Saya, blusa inmaculada,
medias transparentes,
labios muy pintados
entre no sé qué decisión
de últimas palabras.
Estaba esperando que llegaras.
Fin de año
en ese lugar que ya no existe,
donde no hay anuncios
ni postales
ni siquiera esa alegría siniestra
de matar animales
en el baño.
Con dólares eres reina por un día o dos semanas
aunque vayas con "fula" de algún loan o
de algún salario ganado a gota gorda.
Intercambio atroz de la apariencia.
Gastos y regalos,
humillaciones aprendidas
trabajando dobles turnos
o guardando propinas.
Una invitación a cenar fuera.
A celebrar el post-mortem con comida.
La familia completa en fila india,
elocuente camina como si fuésemos
a un balneario a despedir la muerte.
Yo, contando las divisas,
esperando la eternidad de un mediodía
mientras las moscas se arrebatan
con el festín chinesco
dejado atrás por alguien como yo
que está de paso.
Un ventilador falta, una penca.
Tantos insectos revoloteando platos
en este pequeño espacio de cartón.
Plástico el tenedor,
el cuchillo y la cuchara.
El agua densa
en un vaso enjuagado sin jabón.
Devoramos el cuerpo
cocinado a la plancha,
duro, medio crudo y muy frio.
Un gran festín romano
en esa tarde después del funeral.
Magali Alabau nació en Cienfuegos en 1945. Sus últimos libros publicados son Dos mujeres (Betania y Centro Cultural Cubano de Nueva York, Madrid, 2011) y Volver (Betania, Madrid, 2012). Este poema pertenece a un libro en preparación.