a mí tampoco me soportan las ratas.
mirándolas, no obstante, con perfecto
desprecio hacia ellas, uno descubre
que hay en sus miradas lugar para lo bello.
las ratas solo atacan cuando ven prosperidad.
he mirado con cuidado los ratones literarios,
y ninguno me provoca semejante admiración.
la fuerza y el futuro está en manos de las ratas.
celebro sus notables cualidades.
sentadas en todas las mesas,
probando todas las comidas,
mirando con pasión el noticiero
para ver en qué sentido batirán los vientos.
ratas de derecha y ratas
de izquierda, ratas que exageran el talento
de las ratas que desean. ratas que estarán
en el listado cuando sea necesario proteger
a las ratas.
siento por ustedes verdadera admiración.
sin embargo, ni yo mismo me comprendo.
a veces las escucho chillar en una trampa
y me deleito. otras, las pongo en una jaula
a merced de la candela.
me gusta cómo chillan sus hocicos.
cómo andan por las calles erizadas por el miedo.
nadie como ellas en el arte de soplar.
nadie como ellas cuando quieren su bocado.
dicen mis amigos que soy un asesino,
que no entienden cómo encuentro placer
haciéndole eso a nuestras ratas.
ratas que llevan una vida consagrada a la belleza.
ratas que llenan de prestigio y hermosura
a la ciudad. solo puedo adelantarles una cosa:
estad alertas.
no conozco el corazón del asesino.
conozco mi corazón y es horrible.
Oscar Cruz nació en Santiago de Cuba, en 1979. Sus últimos libros de poemas publicados son Las posesiones (Letras Cubanas, La Habana, 2010), Balada del buen muñeco (SurEditores, Madrid, 2012) y La Maestranza (Unión, La Habana, 2013). Ha traducido a Georges Bataille: El pequeño (Editorial Santiago, Santiago de Cuba, 2010). Coedita la revista literaria La Noria. Este poema pertenece a La Maestranza.
Otros poemas suyos: De riposta, Los años de aprendizaje, Lo que cuenta y La diferencia.