Aunque el foco periodístico y de opinión pública, a nivel global, está centrado la ola de incendios en la Amazonia brasileña, poniendo en tela de juicio las decisiones gubernamentales de Jair Bolsonaro, no menos grave ha sido lo que viene registrándose en Bolivia, también como consecuencia de políticas de Evo Morales.
En el caso de la Amazonia brasileña, la discusión incluso se elevó a un conflicto entre París y Brasilia, incluyendo señalamientos personales y descalificaciones.
La Amazonia, con selva, bosques y sabanas en ocho países, pero principalmente en Brasil, ha devenido en una guerra de micrófonos que deja en evidencia las enormes diferencias que prevalecen en material ambientalista.
El último capítulo, en una escalada de declaraciones que envuelve principalmente al francés Emmanuel Macron y al brasileño Jair Bolsonaro, este último pidió que el europeo le pida disculpas públicamente como condición para aceptar un paquete de ayuda de 20 millones de dólares que se acordó precisamente en Francia, en donde se sostuvo el fin de semana una reunión del G-7.
Inicialmente, Brasilia había rechazado la ayuda de los países más ricos del globo. Pero este 27 de agosto Bolsonaro dijo que quizás acepte el dinero pero solo si antes el mandatario de Francia, Emmanuel Macron, le pide disculpas.
"Macron no logra siquiera evitar un previsible incendio en una iglesia que es un patrimonio de la humanidad y ¿qué pretende enseñarle a nuestro país?", fustigó Onyx Lorenzoni, en la guerra de micrófonos, en referencia al incendio que devastó la basílica de Notre-Dame, en París, el pasado abril. Lorenzoti es el jefe de gabinete de Bolsonaro.
Bolsonaro, por su parte, rechazó inicialmente la ayuda y dijo que el G-7 debería destinar tales fondos para "reforestar Europa".
Las posiciones están enmarcadas en diferentes concepciones. Bolsonaro pretende circunscribir el tema de la Amazonia a decisiones que competen enteramente a su país y, si bien ha hecho ajustes en sus declaraciones, finalmente ha admitido la magnitud del problema.
Macron, por su parte, en consonancia con la visión de varios países de Europa occidental, considera que el pulmón vegetal sudamericano es un asunto de todos, por el impacto global que tiene lo que ocurra allí.
La Amazonia abarca ocho países, incluido Bolivia donde también hay una ola de incendios, aunque la mayoría de los bosques se encuentran en Brasil. La selva amazónica produce alrededor del 20% del oxígeno del mundo y juega un papel esencial en la lucha contra el cambio climático, según diversos expertos y estudios especializados.
Entretanto, el problema está lejos de resolverse, incluso según las propias autoridades especializadas de Brasil. El pasado fin de semana se registraron 1.113 nuevos incendios.
En lo que va de este año 2019 se han reportado 80.626 incendios en todo Brasil, un 78% más que en el mismo periodo de 2018, según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE). No hay cifras confiables sobre la cantidad de hectáreas que se han incendiado en las últimas semanas.
"Todos los años se queman bosques amazónicos, y décadas atrás en dimensiones como en 2019. La gran diferencia es que nos hemos hecho consientes en el mundo de un problema que viene ocurriendo, que no le habíamos prestado atención y que es absolutamente inaceptable", asevera a DIARIO DE CUBA, desde Lima, el ecólogo peruano Ernesto Ráez Lima.
En Bolivia, al mismo tiempo que el foco parece estar puesto en Brasil, se han incendiado unas 700.000 hectáreas, según información dada por el Gobierno de Evo Morales, del bosque seco Chiquitano.
El Gobierno de Brasil ha aceptado ayuda de Chile, Ecuador e incluso de Israel. Pero se ha mantenido un contrapunto con Macron. Bolivia ha aceptado ayuda de EEUU.
Aparentemente en las antípodas ideológicas, Bolsonaro y Morales tienen responsabilidades directas, por sus decisiones políticas, en la ola de incendios de este 2019, según Ráez Lima, con una larga trayectoria en temas amazónicos y en la junta directiva de la ONG Pronaturaleza.
"Bolsonaro desde que llegó al poder ha promovido un discurso antiambientalista, redujo el presupuesto a entidades ambientales y hasta despidió a un calificado director del INPE por reportar que habían ocurrido más deforestación que el año pasado", asegura Ráez Lima.
En relación con Morales, por su parte, señala la responsabilidad del mandatario boliviano en emitir un decreto para permitir la deforestación del bosque Chiquitano, único en el mundo.
La semana pasada, Macron calificó los incendios como una crisis global que debía discutirse en la cumbre del Grupo de los Siete G-7 que cerró este 26 de agosto en Biarritz, Francia. Bolsonaro acusó a Macron de tener una "mentalidad colonialista" y le dijo que se mantuviera al margen de los asuntos brasileños.
El presidente francés luego acusó a su contraparte brasileño de mentir sobre su compromiso de luchar contra el cambio climático y dijo que se opondría a cualquier gran acuerdo comercial entre la Unión Europea y los países sudamericanos.
La organización no gubernamental internacional Greenpeace, por su parte, ha señalado que estos incendios forestales están íntimamente relacionados con el proceso de deforestación que viene ocurriendo en la Amazonia. Esto debido a que en la mayoría de las ocasiones el fuego es utilizado para "limpiar" el área después de la tala, preparando la tierra para el ganado.
Además, en un círculo vicioso, más allá de la deforestación, los incendios contribuyen al calentamiento global, liberando más CO2 a la atmósfera, alimentando así la emergencia climática.
El Gobierno de Bolsonaro, a juicio de Greenpeace, ha dado señales claras de que el bosque puede ser talado y nada pasará con los responsables.