La mujer del siglo XX al siglo XXI, exposición que se encuentra en la Fototeca de Cuba por el evento HabanaArte, recrea tres modos de hacer fotografía en diferentes etapas y contextos de nuestro país.
La primera —que abarca desde los años 20 hasta los 50— es la del afamado fotógrafo Joaquín Blez (1886-1974), que se especializó como retratista de la alta sociedad cubana, definiéndose como "El fotógrafo del mundo elegante". Entre sus trabajos se destaca la fotografía de estudio, y sus glamorosos desnudos artísticos, influenciados por el art noveau, y el impresionismo. Talentoso, y perfeccionista del lente, logró con su técnica anular defectos visuales, enfatizando la luz y lo decorativo.
Además de su paso por Hollywood, Blez realizó estudios de fotografía y técnicas aplicadas en la Escuela Laboratorio de Física y Química del fotógrafo Rodolfo Namias, en Milán. Sus desnudos femeninos se enriquecieron por la novedosa impresión que resaltaba los tonos de oro y platino. Laureado con numerosos premios, su obra recorrió Europa y Estados Unidos.
La figura femenina se eterniza en sus fotos: hermosos rostros, otros menos atractivos, pero que recrean momentos de una época y devienen en pequeñas obras de arte. Sus desnudos eróticos poseen la frescura e inocencia de las líneas puras, donde la luz contrasta con los aditamentos de las modelos, telas, chales, joyas, cortinajes, objetos llamativos amalgamados a los cuerpos, que contrastan el efecto de luz y sombras.
La fotografía periodística como medio expresivo de convulsos cambios políticos y sociales viene de la mano de la investigadora y fotógrafa María Eugenia Haya (Marucha), que en la década del 60 insufló nuevos aires a la escena fotográfica cubana mediante sucesos populares que pusieron en evidencia rostros anónimos, gente de pueblo abanderando consignas, hechos históricos que quedaron en la memoria colectiva.
Del mismo modo, Marucha refleja la vida cotidiana de los 70 y los 80, los carnavales habaneros, las primeras escuelas al campo. En sus imágenes la mujer se ha despojado de su belleza fabricada y se iguala con el hombre en la construcción de una sociedad. Carece de afeites y su figura es más natural. Las escenas de interiores y exteriores, recrean a una mujer liberada, tratando de ocupar un lugar en la sociedad. También es una mujer más desaliñada, que ha perdido distinción, en un mundo revolucionado y revolucionario.
Una única imagen de Enrique Rottenberg, escritor, cineasta y fotógrafo argentino-israelí radicado hace años en Cuba, con exposiciones permanentes en la Fábrica de Arte Cubano (FAC), prueba la solidez de una fotografía provocadora, que rompe cánones estéticos por su inconformidad con los lenguajes preconcebidos. En su trabajo la técnica digital llega a confundirse con la pintura de un lienzo. Suerte de foto-reflexión por la fuerza de su mensaje, en este caso son dos ancianas besándose, dos mujeres de razas diferentes que se identifican en el sentimiento amoroso, dejando claro que no existen barreras: todo en el arte es válido, y puede ser observado sin miedos ni prejuicios.