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Ensayo

De Aforística dispersa

'Prefiero, frente a la susodicha pareja de especímenes abundantes, al impedido de Amor. Al cojo, al ciego, al paralítico de Amor.'

Málaga

 

De las diálecticas del Amor

 

El amor, como casi todas las cosas, tiene dos caras: instruye; y destruye. Dependiendo del desequilibrio, la preponderancia de una de sus caras, recibiremos demasiada instrucción o demasiada destrucción. Hay quien prefiere el amor como sucedáneo de una pedagogía de la vida. Y así halla enseñanzas hasta en las más imperceptibles palpitaciones del corazón. Elaborando, pues, las más refinadas estrategias contemplativas. O una suerte de pudor, que es alimento, por ineludible sabiduría, del Amor. Los amantes (o amados) de una demasiada destrucción, se consumen, sin prolegómenos, en un fuego perpetuo, emotivo, particular.

Por supuesto que no estamos hablando de los diletantes, estudiantes, bachilleres del Amor; ni de los que llamo  "fulmíneos", los fulminados o asaeteados de repente por cualquier género de flecha, siendo su gesto típico llevarse las manos al pecho, donde no dudo que suela pendulear el órgano cordial "radiante", aunque la iluminación per se (que puede ser fría, como ciertas estrellas, o ciertas bombillas), no explica la devoración ni la irradiación por fuego del Amor.

Los dos —fulmíneos, bachilleres— son enemigos letales del Amor. Amagan, propalan ciertos símiles del Don Amoroso, incluso a veces se emplean a fondo, unos por mera apariencia, otros por invetereda negligencia, y otros por esa ingenua convicción de espuria fe con que han sido dotados. Pero se desgastan, y desgastan todo aquello o aquellos que tocan. Y son mayoría. Y la mayoría, ya sabemos,  suele ser peligrosa por sí misma. Su lógica, que es numérica, serial, hace énfasis en multiplicaciones políticas del Amor (y en otras tantas políticas), siempre tendenciosas, y, repito: peligrosas. Pues sus políticas —como el fascismo, o como el Amor a la Humanidad— son reflejo de mundos defectuosamente privados.

Prefiero, frente a la  susodicha pareja de especímenes abundantes, al impedido de Amor. Al cojo, al ciego, al paralítico de Amor. Aquel que, a pesar de poseer atributos como el Deseo y la Pasión, no los emplean per directa en Amor. Ni siquiera por elección, pues no les ha sido dada la posibilidad de elección en tales menesteres. O el Amor les es adventicio, accidental, como el uso de este o aquel par de zapatos, o es una azarosa curiosidad, como observar el vuelo de una mosca. Pero son impedidos, espirituales (su espíritu sin embargo sobrevuela o se adentra en zonas no exentas de sublimidad), y hasta materiales, del Amor; no del amorío, que les es lícito frecuentar, sin alteración de esencia. No, no se necesitan —impedido y Amor— el uno al otro.

Sin embargo, su inocencia, casi limítrofe en una variedad del misticismo, o de un singular realismo, me desarma. Como me desarma la inocencia —que puede ser generosamente santa, y por consiguiente perversa— de los niños. Estos serecillos —niños, impedidos—, qué duda cabe, me desarman. Nunca podré conocerlos a fondo. Creo que son formas apriorísticas de más saludables y desconocidas futuridades, potencialidades, del Amor.

 

 

Del secreto

 

Se sabe que el secreto —que no debe confundirse con el enigma, aun teniendo aspectos en común, como el arcano— no es solo privilegio, poderío, de quienes lo detentan como un Don, o de quienes más o menos periódicamente se inician en algunas de sus claves. Hay una agonística del secreto, una impaciencia del secreto, un "malestar" del secreto, pues implica sueño y ensueño y vigilia a la vez; y un necesario terror, a la vez, de raíz pagana, y vigencia moderna, que puede mantener a un país —como el mío, que quizá no carezca, para bien o para mal, de algo confusamente similar a un "Inconsciente Colectivo"— en una infinita (casi mesiánica) suspensión de su Revelación:

 

"La sangre del chivo y del gallo

se mezclarán en el Secreto".

 


Rolando Sánchez Mejías nació en Holguín en 1959. Sus libros publicados más recientes son  Historias de Olmo (Siruela, Madrid, 2001) y Cuaderno de Feldafing (Siruela, Madrid, 2003). En 1993 fundó el grupo literario Diáspora(s) y la revista homónima, que circuló dentro de Cuba como samizdat.

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