Mientras el exilio en Miami festeja la muerte de Fidel Castro en las calles, los disidentes en Cuba se han abstenido de salir a la calle y esperan más represión. Algunos han tenido sus casas vigiladas.
"No nos alegramos de la muerte de un hombre, de un ser humano, lo que sí nos alegramos es de la muerte de los dictadores", dijo Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, reporta la AFP.
Durante casi 48 años en el Gobierno, Castro trató a los disidentes con mano de hierro. En 2003 ordenó la detención de 75 de ellos, que fueron condenados a largas penas de prisión. En las décadas anteriores cientos habían sido encarcelados, apartados de la vida social u obligados al exilio.
Las Damas de Blanco, un grupo surgido tras la represión de 2003, no salió a la calle el domingo pasado como suele hacer cada semana.
"No porque estemos de luto (…) es por respeto a todos los que sienten a Fidel", dijo Soler.
"Sí nos alegramos de la muerte de una persona que le ha causado tanto daño y dolor al pueblo cubano", confesó Ángel Moya, miembro del Grupo de los 75, quien cumplió casi ocho años de prisión.
La única mujer integrante de ese grupo, Marta Beatriz Roque, dijo sin embargo que "para nada" se alegra "de la muerte de nadie, aunque sea la muerte del diablo".
No obstante, justificó el júbilo de Miami. "La gente que está en Miami es gente que está muy dolida, porque el régimen trajo como consecuencia la destrucción de la familia", añadió Roque.
José Daniel Ferrer, otro de los 75, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), dijo que su organización también decidió suspender sus acciones de protesta.
"No nos alegramos y vamos a estar tranquilos, aunque él sea el principal responsable de la miseria y la falta de derechos políticos", declaró Ferrer.
Los opositores coincidieron en advertir la posibilidad de una ola de amedrentamiento, ahora que Fidel no está y su hermano Raúl necesita afianzarse de cara a su relevo en el Gobierno en 2018.
La represión "va a continuar, va a ser peor, se va a recrudecer, puesto que el apoyo de Raúl Castro era Fidel", opinó Soler.
Roque señaló que Raúl Castro ya había apretado las tuercas. "La represión al pueblo es grandísima", pues "las personas tienen muchas limitaciones y prohibiciones".
"De inmediato, espero más represión", coincidió Ferrer.
"Todos van a dar un giro, incluyendo nosotros (los disidentes)", dijo el activista Antonio G. Rodiles a la agencia Reuters. "Desaparece esta sombra, ese gurú, y ahora todo lo que hace Raúl Castro tiene que asumirlo él mismo", agregó.
Un sector de la disidencia cubana se ha opuesto al acercamiento a La Habana realizado por el Gobierno de Barack Obama.
A juicio de Soler, Obama ha ignorado la represión y ha "empoderado al régimen cubano" y no a la sociedad civil, como prometió.
"Estamos esperanzados con esta nueva administración de los Estados Unidos [la que encabezará Donald Trump], en que por lo menos el Gobierno cubano sea condenado con energía; sea condenado con firmeza por las violaciones reiteradas de los derechos humanos", dijo Moya.
El sábado, Trump llamó a Fidel Castro "dictador brutal".
Roque, sin embargo, no cree que "Trump sea una persona interesada en la política en Cuba". En su opinión, el futuro presidente adoptará la línea del Partido Republicano, diferente a la de Obama, pero atemperada al Gobierno.