cualquier semejanza no es pura coincidencia.
El Gobierno venezolano ha desembolsado sumas millonarias para el establecimiento de fábricas y puntos de venta en varias ciudades del país. Pero no solo en Venezuela se anuncian inversiones para los Helados Coppelia.
El 24 de septiembre de 2013, un funcionario cubano dijo a la agencia oficial AIN que la fábrica de La Habana "incrementaría su capacidad de producción a partir del primer trimestre de 2014, gracias a una inversión de cuatro millones de dólares en su sistema tecnológico, contemplado en el proyecto de colaboración con Venezuela".
En su habitual columna del diario El Universal, el periodista Nelson Bocaranda recordó que en 2012 "el caudillo anunció una 'empresa que sería ejemplo para el mundo'", pero, "hasta hoy, [es] otro fracaso 'hecho en socialismo'".