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Poesía

Letanía de Lawton

'érase una vez la habana/ la carnicería de homero/ voceando llegó el huevo o la novena del pollo'

Washington

 

para el amor, que llegó tan tarde
que todavía no se entera de nada
 

fonts y beales
nombres raros en realidad
para una esquina cubana
mi madre me obligaba a repetirlos
fonts y beales
por si un día me perdía en la ciudad
98269
lo mismo que mi teléfono
el único que se prestaba en muchas cuadras a la redonda
casi cabina pública
que después fue ganando dígitos con el desarrollo
988269
según mi madre envejecía
a expensas de mi juventud
6988269
en un tic tac lento pero traumático
con cada cambio de número
entendíamos que la vida era una cosa
muy distinta de la que esperábamos
fonts y beales por suerte
siguieron siendo fonts y beales
raro roce de dos calles ovaladas
que son paralelas primero
y después se cruzan en perpendicular
y aún después comparten
una acera en fonts
y la acera del frente en beales
geometría libre de cualquier cuadrícula republicana
tangentes saturadas de gente
nomenclatura sin fechas patrias
ni mártires revolucionarios
fonts
con la t antecediendo la s
nadie nunca atinaba con este secreto ortográfico
beales
sin la t de beatles
que mis vecinos oían en la clandestinidad pública
de los años setenta en la habana
mi casita de maderas y tejas coloniales
en el 125 de fonts esquina a beales
un perro siempre en el patio
llamado kelly generación tras generación
al lado los santos y postres del brujo miguel
que me santiguaba con su sonrisa de dientes dorados
aunque un día le dije que era negro como el betún
el betún era entonces azul
al otro lado un portón
victoria la del cdr
con media familia en fuga cuando el mariel
victorina la de los masarreales y frozens
los garajes de chapistería y refrigeración
todo estatal
todos estatales
también la bodega del chino centenario
que murió hace poco demente
pero todavía reconociendo el nombre de mi mamá
malía
y el de su hijo, yo
¿olandito tá bien?
abel y tita
los populosos tapias y dixons
la escalinata donde me iba rebajando los dientes de hueso
hasta perder un frontal
a golpes de deslizarnos sobre una lata o un cartón
y por la que se cayó un camión de leche una madrugada
que fue histórica en nuestra mitología de barrio
también cayó un hombre borracho desde un balcón
y no murió enseguida sino luego de meses
la destilería que nos calcinaba
las tendederas y los pulmones
la fábrica de pintura que se quemó
en un ulular de sirenas
que yo imaginaba salidas de las películas norteamericanas
que entonces quedaban en el infinito
y por eso mismo eran la libertad
érase una vez la habana
la carnicería de homero
voceando llegó el huevo o la novena del pollo
los bultos perclóricos del lavatín
los balones del gas
olores remanentes del capitalismo
tan domésticos
que parecían salírsenos por la nariz
margot la flaca y margot la gorda
enemigas entrañables
clara y valladares
maría antonia marín
en cuya casa creí por años que se habían conocido fidel y el ché
manolito
muerto bajo las gomas de un pitén en contra del tráfico
y su madre poniéndole manolito a su siguiente bebé
todos buenos y tristes
todos luminosos hasta por su lenguaje
aunque a veces se alzara algún machete
venido de otro barrio
otra ciudad
otro país
otra cosmología
panchita y tati sin isauro
tan blanco en su caja
con sus uñas de chofer de antes
a las cinco de una tarde de entresemana
ulises el mudito
la locura literalmente de ofelia
y las criaturas que parió a su suerte en un garaje ocupado
pascual y su carro
primeras palabras que dicen que pronuncié
pupú e cacán
ada
madrugando en los rayos x de un hospital pediátrico
la mata de almácigo que me quitó el asma
a cambio de un penacho de pelo
cada viernes con la intercesión de san luis beltrán
criatura de dios
consummatum est
los mangos filipinos
las indistinguibles guanábanas y chirimoyas
las orquídeas en un palo de naranja agria
que florecían en diciembre 10 por mi cumpleaños
mitos de mi madre maría
el joyero
el cristalero
santiaguito alicia y otros que fueron yéndose sin avisar
yo tampoco avisé
incluida la familia de mi amigo willy
en la escuela primaria nguyen van troi
que dejaron escondidas sus propias heces
en pomos y cazuelas por toda la casa
como venganza contra el repudio de la revolución
sujayla
que nunca más supe de ti
y fue la primera niña que me entró a su cuarto
para buscar juntos no sé cuál juguete
yo no sabía que podía tenerse un cuarto donde estar solos
y me pareció que con 8 o 9 años ella era mi primera mujer
iturbe el profesor de guitarra
fefa lala puchita y otras onomatopeyas de envejecer con amor
la quincalla de porvenir
el policlínico de dolores
el bar manzanillo
los trenes en el traspatio
los barcos en la bahía desvelada
la ruta 23
ícono literario desde el inicio de cabrera infante
la quinta de los locos de anaís nin
las canchas del conte y el ferroviario
palomas y papalotes
la cafetería del cangrejito
el convento de la camilo
jugando a las bolas
un cine con aspas llamado erie
y el matadero de lawton
donde las vacas son descuartizadas de pie
combinaciones inconcebibles para quien no sea del barrio
impronunciables palabras de importación
nombres raros a punto de irrealidad
como fonts
como beales
como los gallegos y polacos
que no eran de galicia y mucho menos de polonia
pero ahora de nuevo ya para siempre lo son
habitantes ausentes del socialismo cubano
en una esquina específica de la habana
que mi madre me obligaba a memorizar
junto a las cifras de nuestro teléfono
98269 988269 6988269
por si un día me perdía de la ciudad

 


Orlando Luis Pardo Lazo nació en La Habana en 1971. Ha publicado Boring Home (Premio Franz Kafka, 2009) y editó la antología Cuba in Splinters: Eleven Stories from the New Cuba (OR Books, Nueva York, 2014).

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