Sobre el aparente sosiego del amanecer,
deseoso de encontrar un asidero.
Saludo, con las manos extendidas, todo cuanto la luz desfigura
como residuos de la realidad
que llega a nosotros contaminada por la luz artificial
de las farolas que se apagan,
todas de golpe, como un milagro.
A esa hora no hay nada que hacer salvo aceptar
la belleza que luego pierde sentido, tras la brevedad
de esos instantes con que volvemos a observar
los sitios sobre el que edificamos todo
cuanto llamamos acontecimiento.
Una vez estuve en Baracoa, la ciudad primada de Cuba
y vi las estrellas varadas en un cielo profundo e infinito
que pretendía comportarse como cualquier otro.
Una vez las tuve al alcance de mis manos y sentí pavor.
Ahora observo el amanecer, turbado ante su apariencia
y de igual manera me sobrecojo.
Arístides Vega Chapú nació en Santa Clara, en 1962. Sus últimos libros de poemas publicados son Días a la deriva (Reina del Mar Editores, Cienfuegos, 2003) y la antología personal Que el gesto de mis manos no alcance (Unión, La Habana, 2007). Este poema aparece en la antología Bojeo a la isla infinita (con introducción y selección suya, Betania, Madrid, 2012).
Bojeo a la isla infinita contiene poemas de Sergio García Zamora, Ihosvany Hernández González, Sonia Díaz Corrales, Juan Carlos Recio Martínez, Arístides Vega Chapú y Félix Anesio. Puede descargarse gratuitamente aquí.