El músico cubano Manuel González Hernández (Manolín, "El Médico de la Salsa") acaba de realizar una visita familiar a la Isla y ha asegurado en un texto publicado en su sitio en Facebook que pocos días después de su llegada se olvidó de "todo".
"Se me olvidó internet, se me olvidó Miami Beach y el apartamento frente al mar y esas vistas espectaculares que tanto me gustan. Se me olvidó USA y todo sus lujos sus servicios y su confort, se me olvidó el Mercedes Benz, se me olvidó todo", dijo el músico.
Añadió que se preguntó: "¿tiene sentido estar en un apto lujoso en Miami Beach con un Mercedes Benz dándole la vuelta a Miami y viendo la vida pasar?".
"Cuando vi a gente que vivía mal, sentí el deseo de estar ahí, pasándola como ellos, o de ayudarlos a salir adelante", afirmó El Médico de la Salsa en su texto en Facebook, al parecer destinado a preparar una eventual vuelta a la Isla o a sus escenarios.
González Hernández, de 48 años, abandonó Cuba a principios de la década pasada, después de que las autoridades prohibieran su canción El Puente ("Voy a hacer un puente / Un puente de mangas largas/ Pa' que la gente de la Habana venga / y la gente de Miami vaya").
En declaraciones a su llegada a La Habana, el pasado 26 de agosto, admitió que quiere "normalizar" su situación para realizar conciertos en Cuba e incluso "pertenecer al Ministerio de Cultura".
No aclaró si buscará volver a residir en la Isla, aunque en una entrevista con los lectores de DIARIO DE CUBA en 2011 afirmó: "estoy dispuesto a volver a vivir en mi país, bajo cualquier circunstancia".
El Médico de la Salsa se estableció en Miami en 2001 y no volvió a poner un disco en el mercado hasta 10 años después. En varias ocasiones se ha quejado de la escasa difusión de su música en esa ciudad.
Ya estuvo en Cuba en 2011, también para una visita familiar.
"No hay Mercedes Benz, ni apartamento lujoso frente al mar en Miami Beach, ni internet a alta velocidad, ni confort alguno, que pueda con la fuerza de la tierra en que naciste", dijo en su Facebook.
"A medida que pasan los días (…) empiezas a sentir sensaciones extrañas, el cuerpo te empieza a decir, yo soy de aquí, este es mi lugar (…) La gente en la calle, tu gente, te gritan, te quieren, te extrañan, te dicen vuelve, no hemos podido olvidarte", agregó.
"Tu música sonando en todas partes, en una casa, en una discoteca, en el carro de alguien que pasa, o en los conciertos de los grupos que están de moda, en todas partes. Mucha gente que se te acerca y algunos llorando de emoción al verte, es muy fuerte", afirmó.
El músico acudió también a los tópicos turísticos habituales sobre La Habana: "Sales a la calle y ves ese Malecón, esa Habana Vieja, el Vedado, Miramar, esa belleza de ciudad, que aún deteriorada, es bella".
"La gente tan espontánea y natural, no hay poses, hay realidad y autenticidad (…) También hay muchas necesidades, pues hay gente que vive mal, pero tienen la sonrisa a flor de piel y te brindan algo sin tener nada. La Habana es maravillosa y los cubanos, los mejores…", etc.
Se declaró, asimismo, sorprendido, por los nuevos restaurantes privados que han surgido tras las reformas puestas en marcha por Gobierno.
"Es impresionante el buen gusto de los restaurantes y bares particulares que han abierto en la Habana, me impresiona el arte, la ingeniosidad y el buen gusto de los diferentes lugares, todos los días fui a uno diferente, la comida muy buena y todos son encantadores. Los cubanos en verdad, somos lo máximo", insistió.
"Teniendo este tesoro de tierra que se llama Cuba, con tantas cosas por hacer en ella, y con tanto que aportar y ayudar. Y sobre todo, con tanta gente linda que te quiere, te extraña y te necesita (…) ¿Tiene sentido perderse lo más importante de la vida? ¿Por quién ? ¿Por el Gobierno cubano? ¿Por las cosas que pasan en Cuba? ¿Por el sistema cubano? ¿Por no estar de acuerdo con las cosas que pasan en Cuba?", se preguntó Manolín.
"Si no debo ir, ni vivir en mi país, Cuba, por su Gobierno y su sistema, o por no estar de acuerdo con cosas que pasan allí, entonces tampoco debería vivir en este mundo, porque estoy en desacuerdo con casi toda la mierda que pasa en este mundo", respondió.
Opinó que "el problema de Cuba (…) no se resuelve con odio, ni rencor, ni orgullo, ni bloqueo, ni posiciones extremas".
"El problema de Cuba se resuelve con humildad, paciencia, tacto y mucho amor", consideró.
"Dicen que muchos niños que viven en Miami, van de vacaciones a Cuba y lo pasan tan bien, que no se quieren ir. Y es que, en esa Cuba deteriorada y necesitada, vive el amor. Y con el amor, no se puede", concluyó.