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Cine

De machismo, fútbol y prostitución masculina

El director de cine español Antonio Hens habla de su película 'La partida', rodada en Cuba y recién estrenada en España.

Madrid

Autor de un filme como Clandestinos (Malas Compañías, 2007), que trataba la inmigración, el terrorismo político y la homosexualidad, y que provocó polémicas por las referencias a ETA y a la Guardia Civil, Antonio Hens (Córdoba, 1969) ha realizado su última película en La Habana.

Con guion suyo y del dramaturgo cubano Abel González Melo, La partida se ha presentado en varios festivales internacionales y recientemente obtuvo una mención especial del jurado del XXIX Gay & Lesbian Film Festival de Turín.

De ella hablamos para DIARIO DE CUBA.

La partida, proyecto que llevabas acariciando hace mucho tiempo, ¿la rodaste en Cuba porque  querías hacerla allí o porque la industria española está de capa caída?

Se rueda en Cuba porque es la historia de dos personajes cubanos que no pueden escapar de su realidad social, es decir, que obligatoriamente había que rodarla allí o en cualquier otro lugar donde pudiera reproducirse esa realidad.

Tu relación con el país y con las instituciones cubanas no sé cómo es ahora, pero tu punto de vista parece muy crítico. 

He coproducido varias películas con el Instituto de Cubano de Artes e Industria Cinematografía (ICAIC) y mi relación con las instituciones cubanas es buena. La película no es crítica ni deja de serlo. No es una película más que se posicione a favor o en contra del sistema allí establecido. Es solo un retrato de dos personajes posibles. Son personajes marginales y creo que eso queda claro: que no todo el mundo vive como Yosvani y Reinier, más bien al contrario.

Me interesa solamente este tipo de personajes que podrían encontrarse con otras características en las calles de San Francisco o en las de Sevilla. La elección de Cuba es por su peculiaridad y por mi conocimiento previo de la escena.

Las calles de La Habana parecen una mezcla de infierno y paraíso. ¿Sigue habiendo allí mucho turismo sexual?

Sí, claro. Aprovechando las necesidades de la población se ha desarrollado una gran afluencia de turistas que buscan sexo. Eso no es infernal, pues no existe la trata ni la explotación. Es una cuestión voluntaria de quienes se prostituyen. 

Muestras de nuevo la mirada de un adolescente. ¿Por qué no te llevaste a La Habana a Israel Rodríguez, protagonista de tus anteriores filmes? ¿O querías que el actor fuera un chico cubano? 

Reinier Díaz es el Israel Rodríguez de La Habana... De hecho, después del rodaje lo invité a Reinier y le presenté a Israel. Se cayeron de maravilla desde el primer momento y trabaron amistad. 

Otro de tus filmes, Clandestinos, causó mucha polémica...

La partida no es una boutade como Clandestinos. Es una película mínima, un retrato de dos personajes. La mirada es contemplativa, menos narrativa, y tal vez carezca de imágenes fuertes como Clandestinos. Tiene situaciones muy fuertes, eso sí. Pero tampoco es una película complaciente.

¿Por qué elegiste en el elenco a Toni Cantó? ¿Fue antes o después de que entrara él en política y se metiera en polémicas?

Elegí a Toni Cantó porque necesitaba construir el personaje de un entrenador de fútbol de un equipo nacional español. Es decir, necesitaba a alguien que jugara lo suficientemente bien al fútbol y Toni juega muy bien.

Además, necesitaba un cliente para Reinier que fuera lo suficientemente atractivo como para generarle dudas. Toni es el actor ideal. Su elección para el reparto fue anterior (mayo de 2011) a su elección como representante del Partido UPyD.

Es curiosa la reacción de la gente al ver homosexuales viriles, y los de tu película lo son. La gente parece más dispuesta a volar con Los amantes pasajeros de Almodóvar que a entrar en un mundo lleno de sexo, sudor, tensión  y lágrimas. No obstante, el cariño que muestras hacia los personajes y la polémica vuelven a estar servidas. ¿Consideras La partida como una deuda contigo mismo? ¿Con los cubanos? ¿O una vuelta al cine por la puerta grande?

No tengo ninguna deuda con nadie. Ayudé a dos directores cubanos con películas como Boleto al paraíso (Gerardo Chijona) o Verde, verde (Enrique Pineda Barnet). Tampoco es una vuelta al cine por la puerta grande porque la elección del tema y la manera de narrarlo hacen de esta película un producto raro, marginal como sus personajes y, hasta cierto punto, de nicho estrecho.

Es una historia que quería contar porque el personaje del prostituto masculino cubano es único en el mundo. También quería contar lo complicado de las relaciones amorosas entre los hombres en entornos muy machistas.

¿El fútbol funciona como metáfora de algo? ¿Fetichismo, ganas de escapar o llevar una vida mejor?

No es una metáfora, sino una posibilidad que uno de los dos personajes protagonistas tiene para salir del círculo vicioso donde está encerrado. Es además una circunstancia novedosa en la descripción de la realidad cubana donde el fútbol comienza a cobrar importancia frente a la tradicional pelota.

Hay imágenes muy hermosas de La Habana. No obstante, en el ambiente se respira pobreza, extorsión y ganas de escapar.

La Habana es así, testigo de un pasado esplendoroso, pero ajada por la falta de reparaciones. Ese es el ambiente que habitan los personajes: La Habana de la desolación, la falta de esperanza...

Al contrario que tus anteriores trabajos, La partida deja una sensación de tristeza que entronca con las primeras películas neorrealistas  de Pasolini. ¿Crees que es un factor a favor o en contra del éxito de esta película?

El público dirá. Yo creo que siempre es dura la contemplación de una tragedia, pero este es el destino que les espera a nuestros personajes en la historia tal y como está planteada. Y no creo que la catarsis marque el éxito de una película.

 


Eduardo Nabal (Burgos, 1970) es crítico de cine.

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