Yaima Pardo la Red, camagüeyana de origen, se niega a ser catalogada como cineasta o documentalista. Con solo 36 años, el conjunto de su obra la ubica entre los discursos estéticos más lúcidos de su generación. En trabajos como Al final del camino, Pinero Pinero, Off line, Antígona y La piel como lienzo, se devela a una autora que apuesta por la indagación.
¿Cómo se define entonces a sí misma Yaima Pardo?
Lo que me interesa es comunicar a través de textos visuales; construir textos visuales que a veces son cinematográficos, con más aspiraciones, y otras veces son más sencillos, es decir, más periodísticos. Lo que me interesa sobre todo es poner mis ideas en imágenes y tratar de que toda persona las entienda.
Pienso que a veces, en la intención artística, se disgrega mucho y no se llega a comunicar.
Quizás si el país estuviese en otra situación social yo podría utilizar el arte audiovisual desde otra intencionalidad. Pero creo que urge más la participación, la implicación, la indagación —ya sea desde el periodismo o desde el arte— para exponer las ideas y defender lo que queremos como nación.
Una asignatura pendiente para los jóvenes creadores cubanos es el acercamiento al tema del empoderamiento de la sociedad civil. Para restaurar la sociedad civil resultan necesarios cambios… ¿dónde los ubicarías?
Lo primero que debe cambiar es dejar crecer a las personas, no coartar el crecimiento personal. Que propicien educación y preparación para lograr grandes intelectuales, o grandes artistas, o grandes deportistas, o también personas sencillas con otros intereses en la vida, que puedan hacer reales sus ideas o sueños individuales sin poner trabas a su desarrollo. En la medida en que las personas puedan realizar sus sueños de manera individual la sociedad cubana podrá crecer como un todo.
El cubano de 2016 no es el mismo de principios del 2000. Hemos cambiado y esos cambios son el resultado de que estamos aprendiendo a exigir. Muchos temas incluidos en los llamados "Lineamientos" surgieron por una necesidad que teníamos los cubanos. Una necesidad de transformar nuestras realidades, pero no se transforma una economía sin primero transformar las relaciones y el pensamiento de las personas.
En Cuba los mecanismos de legitimación, tanto para el arte como para el artista, son potestad exclusiva de las instituciones, que además se encargan de crear, distribuir o disolver gremios. Ser independiente supone, cuando menos, que eres un problema ¿Qué legitima a Yaíma Pardo: sus estudios, un premio, su obra?
Intentos de querer enmarcarme me han sucedido. Cuando empecé a dirigir en el ICRT [Instituto Cubano de Radio y Televisión] una de las preguntas que me hacían era: "¿por qué quieres dirigir?". Se esperaba que yo viniera de la FAMCA [Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual] o de alguna otra institución que me avalara. Yo les explicaba que lo importante era la vocación. Si tienes vocación y talento para realizar y dirigir audiovisuales, nadie puede decirte que sí o que no. Si tienes vocación y talento para escribir y hacer periodismo, nadie puede decirte que sí o que no. Esas son decisiones personales.
Puede existir un sinnúmero de razones para no haber estudiado en una academia o escuela especializada: porque no pudiste acceder a una carrera o porque no era una opción para ti en ese momento de tu vida. Sin embargo, hoy existen software, tutoriales y un volumen de información tremenda. Incluso la manera de comunicarse y de circular toda esa información es diferente y puedes decidir qué y cuánto de esa información te interesa procesar.
Considero que el hecho de enmarcarse y dejarse enmarcar es una justificación para la inmovilidad. Ese no es mi caso. Yo siempre decido qué hacer con mi vida.
Aunque tu obra aborda diversas aristas y zonas sociales, sobresale el interés por dar voz a los jóvenes, visibilizar la relación de ellos con el país y sus realidades actuales ¿Por qué insistes en narrar Cuba desde la perspectiva de los jóvenes?
Porque los jóvenes somos un factor de cambio. No obstante, a lo largo de mi trabajo he hallado a personas de todas las edades que quieren transformaciones positivas para Cuba, y eso me alienta mucho porque desmiente la idea de un perenne enfrentamiento generacional. No creo que ahora mismo exista una confrontación generacional, sino conflictos entre personas que están empoderadas y otras que no.
¿Qué pasa cuando siguen emigrando decenas de miles de jóvenes profesionales, universitarios y otros que, teniendo la posibilidad de una educación gratuita, no han querido estudiar ni graduarse de nada porque están "fundidos"? Estas son preguntas que debemos replantear.
Me preocupa muchísimo que los jóvenes, incluso adolescentes, no quieran quedarse en Cuba. Me aterra. Pienso que los jóvenes que nacimos a finales de los 70 fuimos desterrados de toda la épica de la Revolución. Para mí es una urgencia que contemos con todos para hacer una Cuba donde la gente se quiera quedar y no tener como única opción de vida emigrar.
Por eso creo que vivo en el país del futuro: el país que tengo en la cabeza no es el que existe. Eso me crea mis contradicciones, pero al mismo tiempo me salva. Esto no significa que me conforme o distancie de mi realidad.
Es inevitable hablar de la censura, o de las cuotas de libertad que permiten las instituciones ante el discurso no complaciente ¿Has tenido problemas a consecuencia del discurso que defiendes con tu obra?
Sí, me han llamado la atención y me han dicho la frase clásica: "este no es lugar indicado". Pero me pregunto, por ejemplo, ¿la Asociación Hermanos Saíz [AHS] no es el lugar indicado para hablar de los problemas de nuestra sociedad y nuestra juventud?
Considero que he trabajado bastante porque no me he autocensurado y porque personas dentro de las instituciones confían en la transparencia de mis ideas. He dialogado para convencerlos de que mi trabajo es necesario. Quizás por eso me hayan dejado avanzar y realizar mi obra; pero tampoco mi forma de trabajar ha sido desde el enfrentamiento.
Me interesa lo que piensan las personas y lo reflejo en mi trabajo con claridad. No hago nada que no represente a los cubanos que estamos viviendo aquí en la Isla. Sí pienso en las consecuencias y el riesgo y, por ende, me protejo con mis ideas, tras mi verdad y sus argumentos.
¿Cómo describirías tu relación con la realidad cubana a través del trabajo creativo?
Mi primer viaje al exterior fue a Colombia en el año 2010. Me dediqué a navegar por internet buscando y procesando información. Me pregunté: "qué sería mi país con todas las universidades que tenemos, qué sería mi país conectado masivamente". Y ese era uno de los debates que quería plantear, cómo se puede participar, cómo se puede crear, cómo se puede crecer a través de las redes sociales, cómo se puede progresar como país también al estar conectado. De ahí nace la premisa de Off line.
Es cierto que en Cuba existen logros, pero a esos logros hay que sumarle otros. Hay que seguir sumando derechos a la educación, a la salud. Y hay que sumar otros derechos como la libertad de expresión y la capacidad real de participación, de autonomía de las personas. Incluso hay que cuestionarse si muchos de estos logros, si esas garantías del Estado están llegando a todos por igual y si responden a las necesidades de las personas.
¿Tienes alguna opinión sobre la Ley de Cine?
Lo que más admiro de la Ley de Cine es que se puede replicar. Es decir, pueden hacer lo mismo los periodistas con la Ley de Prensa. A partir de esta experiencia pueden surgir en Cuba leyes que se creen desde los gremios. Esto me parece muy necesario y orgánico, porque no todas las leyes pueden ser de arriba hacia abajo. Tienen que implementarse leyes que partan desde las necesidades de las personas y desde sus experiencias.
Lo que esta ley pone de manifiesto es que muchas de las leyes gubernamentales han caducado y hay que instituir normativas nuevas. Pero no solo leyes de cine, sino de telecomunicaciones, de prensa… Las leyes también son la expresión de las instituciones que dirigen un país… y lo que expresan las leyes actuales es caducidad.
La creación de productoras independientes tiene que existir. No solo productoras independientes de cine, sino de cuanta cosa las personas quieran producir para aportar a la sociedad. Un país no se puede desarrollar solo vendiendo pizzas y comida. No puede ser un país sostenido solamente con una economía de servicios… la gente debe crear.
La iniciativa privada también tiene que estar disponible para profesionales. Muchos abandonan el país porque no pueden ejercer sus oficios en el sector privado. Por ejemplo, si un abogado quiere fundar su bufete privado y defender a quien quiera debe poder hacerlo.
El Gobierno no puede seguir esperando a que quiten el bloqueo para actuar a favor del desarrollo del país, hay decisiones internas que están tardando demasiado. Creo que luchar por que todos los cubanos tengamos acceso a internet es oxigenar a Cuba, es desbloquear a Cuba también.
¿Cuba conectada después de Off line?
Creo que fui un poco ingenua. Pensé que Cuba, en su camino a la conexión, traería más participación social. La manera en que se está conectando no ha sido equitativa. Se instauró la WiFi en lugares urbanos nada más y en las cabeceras de provincias, las zonas rurales han quedado fuera, eso no es consecuente con el desarrollo que necesita nuestra agricultura. No es justo ni es coherente tampoco con el proyecto social que se defiende.
No permite la participación, ni permite ejercer el derecho a la información, la comunicación y la creación a través de internet. Cuba no va a crecer solo conectándose desde las empresas e instituciones estatales, sino desde cada espacio donde un cubano quiera ejercer ese derecho.
¿En qué proyectos estás involucrada actualmente?
Ando en dos proyectos. En una serie web que se llama Conociendo a… y consiste en conversar con personas que están echando para adelante sus proyectos por Cuba y desde Cuba, como periodistas independientes, artistas independientes, personas emprendedoras que utilizan las redes sociales para avanzar.
El otro es Entre cambios, que trata sobre los cubanos que estaban estudiando en la Unión Soviética cuando se instauró la Perestroika.