Puede que en ediciones anteriores el Festival del Caribe o la Fiesta del Fuego haya tenido otra dimensión. Puede que en otros tiempos Santiago de Cuba haya sido una ciudad más cosmopolita. Pero esta no es una nota sobre lo que pudo haber sido y no es. Es una nota escrita desde una ciudad que no se recupera todavía de un ciclón, sobre un festival que, aun cuando es una de los más completos que se festejan en la Isla, tiene un marcado espíritu religioso y muy pocos ecos sociales.
La Fiesta del Fuego, fundada en 1981 por Joel James junto a los actores y dramaturgos Fátima Patterson y Rogelio Meneses, al pintor Miguel Angel Botalín y, entre otros, al poeta Jesús Cos Cause, es en esencia, una expresión caribeña de Santiago de Cuba.
Dedicada este año al Caribe colombiano, hay una concurrencia de intelectuales, artistas y activistas sociales de los pueblos de los departamentos costeños de Atlántico, Bolívar, César, Córdoba, La Guajira, Magdalena, Sucre y el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y sus emblemáticas ciudades Cartagena de Indias, Barranquilla y Santa Marta.
En lo que va de fiesta se escuchan con frecuencia palabras que debieran ser comunes a todos como justicia social, inclusión, civismo y que parecieran ser ajenas o no incumbir demasiado a la realidad santiaguera, aun cuando en las tiendas todavía se vendan productos que entraron por donación solidaria. Aquí, para ser consecuentes con una doble política, se dice lo que se debe y no lo que realmente se vive.
El programa del evento es realmente ambicioso. La semana promete ser intensa. Hay espacio para la medicina tradicional, para la historia, el teatro, la comunicación social, las artes plásticas, la narración oral y, sobre todo, para el encuentro entre grupos portadores de culturas originarias.
Del 3 al 9 de julio la ciudad de Santiago pudiera ser el centro de Cuba si se le diera la importancia que merece en los medios, si la noticia dejara de ser unos cuantos segundos mustios en las culturales del Noticiero Nacional de Televisión. No obstante, sus organizadores hacen el esfuerzo y suben un noticiero diario a un canal de youtube, más la promoción diaria en facebook bajo el nombre Casa del Caribe.
Se trata de una fiesta que solo puede ocurrir aquí porque quizás sea la única ciudad de Cuba realmente caribeña, no solo por su situación geográfica sino por actitud y concepto. Aquí, al menos los intelectuales se sienten y se ven a sí mismos como parte de un Caribe que nos es ajeno al resto.
En esta ocasión tendremos el privilegio de vivir intensas jornadas del realismo mágico con el Caribe colombiano. Allá han conservado las técnicas de la artesanía tradicional y diversificada, una gastronomía única por sus condimentos y ritmos como el vallenato, la cumbia, el son y el mapalé. Aquí en Santiago de Cuba serán unos días para los colores, olores y sabores de una región rica en su cultura y en sus mestizajes.