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Política

Un paseo por los alrededores de la embajada de EEUU en La Habana

Hoy, 14 de agosto, en el hermoso edificio que en el año 1952 se construyera para sede de la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, volverá a ondear la bandera de las barras y las estrellas, ausente durante más de 50 años.

La Habana

Hoy, 14 de agosto, en el hermoso edificio que en el año 1952 se construyera para sede de la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, volverá a ondear la bandera de las barras y las estrellas, ausente durante más de 50 años.

El entorno del mismo, ubicado en el Malecón habanero, en la parte baja y considerada más moderna de El Vedado de los años 50, es muy diferente al de la época de su inauguración. Las bellas mansiones y viviendas, carcomidas por el tiempo y la indolencia, se han convertido en ruinas o ciudadelas, los edificios están faltos de mantenimientos, las calles y las aceras rotas y la suciedad y el abandono proliferan por doquier, a pesar de que en estos días las autoridades se han dado a la tarea de higienizar un poco la zona.

El edificio de la embajada, como ningún otro, ha sido víctima de las sucesivas histerias políticas: mítines y concentraciones de repudio, marchas del "pueblo combatiente", vigilias, vallas ofensivas, conciertos antiimperialistas y muchos otros engendros ideológicos.

El bello parque que tenía al frente, en un momento de "exaltación patriotera", fue demolido y, en su lugar, se levantó el adefesio arquitectónico denominado Tribuna Antiimperialista José Martí, más conocido popularmente como "El Tontódromo", con una ridícula estatua del Apóstol con un niño en brazos, señalando hacia el inmueble con dedo acusatorio.

Los habaneros siempre han dicho que Martí no acusa, sino que le indica al niño dónde es que dan las visas para viajar a "la Yuma".

Por si no fuera suficiente, se agregó un llamado Monte de las Banderas, con enormes astas coronadas con banderas negras primero, y después también con banderas cubanas, cuyo único objetivo fue impedir que la población leyera las noticias y mensajes que se exponían digitalmente en la fachada del  edificio.

Aunque algo alejado del inmueble, debe recordarse que el monumento a las Víctimas del Maine, en los primeros años de la década del 60, también fue objeto del "vandalismo revolucionario", cuando se derribó el águila de bronce que lo coronaba, fragmentándose en la caída, cuya cabeza se encuentra en manos de las autoridades norteamericanas, mientras el cuerpo lo custodia el Historiador de La Habana en el Museo de la Ciudad.

El que fuera un entorno de paz y tranquilidad, agradable a los transeúntes y a los vecinos, con los avatares políticos, se convirtió en uno de violentas confrontaciones, algo que, por cierto, no sucedió con el inmueble del Gobierno cubano ubicado en la Calle 16 en Washington, donde el día 20 del pasado mes de julio se izó la bandera nacional.

Si no fuera pedir peras al olmo, sería deseable que el entorno habanero de la embajada de EEUU volviera a su estado original, retirando las antiestéticas y corroídas astas de las banderas, demoliendo "El Tontódromo" y retirando la estatua de Martí. También, uniendo las dos partes del águila, ésta debería ser restituida  en lo alto de las columnas.

Tal vez esto, a pesar de algunas exigencias absurdas y consignas obsoletas, fuera una buena señal de madurez política y de que algo realmente está cambiando.

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