Aquellos ojos verdes/ de mirada serena...
No quiero entrar al polvo sin conocer la música de esa estancia prohibida
Un rayo o una espada. Algo que sople duro. Una inaudita pérdida
Nirvana o paraíso o aquellos ojos duros. No quiero entrar al polvo
al blanco manicomio, al hondo acantilado, sin conocer la sombra
el borde, el timbre, el légamo de la naturaleza. Las formas tan hurañas
la fugitiva esencia y la belleza errante que pasó por mi lado. Un oscuro planeta
Las letras son misivas absurdas. Yo quiero las candelas que se encienden al alba
Y las frías estepas. Extraños archipiélagos. Y las playas salvajes. Y tu rostro
y tu rostro como un copo de nieve. Un poquito de agua que refresque mis sienes
que deliran. Y aquella luz tan blanca. Y el hijo que no tengo. Y siempre el rayo verde
Las telas de la nada. El bestiario imposible. Las criaturas cuánticas. No el payaso
El tesoro. El cenit pitagórico. El nadir silencioso. Algo como la música
La extraña música. La música inaudible. Y aquellos ojos verdes
serenos como un lago. Y aquellos ojos verdes.
Jorge Luis Arcos nació en La Habana, en 1956. Sus últimos libros de poemas publicados son La avidez del halcón (Diputación de Cádiz, 2002) y Del animal desconocido (Casa Teatro, Santo Domingo, 2002). Este poema pertenece a El libro de las conversiones imaginarias (Betania, Madrid, 2014).
Otros poemas suyos: La otra mano, Borra el margen, Leyendo a Sor Juana y Del viaje.
El libro de las conversiones imaginarias puede descargarse gratuitamente aquí.