Alegría en Colorado y tristeza en el norte de Chicago. Anoche, de visita junto al lago Michigan, los Rockies de Nolan Arenado (de 5-1, RBI, K) batieron a los Cachorros de Albert Almora (de 5-2, 2K), se agenciaron el pase al otoño y, de paso, despidieron a los locales, que deberán esperar al año que viene si quieren volver a jugar cuando las hojas caigan.
2 por 1 se resolvió el duelo en la friolera de trece capítulos, cuando la Aurora ya movía sus rosados dedos sobre la hiedra que cubre los muros del Wrigley Field. Ya en el inicio hubo postalita cubana, pues Arenado inauguró el marcador con elevado de sacrificio al central, capturado por Almora.
A partir de ahí, se jugó una pelota de esas que no se olvidan. Almora debió meter medio cuerpo en la hiedra para atrapar una bola que hizo a la gente suspirar hondo. Arenado, por su parte, les recordó a todos el porqué de sus guantes de oro. En la antesala, fue una aspiradora que recogió todo lo que le tiraron. En el quinto resultó desafiado por un machucón que buscó en carrera, a mano limpia, out que completó en la inicial sin apenas despeinarse. Y luego, ya en el undécimo, se tiró de cabeza hacia su izquierda, interceptó una pelota que ya buscaba los jardines, y la soltó hacia primera como si le quemara la mano.
Agua pa ti, agua pa mí.
En el octavo, los Cachorros encontraron su mojo y trabaron a uno el marcador, pero con la ventaja a 90 pies del plato, dos outs y conteo de dos y dos, a Almora le tiraron una de esas curvas capaces de luxar una espalda, pasó el bejuco y solo encontró brisa.
Cinco capítulos más tarde, los Rockies marcaron otra rayita, los Cachorros no supieron responder, y chirrín chirrán, se acabó. Hubo llanto y caras largas en Wrigley Field, donde este año no se verá enrojecer la hiedra, y gritos y brindis en las cervecerías del centro de Denver. Como si celebraran el triunfo, un par de perros chapoteaban entre los bancos de arena del South Platte River. En la librería Tattered Cover, donde se venden más libros de béisbol que todos los editados en el caimán en los últimos 60 años, hacía rato que habían apagado las luces. En el volumen 100 Things Rockies Fans Should Know & Do Before They Die, se hace referencia a las raíces cubanas de Arenado, aunque no se menciona a su abuelo Gerardo, a quien los ñángaras le confiscaron un bailable allá en el guaso al inicio de la revolú. Admirador de esos ñángaras, justamente ayer fallecía en La Habana el reconocido historiador americano de béisbol Peter Bjarkman, autor de varios volúmenes de pelota cubana escritos desde un punto de vista tan equivocao, que solo podemos despedirlo con aquella frase de la gran María Teresa Vera: para tocar abakuá, no sirve la maraquita.
A partir de ahora
Esta noche, en el Bronx, los Mulos de Chapman y Hechavarría se jugarán su destino frente a los Atléticos de Oakland. Si ganan, podrán adentrarse en el otoño. Si pierden, deberán decir adiós.
Así, las Series de División de la Liga Nacional comenzarán mañana, 4 de octubre, con las cuatro últimas novenas enfrentándose entre sí: los Bravos visitarán a los Dodgers de Puig y Grandal, y los Rockies de Arenado desembarcaran en Milwaukee, donde se las verán con los Cerveceros de don Gio González.
Nos vimos ayer, nos veremos mañana.