Un incierto intercambio con el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba y otros problemas han provocado dimisiones en el Museo del Bronx, en Nueva York.
Según publica el diario The New York Times, al igual que otros pequeños museos estadounidenses el del Bronx está bajo presión para atraer más público y aumentar sus ingresos. Por ello ha intentado ampliar su alcance con ambiciosos proyectos, incluyendo varios que implican a Cuba.
Pero dos ejecutivas de la institución de propiedad municipal opinan que se ha ido demasiado lejos y han renunciado junto con cuatro miembros de la junta directiva, argumentando que algunos de los nuevos proyectos han traicionado la misión local del museo.
Mencionan con especial preocupación un plan para gastar 2,5 millones de dólares en una réplica de la escultura de José Martí ubicada en Central Park que sería enviada a Cuba. Además, un dudoso intercambio de obras de arte con el Museo Nacional de Bellas Artes.
"Estamos alarmadas por la gravedad de estos problemas y por la falta de un mecanismo imparcial para resolverlos", dijeron la presidenta y la vicepresidenta de la junta directiva del Museo del Bronx, Laura Blanco y Mary Beth Mandanas, respectivamente, en un correo electrónico en el que notificaron al resto de los integrantes su renuncia.
Señalaron la "falta de transparencia" de la directora ejecutiva del museo, Holly Block, y lo que describieron como un "sistema más amplio que se ha construido para erosionar el poder de la junta".
Según The New York Times, Holly Block declinó declarar sobre el tema y remitió las llamadas a Joshua Stein, abogado y miembro de la junta, quien afirmó que se está trabajando sobre estos asuntos.
Entre otras preocupaciones, los miembros de la junta directiva se mostraron en desacuerdo con Wild Noise (Ruido Salvaje), una iniciativa anunciada el año pasado y que prevé un intercambio de obras de arte con el Museo Nacional de Bellas Artes.
Como parte de esa iniciativa, un centenar de obras del Museo del Bronx fueron exhibidas en la Bienal de La Habana. En junio de este año se informó de la posposición de la muestra correspondiente en Nueva York.
Laura Blanco, nacida en Cuba y criada en Miami, dijo que solo a mitad de la recaudación de fondos para Ruido Salvaje supo que era poco probable que las autoridades de la Isla permitieran el envío a Nueva York de alguna obra de arte, por temor a que pudiera ser embargada para satisfacer reclamaciones pendientes de estadounidenses cuyas propiedades fueron confiscadas por el Gobierno cubano.
"La recogida de fondos para Ruido Salvaje debe ser detenida inmediatamente", dijo Blanco en una nota adjunta a su carta de renuncia.
Afirmó que la alarmó una declaración de Block publicada por The New York Times, en la que la directora ejecutiva admitía que la posibilidad del embargo de obras había sido "una preocupación desde el principio".
"Si hubiese sido informada oportunamente" sobre el tema por la directora ejecutiva, "habría insistido en que la información fuese compartida con la junta" y "no habría solicitado activamente donaciones sin antes revelar la información", escribió Blanco en su nota.
De forma similar, dijo Blanco, se suministró a la junta del museo "información inadecuada en cuanto al proyecto sobre la estatua de José Martí, cuyo costo se 'ha disparado' de 1,5 a 2,5 millones de dólares".
El museo creó la iniciativa "Amigos del Proyecto de Escultura de José Martí" para presentar una copia de la estatua de Anna Hyatt Huntington que está en Central Park a la Oficina del Historiador de La Habana, como "gesto simbólico" que debe "servir para fortalecer el puente" entre Estados Unidos y Cuba.
"La estatua cuesta 2,5 millones, mientras nuestro presupuesto anual es de aproximadamente 3,2 millones", escribió Blanco en su nota. "Decir que esto no tendrá impacto en nuestra búsqueda de fondos para nuestro presupuesto actual de operaciones (…) parece demasiado optimista en el mejor de los casos", advirtió.
"La vida de José Martí tiene poca o ninguna relevancia en la comunidad local", añadió Blanco. "Si bien existe una sustancial población latina en el Bronx, el número de cubanos es de aproximadamente 8.000 de un total que supera los 1,3 millones de residentes. Esta estatua de 2,5 millones ni siquiera se ubicará en el Bronx", argumentó.
Sin embargo, no todos los implicados en el museo tienen preocupación acerca del cumplimiento de su misión. Joan Krevlin, miembro de la junta, dijo que encontró las renuncias "desconcertantes" y que ella muchos otros apoyan completamente el liderazgo de Block, autora del libro Arte en Cuba: La nueva generación (2001).
"No sé por qué está ocurriendo esto", dijo Krevlin
El abogado Stein dijo que el museo ha llevado a cabo bajo la dirección de Block "una gama completa que incluye desde proyectos muy locales a proyectos muy internacionales" que, opinó, han ayudado a poner la entidad en el mapa y la vez han servido a la comunidad del Bronx.
"El proyecto de José Martí y Ruido Salvaje, en particular, se llevaron a cabo con el apoyo pleno de la junta", dijo, e indicó que la estatua "encaja bien" en el interés de la institución en el arte cubano.
De acuerdo con el sitio web del museo, su misión es, en parte, reflejar las "comunidades dinámicas de la localidad".
Sin embargo, algunos artistas del Bronx dicen que el museo tiende a privilegiar figuras de la Isla en detrimento de los cubanos locales.
Los responsables del museo solo incluyen "a artistas que mantienen relación con el Gobierno (cubano) o viven en Cuba", dijo el pintor y fotógrafo Geandy Pavón. "Los artistas cubanos exiliados no están representados allí", añadió.