He utilizado la palabra amor como un bisturí,
y después he contemplado esa cicatriz verdosa que queda en lo amado y en el amante,
y esa cicatriz verdosa brilla también en estas palabras…
José Carlos Becerra
pasado ya el peligro del olvido el filo del olvido
que rasga hiere hunde acaba todas las sensaciones
pasados los ardores apagado el volcán
que me obligaba siempre a devorar tu boca
a tragarme tus pechos a masticar tu aliento
domado el fuego el humo de la nada
lo que hay tras la montaña de la aparente nada
la nada que aparenta no tener vida ni temblor
en el ojo amarillo del destino
quedamos tú y yo bajo la noche
solo tú y yo y encima
la larga y ancha noche del mundo
este es el último amor sobre la tierra
porque tocar tu mano saber que está tu mano
es mejor que tu mano se hunda en mi delirio
soñar tu boca saber que tu boca sigue ahí
que tu boca existe para decir mi nombre
y con mi boca el tuyo
es como la certeza
es la melancolía que se convierte en júbilo
de este último amor sobre la tierra
porque todo eres tú
el aullido salvaje del oso cazando y la brisa que peina los pinos
la cigarra solemne bajo una hoja en el otoño y la lengua
la húmeda lengua que hace saltar mis alarmas
eres el fuego y el rumor de la lava
el aleteo de la polilla nocturna
la marea que devuelve maderas mordidas
y el tigre que ciega los ojos de la noche
eres la sed del tigre y la sangre fría de todos los peces
y el salto del músculo en tus piernas
y la piel erizada de tus largas piernas moviendo mi memoria
el musgo la soledad del musgo las canciones del musgo
que canta el musgo allá en su verde angustia sola
y el olor que desprende la muerte contra el musgo
eres la puerta y todo lo que pudiera haber detrás
el ruido de esa puerta en el amanecer y en la noche
abierta tirada chirriante puerta que abren a veces los fantasmas
por donde entran los vivos a arrancarme hilachas
de corazón que también tiene musgo
por donde un tigre disimula sus alientos de fiera
eres mis huesos y la ceniza de mis cenizas eres
todo el aire que estuvo en mis pulmones eres
el miedo que me clava lanzas doradas
el vómito y la sangre haciendo lazos de humo
la caricia y su golpe cuando hace mucho que no pasa
eres lo que sucede y lo que no se espera nunca más
eres el fin del mundo el fin de mi universo las alas
que me llevan alegremente hacia el país
donde ya nunca espero nada de nada
en la santa paz de tu boca en el musgo.
Ramón Fernández Larrea nació en Bayamo, en 1958. Sus libros de poemas más recientes son Yo no bailo con Juana (Lingkua, Barcelona, 2010) y Todos los cielos del cielo (Verbum, Madrid, 2015)
Otros poemas suyos: Sin soñar, El grito, Agujero llamado Nevermore y The Long Good Bye.