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Opinión

Fatalismo nacional cubano

¿Está Cuba maldita? Es errado creer que la miseria es insondable y que La Habana, indefectiblemente, se desmoronará balcón a balcón.

La Habana
La Habana.
La Habana. Diario de Cuba

Cuando la miseria es homogénea y crónica, es posible llegar a asumir, interiorizar, aceptar la vileza como natural. La corrosión ambiental termina por carcomer el espíritu, ese que San Pablo diferenciaba del alma e identificaba con la voluntad de hacer. La miseria, sobre todo la que viene con desesperanza, roe el brío y ahoga el vigor.

Nuestro decorado vital es una ciudad (La Habana) sucia, agrietada, grotesca, que solo embellece cuando se la mira desde la ventanilla de un avión que despega. Nuestra melodía de fondo es la cabrona circunstancia de la vulgaridad por todas partes. ¿Está Cuba maldita?

La insularidad que forjó lo cubano ha exacerbado también una bipolar conciencia de chovinista particularidad, que se torna a veces ridícula soberbia, a veces fatalismo auto percibido. El mismo convencimiento de lo "especiales" que somos nos lleva con frecuencia a pensar que en el ADN nacional está impreso el ethos pegajoso, pastoso, grisáceo que es la monótona vida cubana actual. Hemos aceptado que somos miserables, nos hemos denigrado.

Pero es errado creer que la miseria es insondable y que La Habana, indefectiblemente, se desmoronará balcón a balcón. Cuba no está maldita.

Mirando en retrospectiva, si nuestra mente funcionara según los esquemas de la ciencia de hace cien años, en plena efervescencia eugenésica, creeríamos que la miseria cubana es cuestión racial, valorando si quizás estamos como país expiando la expulsión de los judíos de los reinos de Castilla y Aragón en 1492.

Unos años después, leído de Weber La ética protestante y el espíritu del capitalismo, quizás estaríamos convencidos de que Calvino y Lutero eran la base de la modernidad, por lo que el papismo sería la raíz de nuestro atraso con respecto al vecino del norte, no tendríamos duda de que el subdesarrollo latino es cultural.

Pasando la mitad del siglo, probablemente, la discusión se centraría en la geografía —geopolítica diríamos pomposamente— y en los determinantes de estar situados en cierta latitud, con acceso a más o menos animales y plantas domesticables, a grandes masas fluviales, a diferentes climas y recursos minerales que permitieran un desarrollo temprano y una industrialización posterior; el enfoque ecológico da buenos argumentos para explicar las grandes divergencias entre civilizaciones.

Geografía, cultura, genética; natura y nurtura tienen en común lo definitivo y externo, la acomodaticia condición de ser "aquello que nos pasó", y que hagamos lo que hagamos no podremos fracturar las cadenas heredadas… pero no es así.

Hoy sabemos que ni la concentración de judíos o mormones —otra secta acusada de enriquecimiento oprobioso— explica el desarrollo, ni lo explica la cultura, la religión o los recursos naturales que hayan tocado en suerte.

El progreso de un país depende exclusivamente de sus instituciones, siendo una institución no un enorme edificio neoclásico, sino un procedimiento abstracto formalizado que facilita la cooperación comunal, ordena y estandariza el comportamiento de las personas dentro del grupo, y proporciona un esquema externo al que adscribir la actuación individual.

Instituciones son el lenguaje, la moral, la ética, el dinero, la familia o el Estado, entes que son segregados por la evolución a partir de la fricción constante entre los individuos. Nadie las inventó, pero todos vivimos, aun sin ser conscientes de ello, en el marco y las referencias que estas instituciones proveen para poder entendernos y coordinarnos mediante supuestos tácitos aceptados socialmente.

La prosperidad económica depende, sobre todo, de cómo interactúen las instituciones establecidas en cada país con dos ideas o concepciones sociales: la propiedad privada y el ánimo de lucro.

Si las instituciones son plataforma de transparencia, seguridad y previsibilidad con respecto a la propiedad y a los frutos que de ella se obtengan, y si la cultura, el discurso público y la visión compartida acogen el ánimo de lucro como una virtud, está garantizado el progreso en esa sociedad, que será más rápido cuanta más bondad institucional haya hacia la propiedad privada y el ánimo de lucro.

"Enriquecerse es glorioso", afirmó el Primer Secretario del Partido Comunista de China Den Xiaoping, dando así el pistoletazo de salida para la economía más dinámica de los últimos 30 años. Cambió de golpe la orientación de las instituciones chinas, hasta ese entonces ariscas y criminales con la propiedad y el ánimo de lucro.

200 años antes, Adam Smith tenía claro que "un hombre que no es capaz de adquirir propiedad o dominio no puede tener otro interés que comer lo más que pueda y trabajar lo menos posible". Cuba debe alejarse de las demagogias que prometen justicia social, igualdad y redistribución, para centrarse en el concreto mimo de la propiedad y el lucro; así, los cubanos dejarán de ser como el hombre de Smith, devoradores, y podrán cultivar el ahorro y la inversión.

Y no es que la justicia o la equidad no sean importantes, pero no pueden ser impuestas. El abogado y Nobel de Economía Ronal Coase afirma que las buenas instituciones —aquellas que sintonizan con la propiedad y el lucro— promueven espontáneamente sociedades más inclusivas que tienden a la desconcentración de la riqueza, mientras que una mala institucionalidad genera dinámicas extractivas con tendencia a concentrar la riqueza en una élite política-financiera que empobrece al resto.

El futuro de ningún país está cincelado en piedra. No hay cultura, raza o geografía determinando nuestro devenir como nación cubana. Serán las instituciones de las que nos dotemos las que determinen nuestra "suerte". Que unos malditos se hayan robado la isla, no significa que la isla esté maldita. ¡Ánimo cubanos!

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13 comentarios

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Yo también lo creo SR Hadamard , yo trabajo con ellos y viajo frecuentemente a Israel y creo lo mismo es el pueblo De Dios y el que los odie serán maldecidos por 100 años un rabino amigo que la furia De Dios dura 100 años , si hasta el 2039 sufrirán los cubanos por sus pecados y penurias

Profile picture for user Hadamard

Yo durante años he pensado que los cubanos estamos maldecidos. De hecho me he planteado mil veces la pregunta: ¿que hemos hecho para merecer esta soga? Tal vez aquel barco lleno de judíos que rechazamos en 1939 y que después murieron en los campos de exterminio nazi sea nuestro karma...

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Monsieur—— Correcto. Maldición judia. Rechazaron el barco y van a tener 166 años de castrismo.

Profile picture for user Pedro Benitez

“¿Está Cuba maldita?” Sí, por la incapacidad organizativa de los cubanos que viven en terrenos donde es posible organizarse. Y con herramientas técnicas, operativas y profesionales para la lucha; yo, primero yo. Porque yo soy primero en cámaras y micrófonos.

Profile picture for user Plutarco Cuero

El Babalawo de los KKKastro, los estafó ...

"Salación o Muerte"

Mis felicitaciones a la colega Rafaela Cruz por este excelente texto.

Maldita y mas salaos que el mar!

La isla prision maldita!

Profile picture for user JCAleman

Excelente artículo que expresa bien como la miseria al hacerse endémica se traga todo, desde los referentes éticos hasta la capacidad de trabajo. Exactamente lo que el cartel de Punto Cero logro al imponer el comunismo en la que fuera una de las naciones más prósperas del hemisferio.

No hay límites en la depauperación que genera el totalitarismo proletario así que aún no han alcanzado todo de lo que es capaz ese régimen.

Rafaela Cruz será, de alguna forma, pieza importante en la nueva Cuba que se avecina.
Su talento y su pedagogía ha abierto los ojos a muchos cubanos que, gracias a su periodismo independiente, hemos podido entender los enrevesados caminos de la economía dictatorial.
Rafaela, los cubanos que creemos que una nueva Cuba es posible te rogamos : NO TE DETENGAS

Profile picture for user Proscopito Arrechabaleta

Está maldita. No hay vuelta atrás.

Esas instituciones deben ser erigidas, respetadas, asumidas como suyas y defendidas por personas, y esas personas serían los cubanos de hoy, que al histórico desprecio nacional por instituciones de cualquier índole le suman 60 años de régimen totalitario que liquidó desde el principio cualquier idea y realidad de institución en Cuba que no fuese las santas gónadas del mesías de Birán y sus herederos actuales. Un pueblo que hace muchas décadas tiene como principal preocupación diaria encontrar un paquete de salchichas para comer esa noche y cómo 'resolver' (robar) en su trabajo para sobrevivir. Un pueblo que después de más de medio siglo de "educación" castrista, de monopolio ideológico y de miseria generalizada es mayormente ignorante, inculto and proud of it. Al rampante proceso de imbecilización a escala planetaria los compañeritos llegaron mucho antes, analógicamente. No lo tienen fácil las instituciones.

"Las instituciones son plataforma de transparencia". En todo el artículo esas seis palabras lo dice todo. Esas seis palabras la tienen sembrada como un eje los países nórdicos y el resultado es que sin muchas riquezas naturales tienen economía y democracia de primer mundo.

El mismo cánelo singao lo dijo en una reunión estamos salaos, el karma que no perdona