No se humaniza al hombre del desierto.
Se le encierra y se le quitan todos los derechos,
excepto el derecho a ser "combatiente enemigo".
Los cuidados del hombre del desierto
son los cuidados que dan a los locos furiosos
y a los asesinos en serie: cadenas en las manos
y en los pies, vigilancia cada tres minutos,
aislamiento y trajes de condenado a muerte.
Semejante protocolo es el vértice
del humanismo cristiano occidental:
libertad para luchar por cualquier medio
las guerras convenientes.
El hombre del desierto, superado,
sobrevive en el confort de su enemigo.
Guantánamo es la máxima atención
que pueden ofrecerle: un millón
de dólares anuales y la cuenta subiendo
por un número de años incalculable.
Cuando todos seamos "combatientes enemigos"
se van a terminar semejantes exquisiteces.
José Ramón Sánchez Leyva nació en Guantánamo en 1972. Sus últimos libros publicados son Marabú (Torre de Letras, La Habana, 2012) y El derrumbe (Letras Cubanas, La Habana, 2012). Es editor de la revista La Noria. Este poema pertenece a su libro inédito Gitmo.
Otros poemas suyos: Animal Planet, La cerca es infinita, Daños colaterales y Área verde: un paseo.