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Poesía

El príncipe ha muerto

'Esos pedazos de cerebelo regados en Dallas,/ ¿por qué me apenan tanto?/ ¿Por qué me levantan del asiento?/ ¿Por qué los balazos han llegado/ hasta aquí, mi cuerpo?'

Woodstock

Observa al enemigo.
Se encuentra entre esos palcos,
no te pierde de vista,
no deja de perder tus pasos.
Mastica un rencor no articulado.
Siente esa llama que lo quema,
un ojo del que hay que huir.
Te proclama la odiosa,
te proclama enemiga.
Dime la verdad
dime, te ruega.
Te muestra una tablilla
para que leas y repitas
eres maravilloso
excelente,
oh genio que no tienes,
—digo yo.

El elegante presidente
no nos ayudó
a deshacernos del tirano.
No tuvo la visión
con que lo han adornado.
Y sin embargo, la paz la llevaba en la sonrisa,
en sus blancos guantes.
No gustaba del fango.
Inundar la isla hubiese sido
hacerla un charco.
Demasiada suciedad.
Su curtida piel de cristiano
facilitó, sin querer,
un papel muy amplio al dictador
para escribir la historia.

Mientras camino al trabajo,
sudo sangre.
Servitud que no sirve sino
en el alcantarillado.
Escribo cartas con tantas equivocaciones.
Kennedy baleado.
Tantos pedazos flotan en el aire.
Tantas bocas abiertas,
tanto mal respirándose.
Visitantes nocturnos se alegran.
Esos pedazos de cerebelo regados en Dallas,
¿por qué me apenan tanto?
¿Por qué me levantan del asiento?
¿Por qué los balazos han llegado
hasta aquí, mi cuerpo?
El tiempo sigue igual.
Los caballos acarrean al príncipe
que nunca fue sino en la eternidad.


Magali Alabau nació en Cienfuegos en 1945. Sus últimos libros publicados son Dos mujeres (Betania y Centro Cultural Cubano de Nueva York, Madrid, 2011) y Volver (Betania, Madrid, 2012). Este poema pertenece al libro inédito Uno.

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