así deben de ser los cementerios
marinos con una paz profunda
y el corazón de agua ojos de agua miradas
líquidas y apenadas que atraviesan
la luz del agua en todas direcciones
así estoy muerto desde hace muchos años
mi candor en el agua mi cadera
hundida con mis manos temblorosas
entre piedras y limo entre las algas
que acarician los peces que no llegan
nunca a ninguna parte
solo me salvan los delfines
juegan
con mis palabras líquidas al fondo
de tanta oscuridad me traen el brillo
del sol remoto hasta el abismo de agua
solo visitan mi penumbra
los delfines
brillantes que no están quietos nunca
ni siquiera en la muerte eso me enseñan
a seguir caminando con los ojos cerrados
líquidos
sin memoria
solo recuerdo a los delfines
hocico al fondo luego hocico al sol
para el que no hay nombre siquiera
y luego un salto
una pirueta
sin recuerdos sin día al que volver
sin un día marcado en sus frentes
una penumbra un destello
el impulso en la víscera
el temblor
en un lugar remoto de sus cuerpos
un deseo un mandato un arcoíris
al fondo de todo lo profundo
así deben de ser los cementerios
marinos con una paz profunda
y luego nada
nada
solo un pez de silencio que atraviesa
Ramón Fernández Larrea nació en Bayamo, en 1958. Sus libros de poemas más recientes son Cantar del tigre ciego (Arlequín, Guadalajara, México, 2001), Nunca canté en Broadway (Lingkua, Barcelona, 2005) y Yo no bailo con Juana (Lingkua, Barcelona, 2010).
Otros poemas suyos: Mañana fue domingo, All that remains (Todo lo que queda) y La soledad sobrante.