"Tengo que entrenar, aunque sea en el mar", dice Renato. Tiene 15 años e integra el equipo juvenil de natación de La Lisa. Como todos sus compañeros, sufre la escasez de piscinas operativas que afecta al deporte cubano.
"El año pasado no clasifiqué para las competencias nacionales. Este año voy por el mismo camino", se preocupa Renato. "Las piscinas de los hoteles cuestan cinco CUC y no tengo ese presupuesto".
Como única opción, tiene que entrenar todos los días en el mar, en la piscina natural del círculo social Aracelio Iglesias.
Aurora, de 50 años, madre de una nadadora, cuenta que lleva dos semanas yendo con su hija al Cotorro para que pueda entrenarse.
"Mi hija sueña con integrar el equipo nacional y participar en los Juegos Olímpicos. La apoyo, pero la piscina donde entrenaba en la Ciudad Deportiva no tiene agua. El Cotorro queda muy lejos. Nos resultan muy costosos estos viajes".
Aurora ha hecho todo tipo de trámites para asegurarle el entrenamiento a su hija, sin resultados.
"Hasta intenté hablar con (Antonio Eduardo) Becali, presidente del INDER, pero no me atendió. Estaba ocupado", se queja. Añade que algunos jóvenes pueden entrenar en el Complejo de Piscinas Baraguá, de la Villa Panamericana, "una de las tres instalaciones que tienen agua en La Habana".
Otra piscina con agua es la Cesáreo Fernández, pero también está limitada para el uso de los atletas de alto rendimiento.
"Me había colado varias veces", dice Geikal, un muchacho entusiasta de La Lisa. Practica el estilo pecho y también quiere llegar lejos. "Pero me advirtieron que no volviera por allí. La última vez conseguí cloro para congraciarme con el entrenador. Dejó que me metiera y nadara un rato. Cuando me iba, fue conmigo hasta la puerta y me pidió que no volviera más, que el director me había visto y lo había regañado y no quería perder su empleo".
Aunque el descenso de la calidad deportiva cubana es general y se nota en los resultados en eventos internacionales, los deportes de piscina son los más afectados.
"El polo acuático, el nado sincronizado, el clavado y la natación han sufrido en los últimos tiempos una merma considerable", dijo un exfuncionario de la Dirección Municipal de Deporte de Marianao y exnadador, quien pidió anonimato.
"El año pasado el equipo juvenil de polo tuvo que entrenar en la playa, con una portería improvisada. Sé de varios miembros del equipo municipal de natación que también entrenaron en el mar, algo nefasto porque el agua salada es más liviana que el agua dulce y la dosificación de carga no es la misma. Además, está el problema de las distancias, la sincronización de la vuelta y otros detalles técnicos que solo en las piscinas olímpicas se pueden limar", añadió.
A pesar de estar al tanto de estas necesidades, instalaciones que poseen condiciones para el entrenamiento permanecen cerradas. Tal es el caso del complejo de piscinas Ciro Frías, del municipio Diez de Octubre.
"Desde hace meses estamos cerrados", dijo un trabajador del centro. "El agua estaba contaminada y vaciaron las piscinas. Dijeron que iban a aprovechar la ocasión para una reparación general. Vino un especialista a efectuar la defectación y dejó una solicitud de presupuesto, pero la dirección del centro se quejó de que era mucha plata. Solo trajeron la pintura y ni siquiera han pintado".
"Para ganar una medalla internacional en estos momentos hay que ser un campeón natural, un extra clase. O ser hijo de un rico con posibilidades, o de un dirigente", criticó el exfuncionario del INDER. "Los del pueblo, que solo cuentan con las ganas y la voluntad, no pueden llegar a ninguna parte. Ni siquiera al equipo nacional".