de niño me signó una edad en que vivía solo
y lanzaba grandes piedras al aire. mi tío me llevaba
al descampado y me ponía a changanear
con otros niños.
en verdad es importante el resultado de los golpes,
ellos nos trabajan las orejas y los ojos: cuando
hay muchos no valen las edades, ignoran, se desplazan
sobre ti, amoldan la cabeza, y nos volcamos
contra ellos con los puños cerrados.
uno aprende mejor el rigor de los hábitos, el porqué
de esos instantes que construyen una edad
en que de cuando en cuando te golpearon.
ahora crece en el vacío que soy el niño-gallo,
que sin esas marcas y torsiones, sobre todo sin ese
mirar, no sería. pero el niño-gallo, niño-bestia
y sin motivo, se pasea entre los muebles, y se sienta
al margen de la tarde para ver las viejas solas,
y el débil sostener de nuestras casas bajo un pedazo
de cielo que no ha logrado reinventar.
armado contra la muerte, mira al padre
y a la madre, tapando con despojos la miseria,
moliendo su maíz, sus cáscaras de huevo; hablándole
al solo que va hacia el descampado sobre la hierba,
que es el descampado abriéndose para que haya
siempre niño, siempre gallo. y ve que su tío
entre los restos se echa en una sombra con ganas
de llorar, y allí en derredor, la noche nace
de su cuerpo, cercando los recuerdos del nadie
que fue. se levanta y cada piedra es un regaño
y una valla que lo espera.
la noche me remite hacia el jardín y noto
entre las vigas estos guantes (guantes-casa)
(guantes-padres), (guantes-tierra) donde crece
la raíz de lo difícil. ellos son mi permanencia
y mi legado. los limpio, y en ellos siembro, orino
y me defeco. luego los coloco al frente,
como a un raído retrato, de esos días muertos
que viví.
Oscar Cruz nació en Santiago de Cuba, en 1979. Sus últimos libros de poemas publicados son Las posesiones (Letras Cubanas, La Habana, 2010), Balada del buen muñeco (SurEditores, Madrid, 2012) y La Maestranza (Unión, La Habana, 2013). Ha traducido a Georges Bataille: El pequeño (Editorial Santiago, Santiago de Cuba, 2010). Coedita la revista literaria La Noria.
Otros poemas suyos: Holofernes, La campaña, De riposta y Los años de aprendizaje.