A estas horas los Leñadores de Las Tunas habrán ido camino a su tierra en caravana por la Carretera Central, y hasta los aficionados de provincias vencidas habrán salido a rendirles honores a los nuevos reyes de la pelota cubana, en justo reconocimiento a quienes han sido el mejor equipo del campeonato.
Por primera vez en 42 años, el trofeo quedará guardado en una vitrina del balcón del oriente cubano. Antes, los fieles que desafiaron pronósticos y no creyeron en destinos escritos abarrotando su cuartel general, lo acariciarán y se salpicarán de la gloria.
Pablo Civil, su flamante director, ha sabido extraer lo mejor de sus atletas e impregnarle esa mentalidad ganadora que se hizo polvo la temporada pasada. Apoyado en su método de observación, sus estrategias y largas horas de trabajo, fue posible el resultado sobre el terreno de juego.
"El equipo de Las Tunas se ha convertido en una familia, en una seria familia. Algunas personas pensaron que este equipo no iba a lograr este objetivo después de un segundo lugar el año pasado, pero los peloteros creyeron en la victoria desde un inicio. Hemos trabajado muy duro, sin descanso. Desde el año pasado no puedo dormir más de cuatro horas y esto creo que me ha ayudado a estudiar mucho a los contrarios y conocer a mi equipo como tal para lograr este objetivo. Al pueblo tunero que nos espere, misión cumplida", declaró a la prensa nacional minutos después de finalizado el último partido
A lo largo del camino hacia la victoria, el protagonismo se ha repartido a lo largo de toda la alineación titular y el cuerpo de lanzadores.
La velocidad de Yuniesky Larduet, el tacto de Jorge Johnson, la experiencia de Danel Castro, el liderazgo de Yosvany Alarcón, el empuje de Alexander Ayala, la productividad de Jorge E. Alomá, y la laboriosidad de Andrés Quiala, se fusionaron con el dominio de Yoanni Yera, el empeño de Dariel Góngora, la efectividad de Yudiel Rodriguez, el ímpetu de Yadián Martínez, y el coraje de Yoalkis Cruz, para plantar la bandera de campeones en el centro del béisbol cubano.
"La trituradora oriental", como la han empezado a llamar algunos medios, supo navegar contra vaticinios adversos de analistas y comentaristas deportivos, no le importó su ausencia en las trasmisiones televisivas durante buena parte del campeonato, luchó contra las piedras psicológicas que le fueron poniendo en el camino, y supo destruir los demonios que le soltaban a su paso sus rivales dentro y fuera de los estadios.
El impacto ha sido tremendo. En las calles de toda la Isla los niños corren a los parques a batear pelotas, en las esquinas solo se habla de béisbol, y por un momento el cubano ha olvidado problemas y vicisitudes y está disfrutando el placer de ver respirar con fuerza el deporte nacional.
En Las Tunas, una multitud se lanzó a las calles en espera de los campeones. Comenzó el carnaval oriental bajo el sonido de las congas y los fuegos artificiales en honor a la victoria.
"Esto es un gran logro desde el punto de vista deportivo para Las Tunas, el pueblo va a estar esperándonos. Muy contento con este espectáculo que se dio. Este equipo, donde quiera que iba llenaba los estadios, y al final ganó el béisbol, que es lo más importante en todo esto", terminó diciendo Civil, director de los Leñadores.