La canción sonaba ya mucho antes de que llegara la banda. Parecía que llegaría la guerra. En la primera noche se robaron los instrumentos. Los músicos se emborracharon. El cantante amaneció muerto y no solo de alcohol. Y la canción sonaba. El percusionista se lanzó a la piscina vacía y se fracturó un brazo. El guitarra líder se fue con una mujer y no volvió. Al bajista lo metieron preso por algo de drogas. Y la canción sonaba. Nadie escuchaba nada entre el estruendo de los televisores, pero de pronto cuatro quintas partes de la ciudad se quedó sin electricidad y hasta los automóviles cayeron en punto muerto. El padre del cantante vino a buscar el cadáver de su hijo para llevarlo a cremar, pero resultó que ya estaba cremado. Y la canción sonaba todo el tiempo, pero no se oía nada.
Ernesto Santana nació en Puerto Padre, en 1958. Ha publicado varios libros de cuentos y las novelas Ave y nada (Premio Alejo Carpentier, Letras Cubanas, La Habana, 2002) y El carnaval y los muertos (Premio Franz Kafka, Agite/Fra, Praga, 2010).
Más narrativa suya: Despiértate, Aleko, Ahogados y otros dos cuentos y La cacería permanente.