Ya está bien que no quieras opinar, ni permanecer en la cerca, ni mucho menos subir con la circunstancia. Pero que no veas ese aspecto sombrío que han cobrado las cosas, y a todo digas sí sin sombra de entusiasmo…
Te lo dijo el encargado antes de marcharse, y esos pobres decentes, ahora ancianos de mandíbulas giratorias. Por cierto, ninguno acampa ya en La Maravilla: uno tras otro fueron llamados y resulta que no hay sobrevivientes.
Primero retiraron los camiones de mudanzas, luego las máquinas de hacer música (aun cuando no habían dejado de sonar). Hasta que se vino pedazos el Hotel Roma.
Pero eso es el derrumbe y podría devenir Metáfora de Todo.
En realidad, hablo de otra cosa. Por ejemplo, del padre de Kafka, tendido sobre un mapa, intentando sofocar las naciones.
Pedro Marqués de Armas nació en La Habana, en 1965. Fue miembro del grupo Diáspora(s). Publica, junto a Dolores Labarcena, la revista digital Potemkin Ediciones. Sus últimos libros de poemas publicados son Cabeças e outros poemas (Hedra, São Paulo, 2008) y Óbitos (Bokeh Press, Leiden, 2015). Este poema pertenece al segundo de estos libros.