En noviembre de 1989 los ciudadanos de Berlín Oriental, la capital de la República Democrática Alemana (RDA), se abalanzaron sobre el Muro que había dividido la ciudad, y simbólicamente al país, por casi 30 años. A la desorientación inicial le siguieron meses de intensa movilización ciudadana que culminaron con la reunificación de Alemania. En ese nuevo capítulo de la historia alemana, la transparencia en el financiamiento político parecía esencial para minimizar el peligro de que resurgieran ideologías políticas como el fascismo y el comunismo, que tanto daño habían hecho a la nación en su pasado reciente.
Stefan Hofmann (1965) estudió Ciencias Políticas y Sociología en Heidelberg, Hamburgo y Salamanca, España. Es doctor en el tema de financiamiento de partidos políticos en el Estado de Autonomías español. Fue periodista en Alemania y España. Ha trabajado para la Fundación Konrad Adenauer (FKA) en Alemania, México y Guatemala. Actualmente es director de la Oficina de la FKA en Stuttgart y encargado para el Estado Federado de Badenia-Wurttemberg.
Hablemos del financiamiento de partidos.
Para tener más claro el fenómeno del financiamiento de partidos, primero habría que ver qué entendemos con el término de partidos políticos. En las democracias occidentales los partidos políticos son organizaciones no estatales encargados de transportar la voluntad de los ciudadanos a los mecanismos de representación democrática.
En su artículo 21, inciso 1, la Constitución alemana afirma que "Los partidos participan en la formación de la voluntad política del pueblo. Su fundación es libre. Su organización interna debe responder a los principios democráticos. Los partidos deben dar cuenta públicamente de la procedencia y del uso de sus recursos, así como de su patrimonio".
En el mismo párrafo que define a los partidos políticos y su función, se establece la obligación de rendir cuentas públicamente sobre la procedencia y el uso de sus recursos y patrimonio.
Claro, la cuestión de la transparencia financiera es consustancial a un partido democrático. El financiamiento se puede diferenciar por la procedencia de los fondos. ¿Son de origen privado? ¿Provienen de fuentes públicas? ¿Hay fuentes de ingreso propios (patrimonio, edificios arrendados, prensa, etc)? Y también: ¿Hay fuentes ocultas? ¿Qué papel desempeña el extranjero?
También hay que ver cómo se financian los candidatos o políticos ya electos. Cuán transparentes son sus finanzas. Por ejemplo, en Alemania consideramos una ventaja cuando los diputados ejercen una profesión paralela a su función política. Mantener una actividad económica paralela al mandato político otorga cierta independencia al ejercicio de ese mandato. Aunque el mandato político tiene que ser la actividad principal del diputado. Cuando ellos siguen trabajando siguen obteniendo ganancias, ingresos. Pero sobre estos ingresos es muy difícil tener transparencia total.
¿En qué consiste esa dificultad, podrías ponerme un ejemplo?
Si eres abogado, por ejemplo, la transparencia podría entrar en conflicto con la protección de los datos del cliente. Lo que hacemos es que, según las reglas de comportamiento de los diputados, ellos tienen que declarar ante la presidencia de la Cámara cuál es el monto de sus ingresos aparte de los que obtienen como diputados. Hay diez categorías entre 1.000 Euros al mes hasta 250.000. Los datos se actualizan constantemente en la página web del Bundestag, nuestro Parlamento.
En Cuba hay antecedentes de un proceder semejante, el presidente Ramón Grau San Martín declaró el monto de su fortuna en 1944 antes de asumir la presidencia de la República, lo que reforzó la confianza ciudadana en su probidad.
Periódicamente tenemos ese debate sobre el diputado transparente, de vidrio o cristal, decimos. Y creo que el término medio que hemos encontrado es bastante bueno. Me da la impresión de que Alemania es uno de los países que más hincapié hace en la transparencia del financiamiento político.
Hay que ver también en qué plazo se da la transparencia. Porque si se da con dos, tres o aún más años de retraso, entonces ya no interesa, es pasado. En el informe financiero que los partidos han de publicar cada año, los donantes a partir de 10.000 euros tienen que aparecer con nombre y dirección. Si una empresa contribuye con un monto considerable a un partido, se conoce.
Esto es importante, pues la influencia que hacen las empresas en los partidos políticos por un lado fortalece la democracia, pero por otro se sabe que podría tener intereses de imponer cierto sesgo en las decisiones políticas a través de los partidos.
En la Constitución cubana la única alusión al partido está en su artículo cinco, que afirma que el "Partido Comunista de Cuba es la vanguardia organizada de la sociedad y el Estado". Sin aludir a transparencia alguna ni rendición de cuentas en el uso de recursos. Tampoco, por supuesto, existe nada parecido en el resto del ordenamiento jurídico.
Habría que preguntarse en qué medida un partido único, como el que existía en la Alemania Oriental, con un simulacro de ramificaciones dentro de un "bloque democrático antifascista", sea comparable con el concepto de partido democrático. Partido viene de "parte". Si un partido o un "bloque" de partidos reclama representar la sociedad entera, ya estamos fuera del concepto de democracia liberal según el modelo occidental.
A algo así lo llaman partido, pero es un movimiento que además convierte al Estado en su herramienta y reclama representar la "voluntad popular" sin tener el valor de someterse a su juicio en comicios verdaderamente libres.
En una transición a la democracia en Cuba, ¿qué prácticas concibes que deben ser implementadas desde el inicio?
Debido al enredo entre partido y Estado, el PCC ha tenido décadas para apropiarse de edificios y materiales de valor, lo cual no solo puede interpretarse como un desvío de propiedad pública, sino que supone una desventaja en las oportunidades de los partidos concurrentes durante esa transición. La transparencia respecto al patrimonio de ese partido dominante es esencial (con las respectivas sanciones duras para casos de ocultamiento).
Está también el papel del financiamiento público durante la transición. En un primer momento el financiamiento público permite a los partidos existir y "acostumbrarse" a la nueva situación. Pero me parece interesante limitar paulatinamente su porcentaje de las finanzas totales para incentivar el arraigo social de los partidos. La política debe ser financiada principalmente por los ciudadanos, no por el Estado, por medio de donaciones y cuotas privadas, esa es otra manera de garantizar que el partido responda a los intereses de sus miembros y/o electores.
También los partidos que surgen en una transición deben ser libres en aceptar apoyo, digamos intelectual, de parte de organizaciones extranjeras en temas como capacitación, formación política, administración y comunicación.
En el caso de Cuba está también en cuestión el papel del exilio y de su poder económico. El tema se merece un debate político propio, ya que es bastante complejo.
¿Qué experiencia de la transición-reunificación alemana resulta útil a un proceso de transición a la democracia en Cuba?
En Alemania se unificaron dos culturas políticas con desarrollos diferentes por prácticamente 50 años, pero la complicación fue además desde el punto de vista económico. En Cuba, visto desde afuera, podría repetirse algo que no ha gustado mucho en la transición o unificación alemana, que fueron los conflictos derivados de la reunificación de una población de muy poco poder económico y la población de Alemania Federal, mucho más solvente. Y es que habría grupos de la población cubana, relacionados con el poder o el exilio, muy fuertes económicamente en contraste con los demás.
Habría que evitar unas ventas disparatadas del patrimonio estatal a muy bajos precios y en unas pocas manos. Una privatización de esa naturaleza podría acabar en injusticia social y pondría desde el inicio intereses diferentes en lo que es el objetivo de la democracia para unos, los que no tendrían nada, y para otros, el pequeño conjunto de grandes propietarios. En Alemania, solo por la transición y para organizar la privatización de las empresas y el patrimonio de la antigua RDA, creamos la empresa Treuhand, el fideicomiso, digamos.