En estos días se cumplen diez años del cierre de El Patio de María, "la meca del rock en Cuba".
En noviembre de 1988 se realizó un concierto denominado "Rockeando con Razón" en el capitalino teatro Karl Marx. Este fue concebido por el instrumentista y compositor Edesio Alejandro, el cual había estrenado en agosto del año anterior una ópera rock (o electro drama) bajo el título de "Violente". En el concierto actuó, como invitada, una joven agrupación nombrada Ojo por Hoja. Esta banda tenía su local de ensayos en una pequeña Casa de Cultura ubicada a pocas cuadras del Palacio de Gobierno y sede del Consejo de Estado. La persona que había apoyado a este grupo era una mujer, licenciada en Historia del Arte, y Jefa de actividades en la institución. Ella jugaría un papel esencial en la historia del rock en Cuba. Su nombre, María Gattorno.
El sábado 17 de diciembre de 1988, los vecinos del barrio colindante con el Palacio de Gobierno, conocido como La Timba, observaron algo inusual. La pequeña sede comunal de cultura se convertía en el centro de confluencia de grupos de jóvenes cuya apariencia llamaba la atención. Esa noche estaba prevista la apertura de un espacio a favor del rock en ese sitio al cual algunos, más cercanos a la génesis del proyecto, comenzaron a llamar en lo adelante El Patio de María.
En una reunión previa, realizada para coordinar el trabajo de las agrupaciones y la institución, el músico Dagoberto Pedraja (guitarrista de una de las bandas) propuso bautizar el sitio de esa manera.
El sábado 10 de diciembre, había sido suspendido el que sería realmente el concierto de apertura. Pero María Gattorno y sus colaboradores empeñaron su palabra. La noche del sábado siguiente, el 17, hubo concierto. Y aunque en esa ocasión tuvo lugar una trifulca de dimensiones bíblicas, el espacio se mantuvo, y creció más, durante casi quince años.
En realidad esa Casa de Cultura, ubicada en la Calle 37 entre 2da y Avenida Paseo, llevaba el nombre de "Roberto Branly" desde su fundación diez años antes. Pero los rockeros ofrecieron la mejor de las muestras de respeto y agradecimiento a la persona que se atrevió a ofrecerles el espacio, en un momento ciertamente difícil.
Entonces, la escalada represiva de las autoridades contra los cultores y seguidores del género, continuaba. En la capital la situación era muy tensa. Sin embargo, resultaba común ver llegar a los espacios de confluencia social a jóvenes rockeros provenientes del interior, huyendo de circunstancias aún peores.
A finales de 1987, una agrupación de heavy rock llamada Venus, había sido forzada a desintegrarse por la acción del MININT y su Departamento de Orden Interior. También a finales de ese año, se formó en la capital el núcleo inicial de la banda que sería el símbolo más visible del Patio de María: Zeus.
La guerrilla urbana rockera se unió a María Gattorno, en la invención de las soluciones más impensables, para rebasar las dificultades y la crónica falta de recursos. La institución contaba con un pequeño teatro en su interior y un patio relativamente amplio. En un extremo de ese patio, se armó una primera tarima con elementos de madera extraídos de las mesas que se utilizaban para los trabajos de artes plásticas. Aquel primer y calamitoso escenario fue reparado una y otra vez. Soportó sobre sí el paso de decenas de agrupaciones.
Las barreras de metal, de color verde claro, que durante años estuvieron colocadas delante del escenario, fueron traídas, a hurtadillas, de la cercana Plaza de la Revolución.
Otros espacios surgieron en la propia capital y en otros lugares del país. En Holguín se sostuvo, contra viento y tempestad, una peña denominada "Escaleras al cielo". En Santa Clara la creciente movida rockera llevó a la realización, en junio de 1990, del hoy legendario primer festival "Ciudad metal". La escena musical rockera y metalera en Cuba, tomó un considerable impulso a pesar del viento en contra.
Desde el primero de diciembre de 1991 comenzó a funcionar en El Patio un proyecto sociocultural denominado "Rock Contra Sida, alcoholismo y drogas". Este proyecto contó con el apoyo del Grupo Nacional de Prevención y Lucha contra el SIDA. En la difícil década de los 90, se sumaron a ese respaldo varias ONG europeas. Era la primera vez que una institución cultural en Cuba se involucraba en una labor de prevención social de esta índole. En ese sentido, su contribución forma parte de la historia, hoy silenciada pero no por ello olvidada.
Gracias a este proyecto, varias agrupaciones extranjeras lograron actuar en la Isla. Incluso, a finales de 1999, la entonces manager de la banda norteamericana Rage Against The Machine, visitó "El patio". Este contacto fue la génesis de la posterior visita, y multitudinario concierto en La Habana, de Audioslave, en mayo de 2005.
Muchas de las agrupaciones surgidas en el país, en ese periodo, actuaron en la que ya era conocida, nacional e internacionalmente, como la "meca del rock en la isla".
Durante la frontera entre los últimos años noventa y el nuevo milenio, el poder de convocatoria del rock y el metal en Cuba creció de manera notable. Una nueva generación de seguidores de los más disimiles estilos del género, se aproximó a ver de cerca las agrupaciones cultoras de una modalidad musical cuya impronta era ya insoslayable en el entorno sonoro nacional.
El 31 de agosto del 2003 se llevó a cabo en El Patio de María un macroconcierto, el de mayor duración hasta ese momento en el ámbito nacional. Contó con la participación de una docena de agrupaciones.
El sábado 14 de septiembre las bandas de metal Agonizer y Congregation, ambas de la capital, protagonizaron el último recital en dicho lugar.
El 30 de septiembre, como resultado de un memorándum firmado por José Ramón Machado Ventura, fue decretada la muerte de "la meca del rock en Cuba". Una comisión gubernamental, creada al efecto y encabezada por los funcionarios Juan Contino Aslan y Pedro Sáez Montejo, ejecutó la orden.