Dedicado a Maya Islas
Anda, camina, vuela intrépido
peldaño,
retuerce los brazos
estíralos.
Bendice a la muerte
o maldice la hora.
Alza la voz, el soplido,
desea el holocausto.
Anda con zapatos sin cordones.
Sórdida y gritando
o hablando incoherente
en el fango, muerde
lo que está frente a ti,
muerde al cristal
la toalla, la tierra,
el hierro,
el plomo,
muerde rabiosa.
Sin arrepentimiento pídele
al diablo ser su compatriota.
Recibe ardor, marcas.
Desafía a las olas iracundas,
llenas de basura,
de zapatos y plásticas montañas
repletas de piel de peces desgarrados,
de ballenas mutiladas, sofocadas
por horas de agonía.
Tarros de una cabra.
Toca tu cuerpo
respira este espectáculo,
detente en el paisaje
con tus greñas degradantes
con la sangre del toro
con la suciedad de las costas,
de las islas, de las plantas arenosas
del bayú.
Con espinas enterradas,
entra al mar,
deslízate, aliméntate de un hielo azul
verdoso gris,
llénate la boca.
No invites dioses para amortiguar
el viaje o mejor dicho la espera.
Naces en una bolsa pegajosa, líquida
gomosa.
Te halan.
Te empujan,
te raspan
y te golpean para que sientas
el primer ay y asientas
al recibimiento de los expertos.
Se alegran porque la serie sigue,
la programación continúa,
la línea no se rompe en la familia.
Desde hoy tienen otro quehacer
TÚ.
Magali Alabau nació en Cienfuegos en 1945. Sus últimos libros publicados son Dos mujeres (Betania y Centro Cultural Cubano de Nueva York, Madrid, 2011) y Volver (Betania, Madrid, 2012). Este poema pertenece a un libro en preparación: Sin la luz.