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Poesía

La flor del esqueleto

'A los muertos que aún estamos vivos/ nos conviene ser algo deportivos'

Miami

 

Para no ocasionar gastos mayores
prescindimos de exequias y de flores.

Para no molestar a nadie luego
—ni al gusano—le dimos gusto al fuego.

Ni siquiera una urna: unas cajitas
de cartón y unas cuantas piedrecitas.

A los huesos más duros de pelar
se les tritura y se les echa al mar.

Se les puede guardar en un arcón
hasta que nadie sepa de quién son.

O se les deposita en un jardín:
en el principio siempre estuvo el fin.

La cuestión no es morir sino esperar
que la muerte no se haga de rogar.

A los muertos que aún estamos vivos
nos conviene ser algo deportivos,

y no existe deporte más completo
que escribir en la flor del esqueleto.

Escribir tonterías, ya se sabe:
ni vivir ni morir son cosa grave.

Y escribir, mucho menos. A no ser
que el que escriba se muera de placer.

Es decir, que se mate. La escritura
también tiene su encanto: jettatura.

El suicida es un ente superior,
sobre todo si usa ordenador

y se mata escribiendo. Nada más.
Este muerto se va a vivir en paz.

 


Orlando González Esteva nació en Palma Soriano en 1952. Fondo de Cultura Económica ha publicado una antología de sus textos: ¿Qué edad cumple la luz esta mañana? (México, 2008). Su libro más reciente es Animal que escribe. El arca de José Martí (Vaso Roto, Madrid, 2014). Este poema pertenece a un libro en preparación.

Otro poema suyo: Uno se cansa de morir...

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