¿Cómo contar un encuentro de hora y media con el periodista y escritor argentino Martín Caparrós (29 de mayo de 1957), de forma "absolutamente objetiva"? El propio Caparrós considera que es imposible ser "absolutamente objetivos" y que los periodistas solo pueden aspirar a narrar los sucesos con la mayor sinceridad posible. Si cada asistente al encuentro de este fin de semana en el Estudio de Producciones Audiovisuales ST fuese a narrarlo, tendría que seleccionar los momentos más relevantes. Tal selección, como afirma Caparros, implica subjetividad.
¿Qué hacía en Cuba el autor de A quien corresponda y El interior? El argentino escribe en este momento para El País sobre siete ciudades latinoamericanas; La Habana es una de ellas.
El encuentro fue organizado por el periodista y escritor Carlos Manuel Álvarez, editor de El Estornudo, quien conoció a Caparrós en Cartagena de Indias hace cinco años.
Algunos asistentes probablemente hablarán del bigote estilo Hércules Poirot, del que Caparrós se ha enorgullecido en entrevistas y del que es difícil quitar la vista mientras él habla. O recordarán cómo contó que, durante su infancia, estuvo en una escuela llamada República de Cuba, donde cada 20 de mayo cantaba el himno nacional cubano… aunque de manera errada ("Al ataque, corred, bayameses", en lugar de "al combate, corred, bayameses"). Un error que descubrió recientemente.
Otros describirán su desenfado al calificar de ridículo el verso "que la patria os contempla orgullosa" y de envejecido el Nuevo Periodismo. Algunos se referirán a su texto (o postal, como él lo llama) "El asco", que leyó para los presentes, sobre la nota que debió escribir acerca de los pedófilos que van a Sri Lanka a "tirarse a pibes de seis, siete, ocho años". Otros, quizás, se quedarán con su desoladora aseveración de que, aunque el trabajo de los periodistas independientes cubanos es encomiable, la gente que en Argentina y el mundo sabe qué pasa y qué no pasa en Cuba, decide ignorarlo.
Puestos a elegir, prefiero hacer referencia a su honestidad. En la ronda de preguntas, el periodista de 14ymedio Reinaldo Escobar le preguntó si alguna vez había escrito bajo una presión ideológica. Caparrós confesó que cuando vino a Cuba en 1997, mientras escribía la nota sobre el viaje, sentía todo el tiempo que era más indulgente con la Isla de lo que habría sido con cualquier otro país. Meses después, en una embajada, coincidió con un diplomático cubano que le reprochó haber sido muy duro con Cuba en su artículo. Caparrós dijo que sintió alivio.
Durante aquel viaje estuvo en Villa Clara y allí visitó el Mausoleo de Ernesto Guevara. Quien lo llevó en carro y puso música de Fito Páez en el reproductor fue el entonces primer secretario del Partido Comunista de la provincia, Miguel Díaz Canel, hoy gobernante de Cuba. Teniendo esto en cuenta, Carlos Manuel Álvarez preguntó a Caparrós a qué funcionario poco conocido había entrevistado esta vez.
No hubo funcionario, conocido o no, entrevistado en esta visita a Cuba. De hecho, Caparrós afirma que la nota que escribirá le gusta menos que la de entonces. No sabe explicar por qué. "Quizás porque no encontré nada que me sorprendiera lo suficiente", dice.
Partió el sábado 26. Tendremos que esperar a ver su reporte publicado, para saber si será tan indulgente como considera el de 1997 (aunque nunca lo suficiente como para complacer a los diplomáticos cubanos), o si el hombre que es tan crítico con el Gobierno de Mauricio Macri como con el de Cristina Fernández, será tan poco condescendiente con La Habana como lo sería con cualquier otra ciudad.