Back to top
Sociedad

Aficionados al rock, alarmados por los ataques de una pandilla de supuestos seguidores del punk

Las agresiones ya no solo se producen en los conciertos, sino también en lugares en los que se reúnen jóvenes rockeros cubanos, advierten.

La Habana

Nelson David es un adolescente de 13 años de edad. Su único entretenimiento, además del playstation, es jugar al fútbol con sus amigos en los bajos de un edificio ubicado en la calle Santa Ana, donde un acuerdo entre la Policía y el consejo de vecinos lo prohíbe.

En dos ocasiones uno de los jefes de sector del consejo popular Plaza ha multado a la madre de Nelson David por ese motivo y confiscado la pelota.

"No se dan cuenta de que es mejor que esos niños jueguen al fútbol ahí, a que se asocien en una pandilla y se conviertan en vándalos", lamenta Julia Esther Brizuela, exmiembro del Partido Comunista y psicóloga de profesión, en referencia a la creciente oleada de violencia protagonizada por adolescentes y jóvenes que integran bandas.

"Las autoridades policiales no enfrentan el pandillerismo juvenil y el Partido no permite la divulgación del fenómeno en la prensa, a pesar de que resulta evidente su existencia", afirma Brizuela, abuela de un adolescente agredido por una pandilla de jóvenes que se describen como aficionados al punk.

El pasado mes de marzo un grupo de adolescentes, supuestamente seguidores de la música punk, protagonizaron por tercera ocasión un incidente violento durante un concierto de rock en La Madriguera —sede de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), en La Habana— donde se reportó un saldo no precisado de lesionados.

Dionisio Arce, director de la agrupación local Zeus, decidió interrumpir la presentación, a la cual estaba invitada la agrupación vasca Chapel Punk.

"De la provocación y las ofensas verbales pasaron a la violencia, arrojando objetos a los músicos e incluso invadiendo el escenario", narró Arce que no logra entender cuál es el propósito de estos adolescentes que dicen ser aficionados al punk.

"La cultura punk nunca asumió la violencia como presupuesto ni como expresión. Solo me queda pensar que el único 'divertimento' de estos jóvenes es sabotear los pocos espacios rockeros que existen".

La forma originaria del punk era de transgresión; buscaba liberarse de los corsés estéticos, de la opresión, de la autoridad y mostrar desacuerdo con la sociedad convencional.

Trabajadores de La Madriguera que hablaron bajo condición de anonimato coincidieron en que se trata de la misma pandilla autora de otros hechos violentos que ocurrieron en septiembre del pasado año.

"Son los mismos, pero ahora son más numerosos. A causa de aquellos incidentes habíamos determinado suspender las actividades rockeras, pero la dirección indicó reanudarlos y nosotros tenemos serios temores por nuestra integridad física", declaró uno de los trabajadores.

"Siempre que organizamos un evento de rock contactamos a la Policía, pero como mucho acude un patrullero diez o 15 minutos y después abandona el lugar", añadió otro trabajador.

En los conciertos y también en la calle

Los seguidores del rock en La Habana plantearon que los actos violentos no ocurren solamente en espacios donde se organizan conciertos de rock, sino también fuera de los eventos.

"Apenas tenemos conciertos de rock en la ciudad y, para colmo, estas pandillas punketas también agreden en los parques donde hacemos vida social", relató Héctor, un adolescente de 16 años que fue agredido por miembros de estas pandillas que frecuentan el céntrico parque G, en el tramo ubicado frente al Ministerio de Relaciones Exteriores.

"Otras dos amistades mías también fueron agredidas, a uno de ellos lo hirieron con un pico de botella. Me pregunto qué hace la Policía. En una ocasión me subí a una estatua del parque y a los cinco minutos apareció un patrullero, pero cuando los punketas arman sus broncas ni sombra de agentes del orden público", cuestionó.

Familiares de adolescentes rockeros también han expresado temores respecto a la escalada de actos de violencia generados por el pandillerismo que protagonizan los supuestos seguidores del punk.

"Nuestros hijos también nos salieron rockeros, cosa que nos alegra porque sabemos que la cultura rockera cubana siempre ha sido bastante sana aunque hostigada por la Policía en todos los tiempos", declaró Hans Gutierrez, tatuador y padre de una adolescente de 17 años de edad.

"Antes teníamos la tranquilidad de que hacían vida social en un ambiente que generalmente era tranquilo, pero estos muchachos punk realmente nos tienen bastante preocupados y la Policía está de brazos cruzados", advirtió Gutiérrez.

Michel Espinosa, militante de la cultura punk desde mediados de los años 80 y padre de un adolescente de 15 años de edad, tampoco se explica las actitudes violentas de estos jóvenes.

"El punk original buscaba incomodar a lo establecido haciendo siempre lo 'políticamente incorrecto' y lo opuesto al buen gusto, la moral y la tradición. Era básicamente una serie de actitudes de transgresión estética y musical, aparejadas a una serie de comportamientos de disconformidad cotidiana, pero jamás se trató de esta violencia que hoy generan estos muchachos".

Una fuente de la Sala Maxim —sede de la Agencia Cubana de Rock (ACR)— indicó que sus directivos temen que la violencia de estas pandillas punk se extienda a la sede una vez que esta reabra sus puertas al público rockero, después de más de dos años cerrada por una reparación capital.

"Pero sobre la Sala Maxim siempre hubo quejas y renuencias de vecinos y autoridades del gobierno del consejo popular Príncipe. Nos inquieta que si estas pandillas mudan su violencia a la sede, terminarán pagando justos por pecadores porque le echarán la culpa a todos los rockeros", concluyó la fuente.

Más información

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.